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Personajes

Vladimiro Relaño en 2019 en Guadalajara. Foto: FMGU


FMGU- 29 abril de 2023.- El pasado miércoles 26 de abril ha fallecido a los 85 años en Barcelona nuestro camarada Vladimiro Relaño, hijo del secretario y fundador del PCE de Guadalajara, Vicente Relaño, torturado y asesinado por los esbirros de la dictadura en 1943.

Vladimiro es hijo tambien de Isabel Sacristán, otra gran luchadora que sufrió a su vez una persecución política con una condena de 12 años y un día:

Vladi nos visitó en Guadalajara dos veces, la primera en 2012, con motivo de la publicación de nuestro libro “La represión franquista en Guadalajara”, en compañía de nuestra socia y prima suya Isabel Hernando, Fue además un feliz reencuentro con su viejo amigo Fausto Canales,
https://memoriaguadalajara.es/2012/02/05/150/

La segunda y última vez que nos visitó fue en 2019, para honrar a su padre asesinado Vicente Relaño, Y con motivo de esa visita recorrimos con él y su hermana Isabel los lugares de memoria de Guadalajara, especialmente el cementerio, donde le dimos un merecido diploma con la propuesta de “La medalla de la Libertad”, al pie de la fosa de su padre. En 2014 él mismo entregó un diploma en Barcelona a otro veterano, Francisco Mayoral, que había sido secretario de organización de la JSU de Guadalajara.

Honraremos la memoria de tu padre y la tuya propia, pues fuiste un ejemplo siempre de amor filial, fraternidad y solidaridad.

Que la tierra te sea leve querido Vladi,
foroporlamemoriaguadalajara@gmail.com



Ver también:

Visita y homenaje a Vladimiro Relaño en 2019
https://memoriaguadalajara.es/2019/10/11/visita-a-guadalajara-de-vladimiro-hijo-de-vicente-relano-asesinado-en-1943-por-el-franquismo/

Visita de Vladi en 2012
https://memoriaguadalajara.es/2012/02/05/150/

Homenaje a Francisco Mayoral en 2017
https://memoriaguadalajara.es/2017/03/30/en-recuerdo-de-francisco-mayoral-ex-militante-de-jsu-de-guadalajara-1920-2017/

Colocación de placa de homenaje a Vicente Relaño
https://memoriaguadalajara.es/2020/06/25/en-recuerdo-de-vicente-relano-secretario-gral-pce-de-guadajara-1907-1943-colocada-lapida-en-su-enterramiento-junio-de-2020/

Evelio Sánchez-Largo: “La represión franquista fue criminal”
Entrevista a este líder obrero, aficando en Guadalajara, para que nos relate su experiencia. Durante la dictadura fue detenido 22 veces y llegó a ser torturado por «Billy el Niño».

Una imagen  histórica de Evelio Sánchez-Largo.

Una imagen histórica de Evelio Sánchez-Largo.

Está en la ochentena. Sin embargo, rebosa vitalidad. Es testimonio directo de la historia reciente de España. Llegó a conocer a Marcelino Camacho, con quien fundó la Comisión Obrera del Metal de Madrid, una de las primeras del país. Evelio Sánchez-Largo mantuvo con él contactos sindicales y políticos, debido a su doble militancia en el PCE y en CC.OO. De hecho, su compromiso le llevó a estar 22 veces detenido durante la dictadura. Incluso, fue torturado por «Billy el Niño», uno de los peores componentes de la policía franquista. Dclm.es ha querido hablar con Sánchez-Largo para que nos relate su experiencia. Todo un lujo.

Evelio, ¿por qué decidió tomar la militancia comunista?

Mi vida, desde niño, ha sido muy agitada como consecuencia de mis circunstancias familiares. Mi padre estuvo en la cárcel, por lo que mi madre y yo tuvimos que sufrir penurias para salir adelante. Por tanto, cuando tuve uso de razón fui consciente de que el régimen franquista nos estaba perjudicando muy seriamente.

Así, cuando comencé a trabajar observé la explotación que existía hacia los asalariados. Ante esto, decidí integrarme en el Partido Comunista, que era la única organización que existía para defender los intereses de la clase proletaria. Me afilié con el fin de mejorar la situación general de los obreros, entre los que yo me encontraba…

¿Cuándo comenzó su implicación política?

Tomé la militancia en la clandestinidad, en 1960, durante la dictadura de Franco. En ese momento yo estaba trabajando en la metalurgia, en la empresa Barreiros, domiciliada en Madrid. Allí estuve durante seis años, destacando en la defensa de los compañeros. Como consecuencia, decidieron despedirme porque –según Eduardo Barreiro, dueño de la compañía– yo era una persona incómoda, un agitador que perjudicaba sus intereses…

Durante este periodo, y hasta la muerte de Franco, ¿cómo fue su pelea en contra de la dictadura?

Seguí participando en las luchas obreras. De hecho, me incluyeron en una lista negra que diseñó el franquismo para que no nos dieran trabajo a los que éramos de izquierda. Por tanto, allí donde solicitábamos ocupación, nos rechazaban. Y así sucesivamente hasta 1975… A pesar de esta situación, no dejé de participar en diferentes manifestaciones. Llegamos a organizar el movimiento obrero a todos los niveles. Queríamos defender nuestros derechos.

¿Qué recuerdos mantiene de la creación de CCOO?

Junto a otros compañeros, como Marcelino Camacho o Julián Ariza, formé parte de una Comisión en Madrid. Y ante el desarrollo que estaba teniendo el movimiento obrero en España, decidimos legalizarla. Firmamos un documento y lo presentamos en el Registro. A las pocas horas, y como resultado de esta acción, todos los signatarios fuimos detenidos.

