02/08/2021.- Hace diez años, tras cuatro dias excavando en un campo de labor, recuperamos los restos de Severiano Clemente González, panadero de Medranda, simpatizante del Frente Popular y UGT. Severiano fue asesinado por requetés en La Toba (Guadalajara) el 17-11-1936 ; Al localizar sus restos presentamos una denuncia por crímenes de lesa humanidad ante el juzgado de Sigüenza que resolvió que dicha actuación estaba regulada por la ley de memoria y no procedia un proceso judicial Severiano fue enterrado con honores un año más tarde. ✊ Foto: Xulio García/FMGU
La matanza del 13 de mayo de 1940. Un día para el recuerdo en Guadalajara
FMGU.- El 13 de mayo de 1940, tuvo lugar la mayor ejecución de presos antifascistas en Guadalajara. No olvidemos sus nombres y que dieron su vida por la libertad. Hasta 822 fueron asesinados en el cementerio de Guadalajara entre 1939 y 1944. En este día de recuerdo, no olvidemos que no existe ningún monumento a su memoria . La mitad de ellos aproximadamente fueron enterrados en el Cementerio Civil pero el resto fueron enterrados en el Patio de Santa Isabel fosas número 2 y 5, donde sus cuerpos fueron trasladados al osario y posteriormente destruidos. Ningún juez ni español ni argentino les va a desenterrar porque de buena parte de ellos sus cuerpos fueron destruidos y porque sus asesinatos siguen siendo considerados LEGALES para la “justicia” española:
Queremos dar un recuerdo especial este año a Cesareo Valdés Aguado, maestro de Illana asesinado el 13 de mayo, pues en pocos días su hija y nieto acudirán a Guadalajara y con mucho placer les acompañaremos al cementerio para que coloquen una placa individual en su memoria,
13-5-1940 Cesareo Valdés Aguado.
Fusilados el 13 de mayo 1940 en Guadalajara
Aguado García, Antonio, Alonso Puerta, Pedro, Alonso Romera, Eusebio, Andradas Román, Victoriano, Arcas Barrera, Pedro, Barranquero Moraleja, Toribio, Barriopedro Arroyo, Juan, Benito Fernández, Luís, Bermejo de la Luna, Vicente, Blanco Moreno, Jesús, Caballero Sanz, Antonio, Cordón Gómez, Pascual Cortijo Cezón, Antonio Costa Godofre, Teodoro Costero Costero, Valentín Écija Martínez, Pablo Elizalde González, Emilio Frías Crespo, Mariano Frutos Muñoz, Joaquín García Rivas, Antonio González Tierraseca, Matías Guindal Palomo, Teófilo Gutierrez Saceda, Eloy Hita López, Florentino Hita Ramos, Cirilo Lanza Morales, Joaquín López Arcos, Juan Antonio López Cámara, Benito López Martínez, Juan Luz Medel, Saturnino de Manzano Expósito, Julián Martínez Santamaría, Ramón S Muñoz Guijarro, Federico Muñoz Lucía, Esteban Oliva de Miguel, Fernando Paganos Domingo, Ricardo Pareja Martínez, Mariano Pérez López, Saturnino Relaño Martínez, Arsenio Río Oliva, Antonio del Rivas Solano, Cecilio Ignacio Roncero Frías, Mariano Ruiz Cortés, Mariano Ruiz Sanchez, Florentino Sánchez Cogollor, Eugenio Sánchez Fraile, Perfecto Sánchez Garrido, Ildefonso Solano Paganos, Isidoro Soria Blanco, Juan Tapia Serrano, Andrés Taravillo Martínez, Román Valdés Aguado, Cesareo Vindel Regidor, Casimiro Yela García, Celestino
Bono de 10 cts editado por el PCE de Guadalajara. Coleccion: FMGU
Quizás por haber resistido hasta el final de la guerra y por ser escenario de la primera derrota militar del fascismo italiano, la provincia de Guadalajara fue especialmente castigada desde el primer momento por la represión franquista y con un alcance que las cifras nos muestran con horror. Entre 1939 y 1944 fueron represaliadas 7269 personas nacidas o residentes en la provincia, lo que representaba un 4.3 % de la población provincial de 1940. De esas 7269 personas, el PCE fue la segunda organización en número de castigados, con 1039 represaliados, siendo la primera UGT con 1904. Al igual que en el resto de España, el Partido Comunista había pasado de ser un pequeño grupo sin apenas presencia militante en nuestra provincia a convertirse en un grupo con miles de afiliados y principal sostén del Quinto Regimiento. Así, en Guadalajara el PCE pasa de tener 90 afiliados en 1935 en toda la provincia, a 8000 carnets entregados en noviembre de 1937. (Hernández Sánchez, 2010).
