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MIguel Alonso Calvo, redactor de “UHP, Diario de las MIlicias Antifascistas de Guadalajara”, en una foto de 1937

LA MEMORIA MUTILADA DE RAMÓN DE GARCIASOL / Pedro A. García Bilbao

FMGU, 29/09/2013.- La Diputación de Guadalajara, representada por su diputada de Cultura, Marta Valdenebro, ha participado el domingo día 29 de septiembre como invitada a los actos celebrados en Humanes de Mohernando, en conmemoración del centenario del poeta Miguel Alonso Calvo, más conocido por su pseudónimo de Ramón de Garciasol.

La Diputación de Guadalajara estaba moralmente obligada a participar en el homenaje público a uno de los escritores ilustres de la provincia; pero el hecho cierto es que en la actualidad esta institución pública y democrática está regida por un partido y unos diputados provinciales que en repetidas ocasiones han mostrado públicamente su aprecio por el franquismo, al extremo de que su presidenta, Ana Guarinos, ha disculpado los brazos a la romana, los gestos fascistas y la bicolor con el escudo de la dictadura que su diputado de turismo prodigaba en Cuelgamuros, aduciendo que se trataba de un régimen legal, que no constituye delito nada de eso, y atacando además la memoria de la República. Si tenemos en cuenta el ejemplo de honradez republicana, de compromiso antifascista y de hombría de bien que encarnó el poeta de Humanes, que esta Diputación Provincial acudiese ha sido, más que el ejercicio de una obligación, un acto hipócrita de sus dignatarios y no nos debe extrañar que se haya mutilado la evocación de su figura para hacerla tragable para estas «autoridades». Han querido homenajear al poeta despreciando e ignorando su ejemplo democrático y antifascista, olvidando que ambas facetas, artística y ciudadana son imposibles de separar. El mismo régimen totalitario al que Ana Guarinos del PP guarda tanto respeto, fue el verdugo de Garciasol y sus compañeros de generación.

Perseguido, expoliado, encarcelado, y expulsado de la vida pública, Garciasol vivió sometido a un atroz exilio interior. Nunca se rindió ante el fascismo y su voz, trocada en poesía, mantuvo, como la de otros muchos, la llama de la dignidad de España, en esos años de infamia que hoy defienden los que hipócritamente quieren aprovecharse de su obra literaria.

Como Miguel Hernández, como García Lorca, como su gran amigo y paisano Antonio Buero Vallejo, Ramón de Garciasol fue un gran intelectual, cuya obra y vida nos honra a todos y es una muestra de aquello que se dió en llamar la edad de plata de las letras españolas en el primer tercio del siglo XX. Estos poetas, escritores y dramaturgos que honraron a España con su obra, su trabajo y su esfuerzo y cuya obra llega hasta nosotros, representan hoy un dilema para quienes en las instituciones democráticas, actúan como herederos de franquismo o consideran que éste fue un régimen quizás malo, pero necesario. Están obligados a hacer homenajes públicos a los intelectuales de prestigio indudable, pero abominan profundamente de los valores democráticos y antifascistas que animaron sus vidas y su pluma. En esta disyuntiva optan por usar sus nombres y callar sobre su ejemplo y su vida de lucha. 

Ramón de Garciasol sobrevivió a la guerra, al procesamiento y a la cárcel. Escapó a la muerte que se llevó por delante a tantos y tantos de sus conciudadanos de Guadalajara. Perseguido y despreciado por la Guadalajara oficial del régimen, se refugió en Madrid donde logró reconstruir su vida entregándose de lleno a su trabajo como poeta ensayista y redactor literario para diversas editoriales. La huella de su trabajo no sólo la encontramos en su rica obra poética, sino también en la más callada y discreta pero no menos relevante actuación en la colección Austral de Espasa Calpe. Ya en los años de la transición, el nivel de su obra le granjeó el respeto de otros intelectuales de la época aunque tuvieran ideas distintas, lo que permitió que su obra comenzase a ser reconocida en su Guadalajara natal; pero sin embargo, las características de la transición y el régimen surgido tras la muerte de Franco, impidieron que el honrado intelectual republicano que nunca se había rendido, volviera a la vida política, pues su presencia era incómoda para los que estaban construyendo un régimen democrático basado en la impunidad del franquismo.

Hoy en 2013, cuando celebramos el centenario de su nacimiento, tanto en Guadalajara como en su Humanes natal se le dedica un reconocimiento y un homenaje por los poderes públicos, desde su condición de poeta, constatamos que se olvida voluntariamente al hombre íntegro que fue, pues la memoria de los que ampararon sus ideales de paz y libertad bajo las banderas de la República sigue siendo incomoda.

El Foro por la Memoria de Guadalajara expresa su admiración y respeto al ciudadano Miguel Alonso Calvo, Ramón de Garciasol, al colaborador del Ateneo Instructivo del Obrero, al redactor de “Abril”, al periodista y poeta en “UHP”, al ensayista lúcido, al encarcelado, al exilado, al perseguido… al poeta, y pide a las fuerzas políticas democráticas y antifascistas de Guadalajara, se le haga el homenaje completo al que tiene derecho, porque sí hoy se recuerda a Garciasol por su poesía, al mutilar su memoria como se ha hecho en estos homenajes, se sigue condenando al olvido a todos los que, como él, lucharon por la libertad.
Guadalajara, 29 de septiembre de 2013
Centenario de Ramón de Garciasol.