Éramos conscientes de que aquello podía pasar, pero queríamos que la lucha de los trabajadores se regularizara para, de esta forma, poder luchar contra el sistema y –también– contra el sindicato vertical, que era opresor y no favorecía los intereses de los asalariados. Por tanto, teníamos que crear una organización de clase para defender nuestros intereses.

Y esta Comisión, ¿tuvo buena acogida entre los trabajadores?

Fue apoteósica, porque el movimiento obrero ya existía. Lo que necesitaba era una entidad que estructurara y canalizara las demandas que se venían produciendo. Es cierto que existía el sindicato vertical, pero no nos representaba. Por tanto, cuando apareció esta Comisión, tuvo muy buena acogida.

Ha comentado que sufrió varias veces la represión franquista. ¿Llegó a pasar por la Dirección General de Seguridad de la dictadura?

Estuve detenido 22 veces. En algunos casos me soltaban a las pocas horas. Pero, en otros, permanecí apresado mucho más tiempo. Incluso, en dos ocasiones estuve 19 días incomunicado, torturado y maltratado, como la mayoría de la gente que pasaba por allí…

Además, fui procesado por propaganda ilegal. Me pedían seis meses de prisión, pero no entré en la cárcel porque era la primera vez que me encausaban. Sin embargo, el resto de las ocasiones sufrí reclusiones preventivas en Carabanchel, junto a Marcelino Camacho, Julián Ariza, Peinado… Es decir, con todos los dirigentes del movimiento obrero de la época.

¿Cómo calificaría usted la persecución franquista?

Se trataba de una represión criminal. Había un grupo de matones, encabezados por Saturnino Yagüe, director general de Seguridad, que solamente querían obtener los datos necesarios para desarticular el movimiento obrero. Y para conseguirlos, utilizaban la violencia.

Personalmente, tuve que aguantar torturas, pero no delaté a ningún compañero. Como consecuencia, sufrí mucha coacción. No obstante, me queda la satisfacción de que, al menos, nadie fue a la cárcel por mi culpa. Pero en manos de aquellos torturadores murieron muchas personas, debido a la crueldad de la que fueron víctimas…

Uno de estos represores fue Antonio González Pacheco, conocido como «Billy El Niño». ¿Usted lo llegó a conocer?

Desgraciadamente, sí. Se trataba del niño bonito de la Dirección General de Seguridad. Recuerdo que mientras me agredían los miembros de su destacamento, siempre aparecía él. Y lo hacía bajo el prisma del salvador. Pretendía que yo confiara en su persona y le diera los datos que deseaba. Pero como no era así, terminaba empleando la violencia conmigo. Este personaje era siniestro. Su grupo me torturó durante 19 días seguidos…

En su entorno más próximo, ¿cómo vivieron sus detenciones y persecuciones?

Con muchas dificultades, porque la única persona de izquierdas de mi familia era yo. Y no entendían mi dedicación a la política, sobre todo conociendo las consecuencias a las que me podía enfrentar. Consideraban que muchas veces les abandonaba por mi entrega política y sindical. Pero yo intentaba convencerles de que todo aquello lo hacía también por ellos y por el resto de trabajadores. Al final mi mujer lo entendió. Sufrió mucho por las visitas de la policía a mi casa de madrugada, por los cacheos…

Su compromiso, ¿de dónde le viene? ¿De su familia?

Mi padre no era un hombre político. Acabó en la cárcel por una denuncia en su contra interpuesta por una vecina. La demanda decía que había sido el abanderado de la República cuando este sistema era legal. Y como en la dictadura valía cualquier cosa, le llevaron a prisión.

De esta forma, cuando comencé mi actividad sindical tuve la oposición de mis progenitores. Me mostraban los riesgos que conllevaba esta decisión. Sobre todo, durante el franquismo. Ante esto, yo les respondía: «sé dónde estoy y sé lo que quiero. Por tanto, voy a ir a por ello».

Era consciente del peligro que corría. Me podían despedir del trabajo, detenerme, torturarme e, incluso, matarme… Pero era algo que tenía muy claro. Si no lo realizábamos nosotros, ¿quién lo iba a hacer? Antes se habían comprometido más personas. Y, después, lo harían otras. Mis padres no lo entendieron, pero seguí adelante.

¿Usted cree que el sistema parlamentario actual debería hacer más esfuerzos para recordar lo que supuso la dictadura y su represión?

¡Por supuesto! Hay muchas cosas que se podrían mejorar. No luché lo que luché ni arriesgué lo que arriesgué para conseguir la democracia que tenemos actualmente. Me impliqué para alcanzar algo más, porque –en definitiva– los trabajadores siguen estando explotados. No se ha logrado todo lo que se pretendía cuando yo me incorporé a la lucha obrera.

En cualquier caso, soy consciente de que ha habido dificultades. Durante la clandestinidad decía lo mismo. Y todavía hoy lo mantengo: «es muy complicado conseguir la democracia, pero es más difícil mantenerla». Tenemos al enemigo enfrente, que guerrea mucho, al igual que nosotros. Unos por una causa y, los otros, por otra…

Por Julito Martínez

Fuente: https://www.dclm.es/noticias/143271/evelio-sanchez-largo-la-represion-franquista-fue-criminal

