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Acto por la República en Guadalajara
14 de abril de 2014

Agrupación Republicana de Guadalajara, ARGU
Foro por la Memoria de Guadalajara
Izquierda Unida
PCE
CCOO


José Morales por el PCE e IU

Xulio García por el Foro por la Memoria

Miguel Ángel Fernández , de Agrupación Republicana de Guadalajara (ARGU)

Pedro A. Garcia Bilbao, ASR
Javier Morales, secretario de CCOO

Pancarta del PCE

Acto en Guadalajara por la III República

Fuente: Carlos Hernández @eldiarioes
Ha fallecido Agustín López, uno de los últimos supervivientes de los campos de concentración franquistas. Agustín pasó por 3 campos y un durísimo batallón de trabajos forzados en Siguenza. 

Su historia incluyó años de sufrimiento, castigos y trabajos forzados, pero no rencor: Agustín ha muerto a solo un mes de su 104 cumpleaños sin conseguir que respondieran a su pregunta: “¿Por qué nos trataron como animales?”

Agustín (segundo por la izquierda) con otros miembros de su batallón de trabajos forzados en Sigüenza. cortesía de la familia López

“Me gustaría encontrarme con alguno de nuestros guardianes y preguntarle: ¿Por qué nos tratabais tan mal? ¿Por qué nos tratabais como si fuésemos animales?”. Ese era siempre el único deseo que salía de la boca de Agustín López Montoro cuando se le preguntaba si guardaba rencor o quería vengarse, de alguna manera, de quienes tanto le hicieron sufrir. Nunca respondió con odio, insultos o anhelos de violencia. Solo quería tener un último cara a cara con aquellos militares que le explotaron, humillaron y torturaron en tres campos de concentración franquistas y en un terrible batallón de trabajos forzados. Solo deseaba poder mirarles a los ojos para intentar averiguar el porqué de tanto ensañamiento y tanta crueldad. A solo un mes de su 104º cumpleaños, Agustín ha muerto sin ver cumplido ese sueño. 

Una juventud entre la guerra y los campos de concentración

“Mi padre era republicano y yo, aunque solo tenía 16 años, también lo era. Por eso quisimos defender la República”. Agustín recuerda los momentos de zozobra que se vivieron en su pueblo, Santa Cruz del Retamar (Toledo), tras el golpe de Estado perpetrado en julio de 1936. Militante de UGT y de las Juventudes Socialistas, sus paisanos le llamaban “Remolino”, por el rebelde flequillo que despuntaba en su frente durante la niñez. Su extrema juventud hizo que Agustín no fuera llamado a filas hasta 1938, durante la fase final de la guerra en la que combatió defendiendo la capital del asedio franquista. “Cuando entraron en Madrid las tropas de Franco, yo ya me había vuelto a mi pueblo”, recordaba Agustín.

La debacle republicana precipitada por el golpe de Estado del coronel Casado permitió al futuro dictador ocupar la ciudad sin apenas oposición. La mayoría de los soldados leales al gobierno democrático habían regresado a sus hogares o escapaban hacia Alicante para tratar de abordar algún barco que les sacara de España. “Yo estaba en mi casa, pero enseguida hicieron un llamamiento, a través de la radio y los periódicos, para que quienes habíamos pertenecido en el ejército republicano nos presentáramos en el campo de concentración más cercano”.

“Nos echaban agua en un abrevadero para el ganado… Tuvimos suerte porque llovió y bebíamos de los charcos porque el agua estaba más limpia que la del abrevadero”

Agustín no se atrevió a desobedecer la orden y se dirigió hasta el campo de concentración que los franquistas habían habilitado en el barrio madrileño de Campamento. “Estábamos allí miles de hombres… muy asustados. El primer día recibimos una lata de sardinas, pero luego nos tuvieron cinco o seis días sin comer. Fue terrible. Luego nos dieron una lata de cocido y un chusco de pan que teníamos que repartirnos entre varios, pero había tanta hambre y tanta desesperación que el que tenía que dividir la ración salió corriendo y se perdió entre la muchedumbre. También teníamos mucha sed. Nos echaban agua en un abrevadero para el ganado… No queríamos beber de ahí. Tuvimos suerte porque llovió y bebíamos de los charcos porque el agua estaba más limpia que la del abrevadero”.

La documentación que se conserva del ejército franquista apunta a que este recinto, ubicado en la actual confluencia de la Avenida de los Poblados con el Paseo de Extremadura, llegó a albergar a más de 5.000 prisioneros. 

Aquel abril de 1939 había 16 campos de concentración en el actual territorio de la Comunidad de Madrid en los que se hacinaban decenas de miles de cautivos. Además del hambre y la sed, los prisioneros se enfrentaron a malos tratos, falta de higiene, enfermedades y a la amenaza permanente de ser asesinados. En toda España hubo 303 campos de concentración franquistas que, junto a los llamados Batallones de Trabajadores, conformaron un vasto sistema concentracionario por el que pasó cerca de un millón de prisioneros, en su inmensa mayoría hombres. El primero de estos campos abrió sus puertas en julio de 1936, unas horas después de iniciarse el golpe de Estado, y los dos últimos no fueron clausurados hasta 1947. Agustín tuvo suerte y fue liberado a finales del mes de abril de 1939, con la condición de regresar a su pueblo y presentarse ante las nuevas autoridades municipales.  

Segundo cautiverio y trabajos forzados

‘Remolino’ se sintió afortunado porque en su pueblo ni los falangistas ni la guardia civil tomaron represalias contra él. Pero su felicidad duró poco tiempo. Unos meses después fue llamado a filas por el ejército de la recién inaugurada dictadura. Franco ordenó que aquellos jóvenes que habían servido a la República debían hacer nuevamente el servicio militar. Fue la mal llamada “mili de Franco”.

Aquellos mozos que eran avalados como “afectos al Movimiento” por algún gerifalte de la “Nueva España” cumplían un servicio militar “normal”, en alguna unidad del ejército franquista. Sin embargo, quienes no lograban ese aval y eran considerados “desafectos” eran enviados a campos de concentración para, desde allí, engrosar los llamados Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores: unidades dependientes de la Inspección de Campos de Concentración en las que los prisioneros realizaban trabajos forzados.