Desde el primer momento de la represión franquista, en abril de 1939, los principales dirigentes provinciales fueron fueron perseguidos con saña y asesinados o encarcelados; Vicente Relaño, secretario general del PCE de Guadalajara fue prontamente detenido y sometido a un cruel trato, aunque su ejecución se retrasó hasta 1943 porque Relaño tenía más de 10 avales de personas de derechas a las que se había salvado al ponerlas bajo la protección de la Ley republicana en los días difíciles de los primeros meses de la guerra. Otros dirigentes fueron al exilio o fueron encarcelados. Desde Guadalajara se organizó una expedición falangista a Alicante para buscar a todos los republicanos alcarreños allí detenidos. A su regreso, fueron exhibidos por las calles de la ciudad en un recorrido parecido a un auto de fe.
Vicente Relaño, fundador y secretario general del PCE de Guadalajara. Foto: FMGU
El número de penas de muerte ejecutadas a militantes comunistas en la provincia de Guadalajara, según estadística recogida por el Foro por la Memoria de Guadalajara y basada en las propias sentencias judiciales, fue de 166, de un total de 822 fusilados entre 1939 y 1944 en las tapias del cementerio provincial, siendo la segunda organización con mayor número de asesinados después de la FNTT-UGT.
En estas circunstancias es fácil entender que la mayoria de los militantes comunistas que estaban en condiciones en la posguerra de reorganizar el PCE en Guadalajara eran o bien los más jóvenes, que no habían vivido la guerra, o las mujeres, viudas o compañeras de militantes encarcelados o presos.
La militantes femeninas no fueron sólo las que tuvieron que afrontar las multas, ayudar a sus compañeros presos y sostener a la familia en una situación de persecución y postguerra, sino que fueron en muchos casos las encargadas de intentar la reconstrucción de la organización, cuyo principal objetivo era, como en el resto de España, sobrevivir y auxiliar a los presos.
Es de justicia citar a algunos de los militantes comunistas de Guadalajara que arriesgaron su vida y su libertad para reorganizar el partido y apoyar a sus camaradas presos. Son solamente unos pocos aquellos de los que se guarda memoria, pues cientos de ellos murieron anónimamente bajo un dictado de olvido que algunos desean que persista hasta el día de hoy. Como ejemplo de dignidad y lucha llegan hasta nosotros estos nombres:
Maria Valés Santos, natural de Torre del Burgo, encarcelada el 09/07/1942, acusada de reorganizar clandestinamente el PCE.
Gregoria Pérez Barbero, 23 años de Cendejas de la Torre, militante de JSU, detenida en 1943 junto a 21 personas más, acusada de ser «miembro de la organización clandestina del PCE». Goyi, como era conocida, estuvo varios años en la cárcel y al salir se exilió a Francia y Polonia junto a su compañero Joaquín Pérez Regalado, Al morir el dictador regresó a Guadalajara, militando en el PCE e IU, formando incluso parte de las listas electorales de esta coalición hasta su muerte.
Adoración Retuerta detenida «por actividades clandestinas de carácter comunista.(…)», detenida por el reparto en Guadalajara y Madrid de unos pasquines que decían «Franco os roba el aceite y el pan de vuestros hijos hambrientos, ¿a qué esperáis para manifestaros contra el hambre? Viva la República».
Tomasa Cuevas, de Brihuega, de las JSU, quien tras 12 años de cárcel en durísimas condiciones, regresó a Guadalajara en 1950 y se convertiría en uno de los mayores ejemplos de fortaleza moral, de solidaridad y de humanidad que haya podido haber en el comunismo español, rescatando la memoria de la vida, lucha y sacrificio de las mujeres de su generación.