La primera vez que se exhumó el cadáver del fundador de la Falange fue a raíz de la toma de Alicante por las tropas italianas de la División Littorio, contribución del Duce a la definitiva derrota, cautiverio y desarme del “ejército rojo” español. De la fosa común en la que había sido sepultado por las autoridades republicanas en noviembre de 1936, los restos pasaron a ocupar un nicho en el cementerio local de “Alicante de José Antonio”, como pasó a llamarse oficialmente la ciudad levantina. No sería por mucho tiempo: el Caudillo, precisado de una cobertura ideológica homologable a la de las potencias del Eje, dispuso el traslado de los despojos del líder del fascismo español al monasterio de El Escorial, esa metáfora arquitectónica de la intransigencia de Felipe II tallada en granito de Guadarrama. La ceremonia estuvo ornada con los rasgos de un culto en el que se amalgamaba mesianismo y necropolítica. Miles de falangistas, entre camisas viejas de la “Falange de la Sangre” y arribistas de aluvión en ansia de figuración y estancos se disputaron el honor de portar a hombros el féretro durante los más de cuatrocientos kilómetros que separan Alicante de Madrid. Aquel viaje póstumo fue una versión celtibérica del camino al Walhalla. Antorchas, cohortes uniformadas y, en cada etapa del itinerario, un sacrificio humano en el altar de la venganza: sacas y ejecuciones irregulares cobradas en vindicta por el fusilamiento del Ausente. Había sobrada cantidad de presos rojos para pagar por ello.

José Antonio Primo de Rivera en su estado puro, rodeado de sus “colaboradores” íntimos camino a un mitin en 1936. No sacaron ni un solo diputado. Define muy bien el estilo del personaje y su ambiente.

El mausoleo de la monarquía no fue, sin embargo, la última morada del abogado e hijo del primer dictador del siglo XX. En 1959, Franco, cuya pretensión era no solo la de señorear el presente de España, sino la de reescribir su pasado y determinar para siempre su futuro, dispuso que aquel a quien había convertido deliberadamente en mito se alineara junto a él en su futura tumba. En la basílica de Cuelgamuros, un remedo de pirámide azteca erigida sobre cráneos por un ejército de trabajadores conscriptos, ambos esperarían las trompetas del juicio final a los pies del altar mayor, sahumados por la solícita orden benedictina que interpretaba la regla del ora et labora en clave de la más eficaz exaltación de una tiranía alzada sobre las vidas sacrificadas de un cuarto de millón de compatriotas.

Hay que lamentar que la democracia haya llegado tarde a la tarea de retirar honores a los personajes prominentes de la dictadura, pero cabe congratularse de que lo acabe haciendo y sin posibilidad de marcha atrás. Lastradas por la inercia del uso de los pies de plomo en los tiempos iniciales de la transición, hay interpretaciones que han tratado de diferenciar entre la figura de Franco y la de Primo de Rivera como si no hubieran sido ambas el haz y el envés de la misma espada. Se ha dicho que José Antonio —usando de la familiaridad derivada de su omnipresencia en las placas de todas las parroquias de nuestra geografía encabezando el listado de “caídos por Dios y por España”—, a diferencia del general superlativo, fue una víctima de la guerra civil. Por ello, habría podido permanecer en la basílica de Cuelgamuros, aunque no en un lugar destacado. La equidistancia le ha presentado con tonos casi costumbristas, un bon vivant de origen jerezano frecuentador de tertulias mundanas como la de La Ballena Alegre en los bajos del café Lyon y de las cenas de Carlomagno en el Hotel París de la Puerta del Sol, alguien a quien cuadraba mejor un esmoquin que la camisa azul mahón, un discreto letraherido arrojado a la pugna política por la vindicación de su padre, un hijo de su generación con un sino trágico.

Todos ellos son trazos anecdóticos que no pueden negar la evidencia. José Antonio Primo de Rivera no se limitó a impugnar a la República por lo que pudiera reputar de ultrajes a su legado paternal, sino que puso todo su empeño de derribarla. A tal fin, fundó un partido troquelado en el molde de los fascismos rampantes en la Europa de los años 30, una organización con escalas de mando que tomaban su denominación del léxico militar —triunviros, falanges, escuadras—, una ideología cuyo objetivo era la implantación de un estado totalitario que enmendase —lo dejó grabado para un noticiero extranjero— la triple división engendrada por la democracia liberal de la que abominaba: la territorial, la de clase y la de partidos. Un grupúsculo que adoptó como táctica la basada en la “dialéctica de los puños y las pistolas” y que actuó como elemento de provocación y fuerza auxiliar de la conspiración monárquico-militar, como han demostrado los trabajos del profesor Ángel Viñas.

Para muestra de su naturaleza, un par de ejemplos. El 16 de marzo de 1935, un centenar de falangistas asaltó las instalaciones de los almacenes SEPU, en la Gran Vía de Madrid, muy cerca de la Telefónica. Irrumpieron blandiendo porras de goma, rompieron el escaparate y destrozaron vitrinas, sembrando el pánico de los clientes. ¿El motivo? La campaña desplegada por el partido liderado por José Antonio a través de su periódico, Arriba, contra SEPU, Nestlé y el “capitalismo judío” al que acusaban de arruinar con su política de precios rebajados al pequeño comercio y a los productores nacionales. Cristales rotos y antisemitismo: no es necesario buscar en exóticas latitudes el origen de estas influencias. Por otro lado, Luis Jiménez de Asúa, socialista, catedrático de Derecho, presidente de la comisión que redactó la Constitución de 1931 y candidato a la vicepresidencia de las Cortes sufrió el 12 de marzo de 1936 un atentado en el que murió su escolta. Un mes después la misma Falange que había reivindicado su autoría asesinó al instructor de la causa, el juez Manuel Pedregal. No se trataba de una mera dinámica de acción-reacción en un contexto de confrontación con otros grupos extremistas, como justificó cierta lectura sobre la época: era el resultado de la “actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos”, según la tercera acepción en el DRAE de la palabra “terrorismo”.