“Me enviaron primero al campo de concentración que había en el colegio Miguel de Unamuno de Madrid. Tuve que dormir en la escalera, en el suelo, porque aquello estaba atestado de prisioneros”, relataba Agustín. De allí fue trasladado al campo de concentración de Miranda de Ebro, en la provincia de Burgos, donde pasó el tiempo justo para integrarse en un batallón de trabajos forzados. “Ahí empezó lo peor. Nos mandaron a Sigüenza para trabajar en la vía del ferrocarril. Estábamos llenos de mugre, siempre cubiertos de piojos y de pulgas. Casi no nos daban de comer y, aún así, estábamos todo el día con el pico y la pala…”.

Agustín fue testigo de la muerte de varios compañeros por hambre, enfermedades y malos tratos. “Nos daban una paliza con cualquier excusa. A uno casi lo matan por robar una remolacha porque tenía hambre. Otro castigo muy frecuente era hacerte cargar todo el día con un saco lleno de arena o de piedras… tenías hasta que dormir con él. Nos trataban peor que a los animales”.

Fueron muchos meses de una macabra rutina que comenzaba cantando el Cara al sol y continuaba con horas y horas de durísimo trabajo, sin nada que llevarse a la boca, sin posibilidades de asearse y con los constantes malos tratos a los que les sometían sus guardianes. “Cuando ahora veo en la tele algún reportaje sobre el Holocausto —afirmaba con tristeza Agustín— me pregunto por qué no se habla ni se conoce lo que sufrimos aquí. Porque lo que pasó aquí también fue terrible y yo viví algunas escenas muy parecidas a las que ahora veo en la tele”.

Libertad y Memoria

Tras la pesadilla de Sigüenza, Agustín fue enviado a una unidad militar en el Norte de África donde las condiciones de vida eran mucho mejores: “Allí cambió todo porque me trataban como a un soldado más”. En total pasó tres años fuera de su casa y, cuando por fin le permitieron regresar, la vida siguió sin ser fácil: “No encontraba trabajo porque había sido republicano. Los puestos de trabajo eran para los suyos”.

El tiempo fue pasando y, no sin dificultades, Agustín logró ir construyendo una vida y formar una familia. El pasado, el miedo y el silencio siempre estuvieron ahí, hasta que, muchos, muchos años después, su hijo, José María, le animó a contar públicamente todo lo que había sufrido.

Agustín publicó primero un pequeño libro con sus memorias y, desde 2019, participó en diversos actos y concedió algunas entrevistas para levantar el manto de olvido que, en nuestro país, ha cubierto la represión franquista, en general, y los campos de concentración de Franco, en particular. Con la cabeza lúcida y un estado físico envidiable para sus casi 104 años de edad, Agustín hizo una confesión hace solo un par de meses: “Tengo que ir pensando en marcharme”. Dicho y hecho. El entrañable ‘Remolino’ se ha marchado rodeado del cariño de toda su familia y con la satisfacción de haber recibido algunos –menos de los debidos, pero más de los que hubiera podido imaginar– merecidos homenajes. 




Agradecimientos, Carlos Hernández
https://www.eldiario.es/sociedad/sueno-cumplir-agustin-lopez-ultimos-supervivientes-campos-concentracion-franquistas_1_10897887.html

Entrada de las tropas del bando sublevado en Cogolludo, 1937. En el pie de foto se lee: «El Gral. Moscardó en la Plaza de Cogolludo»//Imagen: Biblioteca Digital Hispánica GC-CAJA/054/04.

Once de ellos se instalaron en la provincia y cuatro en la capital. Se trataba de centros de clasificación temporales en los que los prisioneros padecieron un trato infrahumano

Publicado por: Ana María Ruiz 10/06/2023 El Decano de Guadalajara
A finales de marzo de 1939 se produjo la ocupación militar de Guadalajara por parte de las tropas franquistas. Desde el minuto cero, miles de prisioneros de guerra fueron capturados y encerrados en campos de concentración, donde sufrieron terribles situaciones de hambre, hacinamiento, torturas y muerte. En toda España, se crearon cerca de 300 campos por los que pasaron entre 700.000 y un millón de españoles. 


La provincia albergó quince de ellos, en los que permanecieron cerca de 19.000 prisioneros republicanos. Xulio García Bilbao, portavoz Foro por la Memoria de Guadalajara, puntualiza que, en el caso de Guadalajara, la mayor parte fueron efímeros y cerrados tras los primeros meses de uso. Eran lugares donde se concentraba a los presos para su clasificación y posterior envío a cárceles, batallones militares o batallones de trabajos forzados. Algunos de ellos, los menos, fueron puestos en libertad. 


En concreto, los campos de concentración de la provincia se localizaron en Sigüenza, Espinosa de Henares, Villanueva de Argecilla, Armuña de Tajuña, Ruguilla, Gárgoles de Arriba, Maranchón y Miralrío, que se subdividió en otros cuatro campos en Cogolludo, Casas de San Galindo, Padilla de Hita y Jadraque. Cabe destacar que éste último, llamado la ‘Casa del Guarda’, fue objeto en 2022 de un proyecto de investigación por parte del CSIC, dirigido por Alfredo Ruibal, cuyo equipo lleva más de una década desarrollando estudios arqueológicos de espacios relacionados con la Guerra Civil española. 


Según los datos que refleja el libro ‘Los campos de concentración del franquismo’, del periodista Carlos Hernández, por los centros instalados en Guadalajara pasaron alrededor de 12.000 miembros del ejército republicano, además de otras personas relacionadas de una u otra manera con la ideología de la República.


A éstos 12.000 habría que sumar los 7.000 que albergaron los cuatro campos de concentración y clasificación que se crearon en la capital. Concretamente, en el antiguo Convento de las Monjas Bernardas -en el espacio que hoy ocupa la Escuela de Arte-, en la Plaza de Toros, en la fábrica de la Hispano Suiza y en el llamado Polígono, muy cerca del barrio de Los Manantiales.


Según explica Xulio García, una vez realizada la ocupación militar, el ejército franquista se encontró con miles prisioneros que debía de clasificar. Para ello, se creó la Comisión Central de Campos de Concentración que estableció una serie de normas que debían aplicarse en dicha clasificación. Se adjudicaba a cada preso una letra (A, B, C y D) según fuese su ‘peligrosidad’ para el incipiente nuevo régimen. “Cuando cae el frente republicano en 1939 y se rinden los soldados, el ejército franquista se encontró con miles de prisioneros en muchísimos lugares donde cayeron los frentes en la provincia”, señala. 

Campo de concentración del convento de San Bernardo//Imagen: Archivo Municipal Guadalajara. Cedida por Xulio García

Carlos Hernández relata en su libro cómo las comisiones clasificatorias eran las que determinaban el destino de los internados. “Se investigaba a cada uno de los prisioneros, principalmente mediante informes de alcaldes, curas y de los jefes de la Guardia Civil y la Falange de las localidades natales”.