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Pedro Mateo Merino durante la guerra civil, con las divisas de mayor de milicias

El pasado día 4 de diciembre, se cumplieron 100 años del nacimiento de nuestro paisano Pedro Mateo Merino, teniente coronel del Ejército Popular de la República Española, y uno de los principales luchadores antifascistas nacidos en nuestra provincia, la cual, como ya sabemos, tiene por costumbre olvidar a sus hijos ilustres, especialmente a los que lucharon por las libertades de todos.

Merino nació en la localidad campiñera de Humanes de Mohernando, (Guadalajara), el 4 de diciembre de 1912. Hubiera cumplido, por tanto, 100 años el pasado día 4. Sirva esta breve biografía como testigo y recordatorio de su fecunda vida.

Pedro Mateo Merino era hijo de unos sencillos campesinos de Humanes. Desde joven mostró inquietud e inteligencia para el estudio, y gracias a su tenacidad logró sacar el bachillerato en Madrid y posteriormente estudiar Ciencias Exactas en la Universidad Central de Madrid, aunque, como veremos, el inicio de la contienda le impidió su finalización. Desde muy joven militó en las filas republicanas y comunistas; y fue muy activo en el movimiento estudiantil (FUE y FUHA) donde luchó en pro del derrocamiento de la dictadura de Primo de Rivera y de la Monarquía. Durante ese periodo, al igual que muchos otros luchadores, sufrió persecuciones y torturas que le llevaron a la prisión en Madrid, Zaragoza y Barcelona. La sublevación fascista de 1936 le sorprendió cuando apenas le faltaba un curso para terminar la carrera de Ciencias Exactas. Decidió desde el primer momento incorporarse como voluntario a las milicias antifascistas, siendo nombrado inmediatamente capitán al mando de una compañía de milicias con la que acudió al frente de Somosierra para frenar las columnas rebeldes que venían de Burgos. Tras Somosierra, conoció los frentes de Madrid, Brunete, Teruel, Lérida, Ebro, Cataluña y de nuevo Madrid. Reconocido su valor y capacidad por los mandos, poco a poco recorrió toda la gama de cargos y empleos desde simple miliciano hasta jefe de la 101 Brigada Mixta, cuya creación le fue encomendada en mayo de 1937. Un año después, en mayo de 1938 asciendió a teniente coronel y obtiene el mando de la 35ª División del Ejército Popular de la República, con la que se batió en la batalla del Ebro, en la venta de Camposines. Obtuvo por su valentía las medallas republicanas del Valor y de la Libertad por méritos de guerra.

 Al producirse la derrota republicana marcha al exilio en febrero de 1939, primero a Francia y después a la URSS, donde cursó estudios militares superiores en la Academia Militar Frunze. También se gradúa en Ciencias Económicas.

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Merino (4º izda) en la Academia Frunze de Moscú, acompañado de varios españoles: Juan Modesto, Francisco Romero Marín, Enrique Líster, Manuel Tagüeña,, Artemio Precioso, Sixto Agudo. etc.

Al comenzar la II Guerra Mundial participó en la guerra contra el nazismo, luchando en la defensa de Moscú y desarrollando, como otros españoles, actividades militares docentes en la propia academia Frunze, dada su experiencia en combate y en el mando. En los años de postguerra desempeñó funciones técnicas en el Ejército Yugoslavo y fue  ascendido a coronel; más tarde enseñó español y estudió ingeniería en Praga (Checoslovaquia).

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Pedro Mateo Merino en 1986, fecha de la publicación de sus memorias

 Merino ejerció diez años como técnico en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, donde además revalidó su título en Ciencias Económicas.  Después de treinta y tres años de exilio, regresó a España en 1970, donde vivió hasta su muerte, falleciendo en la madrileña localidad de Móstoles el 19 de noviembre de 2000. Una muerte que pasó casi totalmente desapercibida , excepto por una breves reseñas en el diario El País y en Mundo Obrero. Nunca, que sepamos, ha sido Merino honrado con ningún homenaje ni reconocimiento. Algunos militantes militantes de Izquierda Unida le recuerdan en las asambleas locales de IU o del PCE, o sentado en un banco de la Concordia, tomando tranquilamente el sol.

Sirvan estas líneas como reconocimiento a uno de los jefes del Ejército Popular que más altas puso las cotas del valor, del sentido del deber y de la capacidad técnica militar que logró alcanzar el Ejército Popular Regular (EPR) de la República española., creando un ejército de la nada, sin apenas medios, y en tiempo record. Todo un ejemplo de una vida consagrada a defender la libertad y los intereses de la clase trabajadora.. No en vano, sus memorias, publicadas en 1986, se titulan “Por vuestra libertad, y por la nuestra”.

Memorias del humanense Pedro Mateo Merino, publicadas en 1986.