En definitiva, José Antonio Primo de Rivera fue el líder de un grupo organizado de carácter violento que actuó como colaborador necesario en la creación de un estado de necesidad legitimador de la sublevación militar. Como aprendiz de brujo, pereció a consecuencia de los efectos derivados de sus actos. No fue más víctima de la guerra civil de lo que Reinhardt Heydrich lo fue de la Segunda Guerra Mundial. No pueden establecerse diferencias de consideración entre el jefe del Estado y el fundador de la Falange que, en triada inseparable completada por el crucifijo, presidieron las paredes de aulas, comisarías y covachuelas administrativas durante toda la duración del régimen del 18 de julio. Quienes se encuadraron en su partido ejercieron la violencia, usurparon propiedades, participaron de la corrupción institucionalizada y usufructuaron los beneficios de la victoria hasta la desarticulación del Movimiento Nacional en 1977.

La salida del líder del fascismo español del mausoleo oficial de la dictadura es un paso más en el desmontaje de la necrópolis sobre la que ha acampado durante demasiado tiempo la memoria histórica de España. Sus deudos no pueden quejarse: tendrá una salida digna, si se la compara con la situación de las de las otras víctimas que aguardan la ocasión de que los suyos puedan honrarlas en paz y con dignidad. Cuando eso ocurra, me confieso pesimista sobre la posterior resignificación del denominado Valle de los Caídos. Albergo dudas acerca de que pueda cumplir alguna vez una función de educación cívica. Quizás fuera mejor que el tiempo, la erosión y la tectónica hicieran su lento e implacable trabajo hasta convertir el entorno en algo parecido a los grabados de ruinas de Piranesi, la única forma posible de que un lugar tan nefasto logre ostentar algo de belleza.

Hemos celebrado la Asamblea Federal de la Federación de Foros por la Memoria. con participantes de todo el Estado. Se ha valorado la situación tras la nueva ley y el momento actual. Brihuega ha sido la capital de la resistencia estos días. #BrihuegaRepublicana#MemoriaGuadalajara Memoria Guadalajara .@MemoriaGuada

Federación Estatal de Foros por la Memoria,

La #LeyMemoriaDemocratica establece el 31 de octubre como “Día de recuerdo a las víctimas del golpe militar, la Guerra Civil y la dictadura”.

Hemos sido invitados a participar en los actos de homenaje, pero no vamos asistir.

Explicamos los porqués:

Instaurar el 31 de octubre como día de homenaje es uno de los elementos de la Ley de Memoria que ha concitado un rechazo prácticamente unánime del movimiento memorialista realmente existente.

El 31 de octubre se conmemora la aprobación en 1978 de la Constitución por el Congreso. Esa fecha poco o nada tiene que ver con las víctimas del franquismo. La conmemoración está condenada a la irrelevancia.

Los colectivos memorialistas hemos presentado propuestas de fechas alternativas -Badajoz, Gernika, La Desbandá; el asesinato de Lorca…- que sí tienen que ver con la memoria histórica y las víctimas del franquismo. La Federación Estatal de Foros por la Memoria hizo pública y transmitió la propuesta del 12 de Diciembre: ese día de 1946 la ONU condenó al franquismo como régimen fascista, colaborador en la 2ªGuerra Mundial de la Alemania nazi y la Italia fascista

La conmemoración del 31 de octubre pretende transmitir la idea de que con la aprobación de la Constitución todas las heridas quedaron cerradas. Que el régimen de 1978 colmaba las expectativas de las víctimas y de las/los antifranquistas. En sí esta conmemoración es un ejemplo de revisionismo histórico: si lo que se pretende transmitir fuera mínimamente cierto, no hubiera habido que hacer una Ley de Memoria ¡¡¡44 años después!!!

No vamos a participar en una operación de lavado del régimen el 78 cuando la impunidad del franquismo aún permanece y el camino de la Justicia para las víctimas está vetado, Ley de Memoria Democrática mediante.

HOMENAJE AL VETERANO COMPAÑERO EVELIO SÁNCHEZ

01/05/2022.- La manifestación convocada por los sindicatos de clase, UGT y CCOO ha vuelto a llenar las calles de Guadalajara, como siempre, en un ambiente festivo y reivindicativo, aprovechando un día soleado en nuestra ciudad. Un acto especialmente festivo, de reencuentros para muchos militantes de izquierdas después de levantadas las limitaciones por la pandemia.

La manifestación sin embargo ha sido especialmente triste, dado el aciago balance de accidentes laborales que viene sufriendo nuestra provincia y que ha estado en la mente y en la boca de todos.

 Tras los discursos de los representantes de los sindicatos y el tradicional canto de La Internacional, ha tenido lugar un merecido homenaje a un querido compañero. Evelio Sánchez-Largo Garrido, veterano militante del PCE y fundador de CCOO.
El homenaje ha consistido en la entrega de un diploma, elaborado por el Foro por la Memoria de Guadalajara, con la “propuesta de la Medalla de la Libertad”.
El diploma fue entregado por Javier Morales, secretario provincial de CCOO, María Fernández, secretaria provincial del PCE, y contó con la presencia de la familia de Evelio, encabezada por su esposa Felicísima Valtierra. Asistieron tambien el presidente del Foro por la Memoria, Pedro A. García Bilbao y el coordinador provincial de IU, Daniel Touset. El Foro por la Memoria ha entregado más de 90 diplomas como el de hoy a veteranos antifranquistas y sus familias y reproduce una medalla de 1937, la cual propone que le sea entregada al homenajeado, cuando gobiernen “las autoridades legítimas de la República española”.