Los declarados ‘afectos’ (A) eran puestos en libertad; los ‘desafectos leves’ y sin responsabilidades políticas (B) eran enviados a los batallones de trabajadores; los desafectos ‘graves’ (C) eran enviados a consejos de guerra para ser condenados a muerte o a largas penas de prisión.Según consta en la documentación del Archivo General Militar de Ávila, en esta lista ‘negra’, a las que ha podido acceder El Decano de Guadalajara, se incluía a los altos cargos y comisarios del ejército republicano.  Los clasificados como delincuentes comunes (D) eran enviados también a la cárcel o permanecían en los campos permanentes. 

 Las mujeres civiles que fueron capturadas en un primer grupo fueron encerradas durante 48 horas en la iglesia de San Ginés. A través del testimonio de Aurora Arnaiz, una presa que dio a luz allí y perdió el bebé, autora de un libro sobre mujeres republicanas apresadas, conforme se iban haciendo más prisioneras y dado el hacinamiento, eran trasladadas a uno de los cuatro patios de la Prisión Central (hoy Prisión Provincial en desuso), donde permanecían un tiempo. Allí, Tomasa Cuevas, otra presa que relató estos hechos en uno de sus tres libros sobre la represión franquista, fue testigo de las torturas a las que eran sometidos los hombres presos, a los que desde el patio oían proferir gritos desgarradores. Cuando se empezó a detener y traer a más mujeres y el número fue excesivo, las llevaron al Colegio Sagrado Corazón, donde asegura que las mataban de sed y vivían en condiciones terribles. Todas ellas fueron clasificadas y enviadas a  distintas prisiones de España y a la Prisión Militar de la calle Ángel Martín Puebla, posteriormente reconvertida en la Cárcel de Mujeres. Según la información proporcionada por Xulio García, más de 600 mujeres fueron apresadas y condenadas en Guadalajara.

Condiciones infrahumanas

Cabe destacar que los campos de concentración, dada su temporalidad y lo rápido de su creación, no contaban con las mínimas condiciones de vida. “A pesar de su carácter provisional, uno podría llegar a pensar que fueron menos duros para los prisioneros, pero no es verdad. El problema está en que la imagen que tenemos normalmente de un campo de concentración es la que nos ha llegado a través del cine y de los campos de exterminio nazis y, cualquier otro campo que tenga otra característica, parece que es un campo humanitario o un lugar de vacaciones y no es verdad”, afirma García. 

Las condiciones eran durísimas. Los detenidos, incluidos los heridos y los enfermos, se hacinaban en unas instalaciones que no estaban habilitadas para albergar a cientos de personas: “Deliberadamente o no y, debido a la masificación, la alimentación no era buena, no tenían ropa ni abrigo y la higiene era nula. La situación era terrorífica”, apunta Xulio García, quien añade que estos lugares no reunían las condiciones establecidas en los acuerdos de la Convención de Ginebra que España firmó en 1929. En ella se señalaba que el ejército tenía la obligación de cuidar y dar un tratamiento humanitario a los prisioneros bajo su custodia: “Según Ginebra, en aquellos campos ya se estaban cometiendo crímenes de guerra”, denuncia.


Afortunadamente, los campos de concentración de la capital cerraron su actividad el 25 de abril de 1939, cuando todos sus ocupantes habían sido clasificados y evacuados. Su destino: la condena a muerte, la prisión, los trabajos en las industrias militares del Régimen (Destacamentos penales, colonias penitenciarias militarizadas y talleres penitenciarios.)  o los llamados Batallones de Trabajadores, divididos en Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores, Batallones Disciplinarios de Trabajadores y Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores Penados.


Con respecto a los campos de la provincia, o bien desaparecieron directamente o se reconvirtieron en sedes de estos Batallones de Trabajadores Penados, como el de Jadraque, cuyos prisioneros se encargaron de la construcción del embalse de Pálmaces, o el de Sigüenza, dedicado a la reconstrucción de la Catedral. 

Según el portavoz del Foro por la Memoria, todo este despliegue “significa que el incipiente gobierno franquista gastó una cantidad ingente de recursos y de dinero únicamente para castigar y extender el castigo a estas personas. Consideramos que es importante y que hay que recordarlo”. 

Prisioneros de un Batallón de Trabajo en Sigüenza, en 1942//Imagen: laplazuela.net

Una moción de dignificación


En este sentido, el grupo municipal de Unidas Podemos en el Ayuntamiento de Guadalajara, presentó una moción ante el pleno celebrado el 29 de noviembre de 2019 con el objetivo de dignificar y rendir memoria y homenaje a las miles de personas de la provincia y de otros puntos de España que fueron prisioneros en los campos de concentración. 

En ella, se pedía instar a la Junta de Comunidades a instalar una placa dentro de la Escuela de Arte y habilitar un espacio de memoria en la Plaza Ceuta y Melilla “que recuerde que fue utilizado como campo de concentración franquista en el año 1939”. Asimismo, se proponía buscar fórmulas para que los alumnos de dicha Escuela pudieran participar en el proceso de creación de ese espacio con algún tipo de expresión artística. 

La moción fue rechazada con los votos desfavorables del Partido Popular, Vox y Ciudadanos, quienes consideraban, según consta en acta, que este hecho supondría reabrir viejas heridas, dividir a la sociedad y promover la confrontación. 


Lamentablemente, a día de hoy, los lugares que albergaron campos de concentración en la provincia continúan sin tener ningún signo físico de reconocimiento a los miles de hombres y mujeres que allí sufrieron lo indecible por luchar en defensa de sus ideales y que, guste o no, forman parte de la historia de este país y de esta provincia. Tanto como los del bando ganador.

Sello oficial del organismo que controlaba los campos//Imagen: Twitter Carlos Hernández, de su libro ‘Los campos de concentración del franquismo’.

Fuente:

https://eldecanodeguadalajara.com/index.php/news/2973/los-campos-de-concentraci%C3%B3n-franquistas-de-guadalajara-albergaron-a-cerca-de-19-000-presos-republicanos/?fbclid=IwAR0Y4aG-66xP6v7ccN3BTPd7oOSOaPvJT8yvmoa9ZGXAML1XkFq8QquKaFQ

157 asesinatos investigados por la Justicia

Según el Foro por la Memoria de Guadalajara, serían milicianos hechos prisioneros en 1936 tras la Batalla de Sigüenza.