Evelio Sánchez ha recibido el sencillo diploma emocionado, y se lo ha dedicado a su querida compañera Felicísima y al recuerdo de tantos camaradas que ya no están.
El camarada Evelio Sánchez-Largo Garrido nació en Los Yébenes (Toledo) en 1935, hijo de campesinos pobres, desde los 6 años tuvo que dedicarse a cuidar el ganado. A su padre, también llamado Evelio, no le vió durante los tres años de guerra, y después, tampoco, porque estuvo siete años preso en las cárceles de Franco. Su madre Eulalia tuvo que sacar adelante a la familia como tantas compañeras de presos.
El joven Evelio tuvo contacto con la guerrilla antifranquista, concretamente con el grupo de “el manco de Pesquera” de los montes de Toledo, con los que colaboró con apenas 10 años llevándoles muchas veces comida y haciendo de enlace, incluso asistiendo en una ocasión a un tiroteo con la Guardia Civil.

Al salir su padre de la cárcel, en 1946, la familia se plantea emigrar a Argentina, vendiendo incluso la casa, pero finalmente se quedan en Madrid, donde Evelio, tras varias vicisitudes, aprende el oficio de tornero, ingresando en la fábrica de Barreiros.
El compromiso político de Evelio Sánchez le hace ingresar en 1960 en el Partido Comunista de España, y poco después , juntamente con Marcelino Camacho, es uno de los fundadores de Comisiones Obreras. Despedido de Barreiros por motivos sindicales, teniendo que dedicarse a varios oficios. En 1966 se produce su primera detención por la policía franquista, por reparto de “propaganda ilegal” durante las elecciones sindicales. Un mes de cárcel y libertad condicional. En 1968 se produce la segunda detención en la famosa “caída” de toda la cúpula de CCOO en una reunión en la madrileña plaza de Mariano de Cavia. Evelio fue detenido un total de 22 veces, sufriendo la mayor parte de las veces terribles torturas policiales en los sótanos de la DGS de la Puerta del Sol, siendo una de las víctimas del torturador policial Antonio González Pacheco, conocido como “Billy el Niño” interrogado incluso por el número 2 del Ministerio de Gobernación, Saturnino Yagüe, que era quien daba las órdenes. Evelio comenta que su peor detención fue la cuarta , durante el estado de excepción de 1972, en la que estuvo 18 dias en la Dirección General de Seguridad, sometido a todo tipo de torturas diariamente. Finalmente, sin lograr extraerle ni un solo nombre de compañeros, ni un solo dato, fue trasladado a la cárcel de Carabanchel, donde dice “ir a la cárcel era descansar, porque allí se acaban las torturas y estabas con tus camaradas”. Juzgado por el Tribunal del Orden Público, su causa fue sobreseída tras cuatro meses de prisión . Su última detención, poco antes del referéndum de 1976, y tuvo que ser puesto en libertad dada la protesta y presión ciudadana de sus vecinos, Dirigente de asociaciones de vecinos en Villaverde Alto y tambien miembro de las mismas en Guadalajara, ciudad donde vive desde el año 2008. En Madrid fue candidato entre otras en la lista del PCE a las municipales de 1979, y en nuestra provincia en las listas de Unidas Podemos en las últimas municipales.
Este homenaje ha sido una sencilla muestra de cariño de sus amigos y compañeros.

Agradecimientos: Manolo Diéguez , José Morales y Julio Martínez

Evelio Sánchez posa con su diploma acompañado de: (De izda a dcha: Pedro A. Garcia Bilbao, presidente del Foro por la Memoria de Guadalajara; María Fernández, secretaria política del PCE de Guadalajara; Daniel Touset, coordinador provincial de IU y Javier Morales, secretario provincial de CCOO. Foro por la Memoria.


Trijueque (Guadalajara), 18/03/2022.- Siguiendo la serie de homenajes que el Foro por la Memoria de Guadalajara viene realizando a los luchadores y luchadoras por la libertad, y con ocasión del LXXXV Aniversario de la Batalla de Guadalajara, hemos querido en esta ocasión homenajear al mayor de milicias Gonzalo Pando Rivero, jefe de la 9ª Brigada Mixta del Ejército Popular, quien luchó heroicamente en la Batalla de Guadalajara. en marzo de 1937. El mayor Pando, médico de profesión, se hallaba destinado en el pueblo de Rascafría, y al comienzo de la guerra de España fundó el batallón Thaelman, con el que combatió en los frentes de la Sierra de Madrid. Afiliándose al Partido Comunista, fue nombrado jefe de la 9ª Brigada Mixta . Gonzalo Pando fue uno de los más apreciados jefes de la 11 División, comandada por Enrique Líster. Pando falleció en combate el 31 de julio de 1937, durante la batalla de Brunete.

El homenaje al mayor Pando consistió, una vez más en la entrega de un diploma con la propuesta de Medalla de la Libertad, que el Foro por la Memoria venimos entregando a veteranos luchadores y sus descendientes. El primero de estos diplomas se entregó personalmente a 2013 a Trifón Cañamares, de 102 años, comisario en la 49ª BM. El diploma para el comandante Pando el pasado 18 de marzo en Trijueque, ha sido el homenaje número 75 y le ha sido entregado a su sobrina nieta Ana Pérez Groba Pando (o Ana Afzali), quien aceptó emocionada la propuesta de medalla al valor en nombre de la familia Pando. Ana es la autora, además de una excelente biografía sobre su antepasado,Gonzalo Pando Rivero: De médico a comandante republicano de la Guerra Civil Española”. Ana aceptó la medalla, además portando una bandera tricolor de la República en una mano, y con una gorra de oficial republicano adornando su cabeza. (Aunque era de teniente y no de de mayor como su tío abuelo). Tras el homenaje en Trijueque, acudió a visitar Brihuega y tambien el monumento Memorial a las victimas de la dictadura inaugurado en el Cementerio de Guadalajara.
La Medalla de la Libertad fue una condecoración auténtica que fue creada por el gobierno de la República Española en 1937. El Foro por la Memoria no entrega la medalla, por supuesto, sino que lo que hace es una sencilla propuesta simbólica, “en ausencia del gobierno legítimo de la República Española”, para que le sea entregado al portador o descendientes, cuando la República sea proclamada.
Gracias Gonzalo Pando y gracias a Ana Pérez por aceptar ese sencillo homenaje.

Homenaje al mayor Gonzalo Pando, en Trijueque (Guadalajara)

AABI

Tras los sucesivos fracasos del ejército de Franco en la conquista de Madrid (noviembre de 1936) y en las operaciones posteriores sobre Pozuelo y Boadilla (diciembre), tendentes a rodear Madrid por el noroeste, el mando  republicano intentó sorprender al franquista mediante una operación lejos de Madrid y en un día poco esperado: el 1 de enero de 1937. Se trataba de tomar tres pueblos del norte de Guadalajara -Algora, Mirabueno y Almadrones- al objeto de, si era posible, llegar hasta Sigüenza y perforar aquel frente relativamente desguarnecido.

La fuerza encargada de la operación fue la XII BI junto con una brigada mixta, caballería, doce carros de asalto y dos baterías, todo ello bajo el mando del general Lukacs. Pacciardi pasó a dirigir la XII BI y Guido Picelli sustituyó a Pacciardi al mando del batallón Garibaldi. Los otros batallones siguieron con su mando: El franco belga o André Marty  con Jean Marie Geoffroy y el Dombrowski con Kochanek. El ataque comenzó en la madrugada del 1 de enero de 1937. Desde la zona de Las Inviernas salieron desplegados dos batallones internacionales con el objetivo inicial de tomar dos pueblos: el Franco-Belga tomaría Algora, el Garibaldi Mirabueno.

El asalto a Mirabueno.

Así lo cuenta Giovanni Pesce:

Llega la noche del 29 de diciembre de 1936; se sale hacia el frente. Ahora todos los garibaldinos están armados. La 2ª Compañía es acuartelada en una escuela [del pueblo de Las Inviernas]. A pesar de ser invierno el clima es templado; parece primavera.

A primera hora [del día 1 de enero] salimos y, tras 20 kilómetros, bajamos de los camiones para proseguir a pie. La carretera Madrid-Zaragoza está ocupada por las fuerzas fascistas. Avanzamos lentamente observando el terreno. El ruido de los dos tanques que nos preceden romper el silencio del campo. En el bosque los carros de combate  derriban plantas y setos abriéndonos el camino. Picelli observa las posiciones fascistas con los prismáticos. La caballería intenta tomar contacto con el enemigo. Acampamos. Mientras preparamos la comida el comandante de la compañía y los comisarios son convocados por el mando. Tras una detallada exposición, el mando reparte las tareas de cada unidad: el batallón Garibaldi tiene que ocupar Mirabueno; los franceses tienen que ocupar por sorpresa Algora y los polacos Almadrones.

Comienza el avance. No encontramos resistencia, se teme cualquier sorpresa. Picelli ordena enviar por delante pequeñas patrullas… Avanzamos a través de los campos divididos por muretes, lo que nos permite avanzar rápidamente sin ser vistos por el enemigo… En un momento a Giordano le parece oír un ruido que viene de detrás de un muro. Damos la voz de alarma. Unas sombras  saltan y desaparecen. Estamos en posición de tiro. Corremos tras el enemigo para no darle tiempo a prepararse. Tras unos 300 metros vemos moverse otras sombras. Mientras emplazamos la ametralladora el enemigo dispara las primeras ráfagas.  Los fusiles ametralladores nos protegen mientras avanzamos. Los fascistas disparan a lo loco pero se retiran abandonando armas y municiones. Las ráfagas de nuestros tanques golpean con precisión  las defensas del enemigo.

En las primeras casa de Mirabueno encontramos mayor resistencia. Hay fascistas emboscados que nos disparan. Dirigiendo la operación está Pacciardi; al mando del batallón Garibaldi está Picelli, al que vemos correr de un lado a otro, dar órdenes y consejos sin dejar de disparar… Los fascistas huyen desordenadamente. Capturamos algunos prisioneros y entramos en Mirabueno…. Nos hacemos con tres ambulancias y varios coches, uno de ellos cargado con paquetes de regalo enviados por Franco a sus tropas…

La toma de Algora

Narración escrita por Raymond Hantz, Jefe de Sección de la Compañía de Ametralladoras del Batallón André Marty:

Geoffroy [en la mañana del 1 de enero] reúne a los suboficiales para explicarnos nuestra misión.  Tres batallones estarán en línea, cada uno con su objetivo.  El nuestro es Algora, un pueblo que está a 8 km al que debemos atacar y tomar. Como apoyo tenemos la batería Thälmann, que se encuentra donde ahora estamos. Tenemos que atacar a las 8h. Haremos una marcha de aproximación hasta llegar a 2 kms de Algora, nos detendremos y entonces la batería Thälmann iniciará los disparos contra Algora durante media hora.  Los 3 tanques que se nos asignan avanzarán sobre la misma línea de la 3ª compañía, donde estará el Comandante.  La 1ª irá a la derecha y la 2ª a la izquierda. Formación en triángulo.  La compañía de ametralladoras se distribuirá entre todas las compañías; mi sección va con la 2ª, a la izquierda por tanto. Una vez terminado el bombardeo, los tanques avanzarán delante del batallón y formarán el centro de ataque, sirviendo de punto de encuentro. Estoy completamente de acuerdo con el plan de ataque y comienzo a tener confianza en Geoffroy.