Por Gloria Magro. El Hexágono de Guadalajara.

La policía judicial investiga el hallazgo de cuerpos en el cementerio de Las Casas (Sorias); Foto: FMGU

El escenario del crimen es rápidamente acordonado por la policía judicial. A la espera del juez a cargo de la investigación, los agentes impiden la labor de los fotógrafos y mantienen a distancia prudencial a los familiares de las víctimas y a los investigadores que han hecho el descubrimiento. A sus pies, la fosa del cementerio de Las Casas, en Soria, donde han aparecido los restos revueltos de lo que podrían ser en total en todo el recinto más de un centenar de personas asesinadas, muchas de las cuales, según el Foro por la Memoria de Guadalajara, serían milicianos hechos prisioneros en 1936 tras la Batalla de Sigüenza.

Soria asiste estos días fascinada al último episodio de la Guerra Civil, que se escribe en un cementerio de su capital. Los periódicos publican día a día las últimas novedades de un caso histórico que desvela uno de los episodios más dramáticos sucedidos en los primeros meses de la contienda y del que los historiadores tenían constancia aunque la fosa no hubiera sido aún localizada. En la cata anterior, el pasado otoño, ahora saben que se quedaron a escasos centímetros de acertar. Los primeros siete cuerpos han aparecido justo ante la puerta principal del recinto y se cree que hay muchos más, tanto dentro como extramuros.

Más de ochenta y seis años después de aquellos sucesos y a diferencia de lo que ocurre en otros lugares, en esta ocasión el paisaje dantesco de huesos y balas de procedencia alemana localizado en Las Casas no está siendo tratado como mera arqueología forense sino como el escenario de un crimen, de un crimen a gran escala. Los juzgados de Soria han procedido con diligencia en la excavación realizada por los investigadores de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y la asociación soriana Memoria y Dignidad. Los familiares de algunas de las víctimas, allí presentes, confían en que las pruebas de ADN confirmen el final de una búsqueda que ha durado décadas de dolor e incertidumbre.

Maribel Dorado Marín ha ido en varias ocasiones a Soria, estuvo presente en la excavación del pasado otoño y también ha querido presenciar ésta. Busca a sus tíos, desparecidos en Sigüenza tras la toma de la catedral. El rastro de ambos se pierde entre los cientos de milicianos prisioneros trasladados en tren al convento soriano de Santa Clara, reconvertido por aquel entonces en prisión del ejército sublevado. «Todos los que están aquí enterrados merecen estar con sus familias», afirma emocionada después de haber presenciado la aparición de los primeros restos óseos y de haber visto las huellas claras de disparos en los cráneos que surgen de entre el barro. Esa imagen ha recorrido todos los medios de comunicación nacionales e internacionales estos días.

Los investigadores creen que en ese recinto yacen vecinos de los pueblos de alrededor, represaliados en los meses iniciales de la guerra, y también prisioneros provenientes de Guadalajara. El juzgado de Soria ha solicitado al Foro por la Memoria de Guadalajara que proporcione las listas de presos que localizaron en 2011 en archivos militares. Se trata de dos listados con nombres, apellidos y filiación que da cuenta de los milicianos capturados en Sigüenza por el ejército sublevado. El primero de ellos, fechado el 16 de octubre de 1936, tras la toma de la catedral, con los datos de 490 hombres, 47 mujeres y 54 niños, y el segundo, procedente de la prisión de Soria, a donde fueron trasladados, fechado en enero de 1937. Entre un lista y otra, la diferencia es de 157 nombres, cuyos cuerpos podrían ser los que se han encontrado estos días y los que aún pueden aparecer cuando se realicen las siguientes prospecciones.

Entre ellos podrían estar los restos de Enrique Bispo Blanco, miliciano del Batallón Ferroviario, desaparecido cuando se encontraba bajo custodia de las fuerzas fascistas después de combatir en Sigüenza. Su nieta, Olga Quijada Bispo, asistía estos días a la excavación. Al igual que ella, Maribel Dorado Marín; cementerio soriano ha sido la última parada de su búsqueda. Tres de sus tíos, apenas adolescentes, se alistaron en defensa de la República en el verano de 1936. A dos de ellos, Carmelo Agustín Marín Martínez, los más jóvenes, el Foro por la Memoria de Guadalajara los sitúa en Sigüenza durante la toma de la catedral. Sus nombres figuran en el listado de los milicianos que llegaron después a Soria y ahí se desvanece su pista, estando bajo custodia de los militares sublevados. La familia no ha dejado de buscarles desde entonces.

En España, a diferencia de lo ocurrido en otros conflictos de la época, tras el fin de la Guerra Civil no estalló la paz, sino la represión. El Régimen franquista no levantó sistemáticamente fosas y cunetas, no identificó a los caídos, ni proporcionó descanso a todas las familias. “Solo lo hizo con los suyos –explica Xulio Garcia Bilbao, documentalista y responsable del Foro por la Memoria de Guadalajara, presente también en el levantamiento de la fosa de Soria-. En el BOE del 1 de mayo de 1940 Franco publicó una orden para exhumar, identificar y homenajear a los muertos del bando franquista, ignorando a los republicanos”.

Los años venideros se cebaron aún más con los españoles que perdieron no solo la guerra, sino también a sus padres, tíos o hermanos. La democracia no recogió tampoco la petición de estas familias. Y no ha sido hasta esta última legislatura, más de ochenta y cinco años después, con la La ley de Memoria Democrática, cuando se abrió una ventana de esperanza para los que aún manifiestan su derecho legítimo de encontrar sus restos. Y sin embargo, siguen siendo las asociaciones memoralistas quienes buscan la información y las respuestas. Muchas veces a pie de fosa, como estos días en Soria.

La Ley de Memoria Democrática entró en vigor en noviembre de 2021, su texto se puede consultar en el B.O.E y sitúa a España al mismo nivel que otras democracias europeas , ajustando a nuestro país a los principios de derecho internacional. La Ley se basa en los principios de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición, así como en los valores democráticos de concordia, convivencia, pluralismo político, defensa de los derechos humanos, cultura de paz e igualdad de hombres y mujeres, como reza el comunicado de Presidencia del Gobierno. Para el ministro de presidencia y memoria democrática, Félix Bolaños, con esta ley «pasamos definitivamente página de la etapa más negra de nuestra historia, de la Dictadura y de la Guerra Civil, y abrazamos y reivindicamos lo mejor de nuestra historia, a las personas que lucharon por la democracia, por la Transición, por la Ley de Amnistía y por la Constitución».