A las 8h ya estamos en la línea de partida.  Se da la orden de avanzar; atravesamos campos y más campos, nuevo esfuerzo para los ametralladores. El sol comienza a pegar fuerte.  No paramos ni un instante ya que hay que seguir a los tanques.  En cierto momento aparece una nube de aviones a solo 100 metros de altitud. Son los nuestros.  Vuelan sobre nuestras cabezas.  Los saludamos con el puño en alto pero, de repente, sus ametralladores disparan.  ¿Qué sucede?  Nuestros aviones se han equivocado al tomarnos por fascistas. Vuelan casi al ras del suelo y tiran sin parar.  Intentamos hacerles comprender con señales que se equivocan, pero siguen disparando; no nos queda más remedio  que dispersarnos lo mejor posible.  Aunque están al alcance de nuestros fusiles –algunos pasan a 20 metros de nuestras cabezas– no les tiramos. Hieren a varios compañeros y finalmente se van.  Este error nos ha desconcertado un poco, pero retomamos nuestra formación y avanzamos.[1]

Llegamos a 2 km de Algora.  Allí creo que, siguiendo el plan de ataque, nos vamos a parar, pero no es así, hay que continuar.  Comienzo a inquietarme.  A 800 metros del pueblo los fascistas abren fuego.  Los tanques responden al cañón de 37 mm y seguimos avanzando.  Cosa sorprendente, las balas se hunden a nuestro alrededor y no hay heridos.  A unos 600 metros del pueblo, veo que desde nuestra izquierda también llegan balas.  Hago colocar dos piezas con algunos fusileros sobre un alto.  Los camaradas tienen la posibilidad de ver de dónde vienen los tiros y responder.  Coloco mis otras dos piezas detrás de parapetos de piedra y ordeno abrir fuego sobre Algora.  En el campanario se encuentra una ametralladora que nos tira continuamente.  Con unas ráfagas de Maxim bien dirigidas se queda en silencio. Llegan tiros de fusil de una casa situada en la parte delantera; otras ráfagas de Maxim bien dirigidas hacen un barrido y acalla los tiros. Hacemos también algunos disparos de fusil en el momento en que los fascistas comienzan a evacuar el pueblo.  Los tanques no dejan de disparar; los compañeros se lanzan a la bayoneta, unos pocos disparos más de fusil y el pueblo está en nuestras manos.  Arrebatamos bastante fusiles y munición a los fascistas; tienen un oficial herido.  Todo el batallón, incluidas mis 4 piezas, está en el pueblo.  Los compañeros están felices.  Solo tenemos que lamentar algunos heridos.

Por la tarde se produce la reacción de los franquistas, su presencia es advertida al jefe del batallón, Geoffroy, pero éste comete el grave error de no dar el aviso por bueno:

Un destacamento de once camaradas había tomado posición a vanguardia del pueblo, sobre la cumbre de la colina. Un poco antes de anochecer ese destacamento envía un enlace para informar que hay movimientos de tropas por esa zona. Geoffroy desatiende la información y manda regresar al enlace…  Tras reunirse con sus camaradas, en enlace vuelve para informar que hay caballería que se dirige a la derecha del pueblo.  Respuesta del Geoffroy: “Se trata de caballería española, no hay problema”.  El camarada vuelve de nuevo, pero ven acercarse las tropas y la caballería; el destacamento vuelve para anunciar que se trata de infantería y caballería fascista en gran número.  El comandante no se preocupa…  Uno de mis camaradas, Castille, jefe de sección de ametralladores y convencido de las certezas de Geoffroy,  avanza a su encuentro.  Habla español e intenta iniciar una conversación. Cuando está a poco pasos se da cuenta del error pero los fascistas lo matan sin darle tiempo a defenderse; también toman prisionero a un enlace. Sin esperar la orden, los camaradas abren fuego.  ¡Ya era hora!  ¡Los fascistas iban a recuperar el pueblo sin apenas disparos!  Reculan ante el tiroteo, pero se refugian detrás de pequeños muros desde los que disparan a placer.  Caen numerosos compañeros. Piet Akkerman, el comisario político del batallón, cae mortalmente herido.  Los fascistas, numerosos, rodean el pueblo.  Desde mi posición había visto llegar a la caballería; podría haberla obligado a replegarse con el fuego de las 4 ametralladoras. Envié un enlace para pedir órdenes.  Pero… prohibición de disparar. Durante mucho tiempo lamenté no haber actuado de forma distinta.[2]

El combate dura hasta el amanecer. Los voluntarios han trepado hasta los techos de las casas y disparan. Hacia medianoche el médico del batallón va en busca de refuerzos. Vuelve por la mañana con tres carros de combate…

El ataque a Almadrones

El Dombrowski, con la ayuda de la brigada española, debe tomar Almadrones, pero se encuentran con el fuego cruzado de las ametralladoras franquistas,  apostadas en el km 103 de la carretera de Zaragoza, que impiden el avance. Al día siguiente, cuando el mayor Kochanek sale del carro de combate para alentar a sus hombres, cae mortalmente herido por ráfagas de ametralladoras. El día 3, por fin, cae Almadrones. Así lo cuenta Giovanni Pesce:

Hoy [3 de enero] las Compañías 2ª y 4ª  [del Garibaldi] dan apoyo al batallón Dombrowski. Atravesamos el bosque, protegidos por los tanques, sin encontrar resistencia… Un fuego violenta se desencadena a nuestras espaldas. Nos creemos rodeados, pero no, es un malentendido. Al iniciar la maniobra envolvente hemos caído bajo el fuego de nuestras ametralladoras [del Dombrowski]. El mando restablece las transmisiones y los contactos son perfectos… Avanzamos por un bosque espeso; la artillería enemiga dispara a ciegas. Tenemos que avanzar más deprisa para evitar que los fascistas se atrincheren en el pueblo. Arrastramos las ametralladoras por turnos, aunque casi siempre tenemos que llevarla a hombros. Gracias a la maniobra, dirigida personalmente por Pacciardi, avanzamos hacia el objetivo. Los garibaldinos le ganan la retaguardia al enemigo y las unidades de choque de la 4ª Compañía se lanzan al asalto del pueblo; nosotros, los de la 2ª, les guardamos la retaguardia. Almadrones es por fin liberada por el Ejército Republicano. La carretera de Francia queda expedita a lo largo de 116 kilómetros desde Madrid.