Sin embargo, y aunque se trata de la legislación que más ha avanzado en asistencia a las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo, y que más ha trabajado en crear una conciencia histórica sobre esos años, no supone una reparación o un marco legislativo completo, ni tampoco ha desarrollado en estos años su articulado. De hecho, la falta de un banco nacional de ADN es una de las trabas más importantes a la hora de identificar los restos cuando aparecen. Las asociaciones, como el Foro por la Memoria de Guadalajara, trabajan con laboratorios privados que almacenan estas pruebas, supliendo así la labor que no efectúa el Estado y que previsiblemente de llegar el Partido Popular al Gobierno ya no se llevará a cabo. La Ley de Memoria Democrática es una de las que el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijoo ha anunciado que derogará si gobierna la próxima legislatura.

Los listados de prisioneros y la información proveniente de archivos militares encontrada por el Foro por la Memoria de Guadalajara donde se prueban crímenes de lesa humanidad según la legislación española e internacional vigente ya en 1936 fueron presentadas el 24 de septiembre de 2013 ante el relator especial de Naciones Unidas para desapariciones Forzosas, (OHCHR) Ariel Dulitsky, durante su visita a España y en el seno de una reunión con distintas entidades memorialistas.

Aquellas familias que tengan información o sospecha de un familiar desaparecido en la Guerra Civil y quieran practicarse pruebas de ADN pueden contactar a través del correo electrónico con foroporlamemoriaguadalajara@gmail.com 

Se trata de 157 milicianos desaparecidos en 1936

Imagen de las excavaciones en las Casas/ Foto : web Recuerdo y Dignidad

Guadalajara Diario/Agencia EFE.
Un juzgado de Soria investiga los restos humanos que se han exhumado, desde el 29 de mayo, en el cementerio de Las Casas y que, según el Foro por la Memoria de Guadalajara, podrían pertenecer a los milicianos desaparecidos en la Batalla de Sigüenza, que fueron trasladados a ese municipio en octubre de 1936 por las tropas franquistas.

En una nota de prensa, el Foro por la Memoria de Guadalajara ha informado de que un juzgado soriano ha abierto diligencias a raíz de la aparición de restos humanos en los trabajos que la Asociación Soriana Recuerdo y Dignidad ha iniciado en el cementerio de Las Casas.

Según las investigaciones del Foro por la Memoria de Guadalajara, 157 milicianos desparecieron cuando se encontraban bajo custodia del ejército sublevado, tras la Batalla de Sigüenza, que tuvo lugar en el verano de 1936, al inicio de la Guerra Civil.

Así, tras la aparición el mismo lunes 29 de mayo de los primeros restos humanos con signos de muerte violenta en el cementerio de Las Casas, la asociación soriana encargada de la excavación dio cuenta al Juzgado de Guardia de Soria, que se personó en el lugar para hacerse cargo de las correspondientes diligencias y el Foro de por la Memoria de Guadalajara ha aportado la documentación que consta en su poder para tratar de esclarecer si los restos pertenecen a los milicianos de Sigüenza.

La batalla de Sigüenza transcurrió durante los primeros meses de la Guerra Civil.

El 15 de octubre de 1936, tras un asedio de varios días, las tropas franquistas concluyeron la ocupación militar de Sigüenza y detuvieron a numerosos prisioneros republicanos que se hallaban resistiendo o refugiados en la catedral.

Su número y destino ha dado lugar a diversas especulaciones hasta que el Foro por la Memoria de Guadalajara encontró los datos que ahora ha ofrecido al juzgado de Soria.

Además, el Foro por la Memoria ha pedido colaboración para localizar a familiares de estos prisioneros desaparecidos procedentes de Sigüenza en 1936. EFE

Fuente: Agencia EFE

Sus restos podrían encontrarse en las fosas del cementerio de Las Casas, en Soria, en cuya exhumación trabaja la Asociación Soriana Recuerdo y Dignidad desde el 29 de mayo.

Miembros de la familia de Enrique Bispo, miliciano desaparecido de la catedral de Sigüenza, siguiendo los trabajos en el cementerio de Las Casas. – FMGU

S. JIMÉNEZ

 9 DE JUNIO DE 2023

GUADALAJARA.- Foro por la Memoria de Guadalajara pide colaboración para localizar a los familiares de los milicianos desaparecidos en la catedral de Sigüenza en octubre de 1936, cuyos restos podrían encontrarse en el cementerio soriano de Las Casas, donde el pasado 29 de mayo la Asociación Soriana Recuerdo y Dignidad comenzaba a realizar una serie de catas y exhumaciones en unas fosas de la guerra civil.

Trabajos que abren una vía de esperanza para la localización, entre otros, de los cuerpos de los desaparecidos en la batalla de Sigüenza, que habrían sido trasladados allí en octubre de 1936 por las tropas franquistas.

Desaparecidos que, según las investigaciones llevadas a cabo desde Foro por la Memoria, serían 157, cuyos nombres habrían sido localizados en dos listas en 2011, las cuales fueron entregadas en 2013 al relator especial de desapariciones forzadas de la ONU, Daniel Dulitzky. Documentos por los que ahora el juzgado soriano que investiga los cuerpos aparecidos estos días en las fosas de Las Casas ha mostrado su interés, y van a ser aportados por la asociación memorialista guadalajareña.

Información que la ONU recogió, explican desde Foro por la Memoria de Guadalajara, lo cual “supuso un importante paso, pues se trata de pruebas de un caso flagrante de desapariciones forzosas, aunque también recordó entonces que es el Estado español el encargado de investigar estas desapariciones”.

Y es que tras la aparición el pasado 29 de mayo de los primeros restos humanos con signos de muerte violenta, la asociación soriana encargada de le excavación daba cuenta al juzgado de guardia, cuyo titular se personaba en el lugar para hacerse cargo de las diligencias.

Según explican desde Foro por la Memoria de Guadalajara, se trata del quinto caso en la provincia de Soria en el que tras la aparición de fosas de la guerra civil se practican diligencias judiciales, lo que supone “una novedad” con respecto a lo que ocurre en exhumaciones del mismo periodo en otros lugares de España, al descartarse en la mayoría de los casos la intervención judicial.

Respecto a la batalla de Sigüenza, la asociación recuerda que fue uno de los episodios más importantes de los primeros meses de la Guerra Civil. “El 15 de octubre de 1936, tras un asedio de varios días, las tropas franquistas concluyeron la ocupación militar de Sigüenza y detuvieron a numerosos prisioneros republicanos que se hallaban resistiendo o refugiados en la catedral”, señalan. Su número y destino ha sido objeto de diversas especulaciones hasta que fueron encontrados los datos que ahora se han ofrecido al juzgado de Soria.

En este sentido, apuntan cómo “la práctica totalidad” de los estudios publicados sobre este episodio se centra principalmente en los aspectos militares o tácticos, “ignorando la represión franquista y especialmente la llevada a cabo contra los resistentes en la catedral, que todavía hoy es desconocida en gran parte a pesar de los años transcurridos”.


Por ello desde Foro por la Memoria se pide colaboración para tratar de localizar a familiares de estos prisioneros desaparecidos, procedente de Sigüenza. Así invitan a quienes puedan aportar datos o quieran solicitar información, a ponerse en contacto con ellos a través del correo electrónico: foroporlamemoriaguadalajara@gmail.com

Fuente:
https://periodicoclm.publico.es/2023/06/09/foro-memoria-guadalajara-pide-colaboracion-localizar-familiares-milicianos-desaparecidos-siguenza/


Cabanillas (Guadalajara)
HOMENAJE A LAS BRIGADAS INTERNACIONALES
En memoria de los brigadistas polacos residentes en Cabanillas en 1937

ZA WOLNOSC WASZA I NASZA

(Por nuestra libertad y por la vuestra) 

Jueves 23-2-2023 , 11 h

Plaza del Pueblo 1, Frente al Ayuntamiento de Cabanillas.
Cabanillas del Campo (Guadalajara) 

Organizan:

– Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales (AABI), 

 – Izquierda Unida Cabanillas del Campo


– Foro por la Memoria de Guadalajara

– Stowarzyszenie Ochotnicy Wolnosci  (Asociación Voluntarios por la Libertad

RESTAURADO EL MEMORIAL DE GUADALAJARA.
Recolocadas las placas individuales de homenaje a las victimas del franquismo.
 
 


Guadalajara, 09/10/2022.- El monumento memorial dedicado a las víctimas de la dictadura franquista que fue inaugurado hace un año en el Cementerio Municipal de Guadalajara, ha sido restaurado, tras los desperfectos accidentales que había sufrido en meses pasados.

El monumento, que contiene los nombres de 977 víctimas mortales de la dictadura franquista inhumadas en diversos espacios del cementerio, sufría algunos daños desde el pasado mes de abril, por causas ajenas al ayuntamiento, y estaba en proceso de restauración.

El pasado 1 de noviembre, fecha en que tiene lugar un importante homenaje a las víctimas, pudo ser visitado por centenares de personas.

Miembros del Foro por la Memoria de Guadalajara hemos recolocado además, algunas placas de homenaje individual que familiares habían solicitado para ese espacio en los últimos años y que habían sido retiradas momentáneamente para no ser dañadas durante las obras. Placas individuales dedicadas a víctimas del franquismo han sido colocadas por familiares en varias zonas del cementerio desde la recuperación de la democracia en 1977. Las placas recolocadas por el Foro lo han sido a petición de sus familiares en el lugar donde fueron asesinados y enterrados sus seres queridos, tal y como está registrado en el libro de enterramientos municipal y tal y como les había sido autorizado. Tal es el caso de la placa dedicada al maestro de Illana Cesareo Valdés, fusilado el 13 de mayo de 1940, y que había sido colocada por su nieto, también maestro, y residente en Estados Unidos, acompañado de miembros del Foro y de su sindicato, UGT.
Han ayudado en la recolocación, José Morales, concejal de Unidas Podemos, Alfredo Vicente Ruano, portavoz de Podemos en Guadalajara (ambos socios del Foro por la Memoria) y Daniel Touset, Coordinador provincial de Izquierda Unida.

Fotos. Xulio García/Foro por la Memoria

FMGU 07/05/2022.- Organizado por el Ayuntamiento de Sacedón (Guadalajara), ha tenido lugar hoy la Inauguración en el cementerio municipal de una placa de homenaje a los 7 sacedonenses deportados a los campos nazis, con motivo del Dia de recuerdo a las víctimas españolas del nazismo. El acto, presidido por las concejalas Alicia Guitart, (2ª teniente de alcalde), y Catherine García (1ª teniente de alcalde) de Sacedón, en ausencia del alcalde, (ausente por enfermedad) contó con la intervención, además de las citadas, de Concha Díaz, vicepresidenta de la asociación Amical de Mauthausen y otros campos, Xulio Garcia, portavoz del Foro por la Memoria de Guadalajara, y Jorge Díaz, en representación de los familiares de los deportados, Al mismo asistió también el presidente del Foro por la Memoria, Pedro A. Garcia Bilbao, así como como un grupo de familiares de deportados. El Foro por la Memoria hizo entrega al ayuntamiento de un diploma con la propuesta de Medalla de la Libertad al ayuntamiento de Sacedón, con el nombre del deportado Manuel Razola Romo, quien fue uno de los luchadores y supervivientes que organizaron la resistencia en el propio campo de Mauthausen, y ya en la posguerra, fundador de la asociación Amical de Mauthausen y otros campos, que esta año cumple 60 años de existencia.

FMGU

AABI

Tras los sucesivos fracasos del ejército de Franco en la conquista de Madrid (noviembre de 1936) y en las operaciones posteriores sobre Pozuelo y Boadilla (diciembre), tendentes a rodear Madrid por el noroeste, el mando  republicano intentó sorprender al franquista mediante una operación lejos de Madrid y en un día poco esperado: el 1 de enero de 1937. Se trataba de tomar tres pueblos del norte de Guadalajara -Algora, Mirabueno y Almadrones- al objeto de, si era posible, llegar hasta Sigüenza y perforar aquel frente relativamente desguarnecido.

La fuerza encargada de la operación fue la XII BI junto con una brigada mixta, caballería, doce carros de asalto y dos baterías, todo ello bajo el mando del general Lukacs. Pacciardi pasó a dirigir la XII BI y Guido Picelli sustituyó a Pacciardi al mando del batallón Garibaldi. Los otros batallones siguieron con su mando: El franco belga o André Marty  con Jean Marie Geoffroy y el Dombrowski con Kochanek. El ataque comenzó en la madrugada del 1 de enero de 1937. Desde la zona de Las Inviernas salieron desplegados dos batallones internacionales con el objetivo inicial de tomar dos pueblos: el Franco-Belga tomaría Algora, el Garibaldi Mirabueno.

El asalto a Mirabueno.