El día 4  las fuerzas republicanas toman tres pueblos situados junto a los ríos Dulce y Henares: Matillas, Castejón de Henares y Villaseca de Henares.

Al día siguiente, 5, hay dos misiones: seguir avanzando por el río Dulce hacia Aragosa (en dirección a Sigüenza) y tomar la altura dominante de toda aquella zona: el cerro de San Cristóbal, defendido por una unidad requeté. Los garibaldinos se lanzaron a cubrir el espacio boscoso de El Roblazo (entre Mirabueno y Algora) mientras el batallón Dombrowski, a su derecha, tiene que atacar el cerro de San Cristóbal. 

De nuevo Pesce describe aquella acción:

Los garibaldinos se dirigen a sus objetivos. Picelli va a la cabeza; su presencia infunde valor. Le decimos que no se exponga demasiado, que no vaya siempre delante. Sabemos que no nos va a escuchar. Y helo aquí en cabeza bajo un tiroteo intenso. Los polacos se baten con furia, pero los fascistas resisten; parece imposible ocupar el cerro, posición clave para conservar Algora. La lucha prosigue con más violencia y en el furor de la batalla nos dan la triste noticia: Guido Picelli ha caído como un héroe a la cabeza de sus hombres…

Su muerte es un duro hándicap para la culminación del propósito. Su cadáver no pudo ser recuperado hasta la noche y al día siguiente, tras ser velado en una casa de Mirabueno, fue trasladado a Madrid y posteriormente a Barcelona, donde fue enterrado. Le sustituyó Albino Marvin, que también cayó herido.  Se previó proseguir el ataque el día 6 de enero, pero  los internacionales recibieron la orden de trasladarse a Collado Villalba. Una brigada de Carabineros sustituyó a la XII BI, que marchó  para participar en la detención de la ofensiva franquista sobre la carretera de La Coruña. En esa operación participaron la XII BI, que atacó Majadahonda el 11 de enero, y la XIV BI, que lo hizo sobre Las Rozas. 

[1] El error se debe a que los batallones André Marty y el Garibaldi no habían puesto los paneles de señalización previstos para estos casos. 

[2] El comportamiento de este mando se repetiría con demasiada frecuencia. Geoffroy (su nombre real era Jean Marie François) era un antiguo capitán francés que se enroló al grupo de voluntarios extranjeros que en agosto de 1936 se unieron a los milicianos vascos con los que lucharon hasta que Irún cayó el 5 de septiembre. En octubre actuó como jefe provisional de los primeros batallones de Albacete hasta que, finalmente, el general Kleber fue nombrado jefe de la XI BI. En diciembre fue nombrado comandante del batallón André Marty en sustitución de François Bernard, herido en Boadilla. Su actuación militar no fue acertada ni en Algora ni en la batalla del Jarama, por lo que fue destituido. Raymond Hantz dice, además, que se emborrachaba con frecuencia en plena batalla.

AABI

Charla sobre la historia del PCE, y presentación del libro “Comunistas contra Franco” en Guadalajara.

Con motivo de los actos conmemorativos del Centenario del PCE

27/11/2021.- Acto en el Palacio del Infantado de Guadalajara, con motivo del Centenario del PCE.
Presentado por la secretaria general del PCE de Guadalajara, María Fernández, el acto comenzó con un emotivo minuto de silencio dedicado a los dos trabajadores muertos en Marchamalo, encabezado del secretario de CCOO de Guadalajara , Javier Morales.
A continuación tuvo lugar una charla sobre la historia del PCE en Guadalajara por Xulio García, miembro del Foro por la Memoria, quien expuso la historia del Partido Comunista en la provincia desde su fundación, y los episodios más importantes de su historia durante la IIª República, la guerra de España, la clandestinidad de la dictadura, así como su papel en la transición y en todas las luchas obreras y sindicales hasta la actualidad,

Finalmente, el doctor en historia contemporánea Carlos Fernández , coautor del libro “Comunistas contra Franco”, presentó su libro, escrito conjuntamente con Mauricio Valiente secretario del Área de Memoria Democrática del PCE, y el historiador Santiago Vega, miembro del PCE y del Foro por la Memoria. El libro cuenta la historia del partido y sus hitos más importante a través de las historias de muchos de sus militantes.

Emocionó el testimonio del veterano comunista Antonio Rico Niño, quien se encontraba entre el público junto a su mujer Petra Arévalo y sus hijos. Antonio recordó sus primeros años en Azuqueca de Henares y la dura militancia y lucha sindical, Ambos, Petra y Antonio, recibieron un emocionado aplauso y homenaje de los asistentes.


Los actos conmemorativos del PCE en la provincia de Guadalajara continuaran el próximo dia 2 de diciembre en Azuqueca de Henares, con un acto a las 18 horas en el Centro de Empresas, (Av. los Escritores, 12, 19200 Azuqueca de Henares) y que contará con los siguientes intervinientes:
Javier Morales (CCOO), Ernesto Martín (PCE Azuqueca), y el historiador Fernando Hernández Sánchez , profesor de la UAM y experto en el PCE.

Galería de fotos:

Xulio Garcia, Carlos Fernández y María Fernandez

Javier Morales pide un minuto de silencio por los dos trabajadores muertos en Marchamalo

Antonio Rico Niño interviene desde el público

Posado final con Antonio Rico y Petra Arévalo y sus hijos