Así lo cuenta Giovanni Pesce:

Llega la noche del 29 de diciembre de 1936; se sale hacia el frente. Ahora todos los garibaldinos están armados. La 2ª Compañía es acuartelada en una escuela [del pueblo de Las Inviernas]. A pesar de ser invierno el clima es templado; parece primavera.

A primera hora [del día 1 de enero] salimos y, tras 20 kilómetros, bajamos de los camiones para proseguir a pie. La carretera Madrid-Zaragoza está ocupada por las fuerzas fascistas. Avanzamos lentamente observando el terreno. El ruido de los dos tanques que nos preceden romper el silencio del campo. En el bosque los carros de combate  derriban plantas y setos abriéndonos el camino. Picelli observa las posiciones fascistas con los prismáticos. La caballería intenta tomar contacto con el enemigo. Acampamos. Mientras preparamos la comida el comandante de la compañía y los comisarios son convocados por el mando. Tras una detallada exposición, el mando reparte las tareas de cada unidad: el batallón Garibaldi tiene que ocupar Mirabueno; los franceses tienen que ocupar por sorpresa Algora y los polacos Almadrones.

Comienza el avance. No encontramos resistencia, se teme cualquier sorpresa. Picelli ordena enviar por delante pequeñas patrullas… Avanzamos a través de los campos divididos por muretes, lo que nos permite avanzar rápidamente sin ser vistos por el enemigo… En un momento a Giordano le parece oír un ruido que viene de detrás de un muro. Damos la voz de alarma. Unas sombras  saltan y desaparecen. Estamos en posición de tiro. Corremos tras el enemigo para no darle tiempo a prepararse. Tras unos 300 metros vemos moverse otras sombras. Mientras emplazamos la ametralladora el enemigo dispara las primeras ráfagas.  Los fusiles ametralladores nos protegen mientras avanzamos. Los fascistas disparan a lo loco pero se retiran abandonando armas y municiones. Las ráfagas de nuestros tanques golpean con precisión  las defensas del enemigo.

En las primeras casa de Mirabueno encontramos mayor resistencia. Hay fascistas emboscados que nos disparan. Dirigiendo la operación está Pacciardi; al mando del batallón Garibaldi está Picelli, al que vemos correr de un lado a otro, dar órdenes y consejos sin dejar de disparar… Los fascistas huyen desordenadamente. Capturamos algunos prisioneros y entramos en Mirabueno…. Nos hacemos con tres ambulancias y varios coches, uno de ellos cargado con paquetes de regalo enviados por Franco a sus tropas…

La toma de Algora

Narración escrita por Raymond Hantz, Jefe de Sección de la Compañía de Ametralladoras del Batallón André Marty:

Geoffroy [en la mañana del 1 de enero] reúne a los suboficiales para explicarnos nuestra misión.  Tres batallones estarán en línea, cada uno con su objetivo.  El nuestro es Algora, un pueblo que está a 8 km al que debemos atacar y tomar. Como apoyo tenemos la batería Thälmann, que se encuentra donde ahora estamos. Tenemos que atacar a las 8h. Haremos una marcha de aproximación hasta llegar a 2 kms de Algora, nos detendremos y entonces la batería Thälmann iniciará los disparos contra Algora durante media hora.  Los 3 tanques que se nos asignan avanzarán sobre la misma línea de la 3ª compañía, donde estará el Comandante.  La 1ª irá a la derecha y la 2ª a la izquierda. Formación en triángulo.  La compañía de ametralladoras se distribuirá entre todas las compañías; mi sección va con la 2ª, a la izquierda por tanto. Una vez terminado el bombardeo, los tanques avanzarán delante del batallón y formarán el centro de ataque, sirviendo de punto de encuentro. Estoy completamente de acuerdo con el plan de ataque y comienzo a tener confianza en Geoffroy.

A las 8h ya estamos en la línea de partida.  Se da la orden de avanzar; atravesamos campos y más campos, nuevo esfuerzo para los ametralladores. El sol comienza a pegar fuerte.  No paramos ni un instante ya que hay que seguir a los tanques.  En cierto momento aparece una nube de aviones a solo 100 metros de altitud. Son los nuestros.  Vuelan sobre nuestras cabezas.  Los saludamos con el puño en alto pero, de repente, sus ametralladores disparan.  ¿Qué sucede?  Nuestros aviones se han equivocado al tomarnos por fascistas. Vuelan casi al ras del suelo y tiran sin parar.  Intentamos hacerles comprender con señales que se equivocan, pero siguen disparando; no nos queda más remedio  que dispersarnos lo mejor posible.  Aunque están al alcance de nuestros fusiles –algunos pasan a 20 metros de nuestras cabezas– no les tiramos. Hieren a varios compañeros y finalmente se van.  Este error nos ha desconcertado un poco, pero retomamos nuestra formación y avanzamos.[1]

Llegamos a 2 km de Algora.  Allí creo que, siguiendo el plan de ataque, nos vamos a parar, pero no es así, hay que continuar.  Comienzo a inquietarme.  A 800 metros del pueblo los fascistas abren fuego.  Los tanques responden al cañón de 37 mm y seguimos avanzando.  Cosa sorprendente, las balas se hunden a nuestro alrededor y no hay heridos.  A unos 600 metros del pueblo, veo que desde nuestra izquierda también llegan balas.  Hago colocar dos piezas con algunos fusileros sobre un alto.  Los camaradas tienen la posibilidad de ver de dónde vienen los tiros y responder.  Coloco mis otras dos piezas detrás de parapetos de piedra y ordeno abrir fuego sobre Algora.  En el campanario se encuentra una ametralladora que nos tira continuamente.  Con unas ráfagas de Maxim bien dirigidas se queda en silencio. Llegan tiros de fusil de una casa situada en la parte delantera; otras ráfagas de Maxim bien dirigidas hacen un barrido y acalla los tiros. Hacemos también algunos disparos de fusil en el momento en que los fascistas comienzan a evacuar el pueblo.  Los tanques no dejan de disparar; los compañeros se lanzan a la bayoneta, unos pocos disparos más de fusil y el pueblo está en nuestras manos.  Arrebatamos bastante fusiles y munición a los fascistas; tienen un oficial herido.  Todo el batallón, incluidas mis 4 piezas, está en el pueblo.  Los compañeros están felices.  Solo tenemos que lamentar algunos heridos.

Por la tarde se produce la reacción de los franquistas, su presencia es advertida al jefe del batallón, Geoffroy, pero éste comete el grave error de no dar el aviso por bueno:

Un destacamento de once camaradas había tomado posición a vanguardia del pueblo, sobre la cumbre de la colina. Un poco antes de anochecer ese destacamento envía un enlace para informar que hay movimientos de tropas por esa zona. Geoffroy desatiende la información y manda regresar al enlace…  Tras reunirse con sus camaradas, en enlace vuelve para informar que hay caballería que se dirige a la derecha del pueblo.  Respuesta del Geoffroy: “Se trata de caballería española, no hay problema”.  El camarada vuelve de nuevo, pero ven acercarse las tropas y la caballería; el destacamento vuelve para anunciar que se trata de infantería y caballería fascista en gran número.  El comandante no se preocupa…  Uno de mis camaradas, Castille, jefe de sección de ametralladores y convencido de las certezas de Geoffroy,  avanza a su encuentro.  Habla español e intenta iniciar una conversación. Cuando está a poco pasos se da cuenta del error pero los fascistas lo matan sin darle tiempo a defenderse; también toman prisionero a un enlace. Sin esperar la orden, los camaradas abren fuego.  ¡Ya era hora!  ¡Los fascistas iban a recuperar el pueblo sin apenas disparos!  Reculan ante el tiroteo, pero se refugian detrás de pequeños muros desde los que disparan a placer.  Caen numerosos compañeros. Piet Akkerman, el comisario político del batallón, cae mortalmente herido.  Los fascistas, numerosos, rodean el pueblo.  Desde mi posición había visto llegar a la caballería; podría haberla obligado a replegarse con el fuego de las 4 ametralladoras. Envié un enlace para pedir órdenes.  Pero… prohibición de disparar. Durante mucho tiempo lamenté no haber actuado de forma distinta.[2]

El combate dura hasta el amanecer. Los voluntarios han trepado hasta los techos de las casas y disparan. Hacia medianoche el médico del batallón va en busca de refuerzos. Vuelve por la mañana con tres carros de combate…

El ataque a Almadrones

El Dombrowski, con la ayuda de la brigada española, debe tomar Almadrones, pero se encuentran con el fuego cruzado de las ametralladoras franquistas,  apostadas en el km 103 de la carretera de Zaragoza, que impiden el avance. Al día siguiente, cuando el mayor Kochanek sale del carro de combate para alentar a sus hombres, cae mortalmente herido por ráfagas de ametralladoras. El día 3, por fin, cae Almadrones. Así lo cuenta Giovanni Pesce:

Hoy [3 de enero] las Compañías 2ª y 4ª  [del Garibaldi] dan apoyo al batallón Dombrowski. Atravesamos el bosque, protegidos por los tanques, sin encontrar resistencia… Un fuego violenta se desencadena a nuestras espaldas. Nos creemos rodeados, pero no, es un malentendido. Al iniciar la maniobra envolvente hemos caído bajo el fuego de nuestras ametralladoras [del Dombrowski]. El mando restablece las transmisiones y los contactos son perfectos… Avanzamos por un bosque espeso; la artillería enemiga dispara a ciegas. Tenemos que avanzar más deprisa para evitar que los fascistas se atrincheren en el pueblo. Arrastramos las ametralladoras por turnos, aunque casi siempre tenemos que llevarla a hombros. Gracias a la maniobra, dirigida personalmente por Pacciardi, avanzamos hacia el objetivo. Los garibaldinos le ganan la retaguardia al enemigo y las unidades de choque de la 4ª Compañía se lanzan al asalto del pueblo; nosotros, los de la 2ª, les guardamos la retaguardia. Almadrones es por fin liberada por el Ejército Republicano. La carretera de Francia queda expedita a lo largo de 116 kilómetros desde Madrid.

El día 4  las fuerzas republicanas toman tres pueblos situados junto a los ríos Dulce y Henares: Matillas, Castejón de Henares y Villaseca de Henares.

Al día siguiente, 5, hay dos misiones: seguir avanzando por el río Dulce hacia Aragosa (en dirección a Sigüenza) y tomar la altura dominante de toda aquella zona: el cerro de San Cristóbal, defendido por una unidad requeté. Los garibaldinos se lanzaron a cubrir el espacio boscoso de El Roblazo (entre Mirabueno y Algora) mientras el batallón Dombrowski, a su derecha, tiene que atacar el cerro de San Cristóbal. 

De nuevo Pesce describe aquella acción:

Los garibaldinos se dirigen a sus objetivos. Picelli va a la cabeza; su presencia infunde valor. Le decimos que no se exponga demasiado, que no vaya siempre delante. Sabemos que no nos va a escuchar. Y helo aquí en cabeza bajo un tiroteo intenso. Los polacos se baten con furia, pero los fascistas resisten; parece imposible ocupar el cerro, posición clave para conservar Algora. La lucha prosigue con más violencia y en el furor de la batalla nos dan la triste noticia: Guido Picelli ha caído como un héroe a la cabeza de sus hombres…

Su muerte es un duro hándicap para la culminación del propósito. Su cadáver no pudo ser recuperado hasta la noche y al día siguiente, tras ser velado en una casa de Mirabueno, fue trasladado a Madrid y posteriormente a Barcelona, donde fue enterrado. Le sustituyó Albino Marvin, que también cayó herido.  Se previó proseguir el ataque el día 6 de enero, pero  los internacionales recibieron la orden de trasladarse a Collado Villalba. Una brigada de Carabineros sustituyó a la XII BI, que marchó  para participar en la detención de la ofensiva franquista sobre la carretera de La Coruña. En esa operación participaron la XII BI, que atacó Majadahonda el 11 de enero, y la XIV BI, que lo hizo sobre Las Rozas. 

[1] El error se debe a que los batallones André Marty y el Garibaldi no habían puesto los paneles de señalización previstos para estos casos. 

[2] El comportamiento de este mando se repetiría con demasiada frecuencia. Geoffroy (su nombre real era Jean Marie François) era un antiguo capitán francés que se enroló al grupo de voluntarios extranjeros que en agosto de 1936 se unieron a los milicianos vascos con los que lucharon hasta que Irún cayó el 5 de septiembre. En octubre actuó como jefe provisional de los primeros batallones de Albacete hasta que, finalmente, el general Kleber fue nombrado jefe de la XI BI. En diciembre fue nombrado comandante del batallón André Marty en sustitución de François Bernard, herido en Boadilla. Su actuación militar no fue acertada ni en Algora ni en la batalla del Jarama, por lo que fue destituido. Raymond Hantz dice, además, que se emborrachaba con frecuencia en plena batalla.

AABI