Muchos de los militantes que lucharon por la reconstrucción del partido habían sido presos de primera hora que ya habían sido excarcelados tras cumplir penas menores, como es el caso de Pedro Martinez Magro, maestro de Jadraque que tras ser sobreseída su causa, fue puesto en libertad, participando en la reconstrucción del PCE en Guadalajara y Alcalá de Henares, hasta que en 1947 fue detenido, acusado de la explosión del polvorín militar de Alcalá de Henares y fusilado.
Un caso que ejemplifica muy bien el de aquellos combatientes que habíando logrado sobrevivir no dudan en volver a comprometerse en la lucha es el de Felix Samper Albarracín, jornalero de Sayatón y teniente del EPR quien tras salir de la carcel en 1943, fue detenido de nuevo en el 45 y acusado de pertenecer a la organización clandestina del PCE fue condenado a un año y seis meses.
Entre las mujeres que habían estado presas destaca Mercedes Wandelmer, de la Asociación de Mujeres Antifascistas (AMA) y del PCE, que pertenecía a una familia de luchadores y militantes comunistas en la que hay dos fusilados. Tras salir en libertad condicional de la prisión de Barbastro en julio de 1943, fue detenida de nuevo en 1945, (“ingresó en la clandestinidad en el PCE para combatir y derrocar al régimen legalmente constituido en España y sus más sanas y tradicionales instituciones”). Fue condenada a cinco años más de prisión.
El Socorro Rojo Internacional (SRI) sirvió como primera estructura de apoyo a los presos y permitió una tímida organización del partido en nuestra ciudad con la entrega de comida, ropa y enlace entre los presos y sus familias y con el partido. Esos fardos de ropa eran precisamente usados para la introducción de mensajes, veamos un ejemplo:
Teodora Segura Muñoz, de 18 años, de Peralejos de las Truchas, fue encarcelada en 1945 por propaganda ilegal, junto a Bonifacia de la Riba Esteras “con motivo de haber llevado clandestinamente para lectura de los presos partes de guerra y revistas, las que pasaba envueltas en legajos de ropa para los presos”.
La reconstrucción del PCE en Guadalajara empezó en la propia cárcel pues los propios presos crearon una célula para repartir las ayudas y apoyarse mutuamente. La proximidad de Madrid facilitaba conseguir propaganda y traerla a Guadalajara en arriesgados viajes en tren. Algunas de las más activas militantes de SRI que sirvieron de enlace con los presos fueron: Cecilia Abad, Tomasa Cuevas y Julia García, entre otras. Gracias al libro “Mujeres en las cárceles” de la briocense Tomasa Cuevas, conocemos el nombre de uno de los militantes que participó como organizador en el interior de la Prisión Central de Guadalajara de una célula clandestina. Se trataba de un militante malagueño llamado Antonio Ramón, que estaba gravemente enfermo de tuberculosis y que falleció al poco de ser liberado en los años 50. Otro de los miembros del PCE que se hallaba preso y que agravó su causa fue Emilio Alda Garcia natural de Chiloeches, tras ser acusado de ser el responsable clandestino del PCE en la cárcel de Guadalajara. Tras él, otro preso, Emilio Esteras Cid, condenado a 30 años, fue el máximo responsable del Partido en la Prisión central entre 1943 y 1945.
Clotilde Ballesteros en 1938
Los supervivientes de la represión estaban en el constante objetivo de la policía franquista y eso, en una ciudad pequeña como Guadalajara, hacía más difícil su tarea, siendo necesario extremar las cautelas. Hacia 1946 Clotilde Ballesteros, militante comunista nacida en Mirabueno y viuda de un importante cuadro del PCE, Juan Raposo, que había sido cruelmente asesinado a golpes en la Prisión Provincial y fusilado después de muerto, recibió la visita de un extraño personaje que le propuso hacer negocios y reunir a los militantes dispersos para teóricamente reconstruir el PCE. Clotilde lograría mantenerse con éxito en la clandestinidad y sería clave en mantener el contacto con Madrid en los años más duros. Las resistentes como Clotilde estaban especialmente expuestas porque eran el punto de contacto externo. El personaje traía la supuesta carta de un histórico militante llamado Emiliano Wandelmer quien había sido secretario provincial de las JSU. Wandelmer había sido excarcelado en 1943; tanto Emiliano como su padre Pedro y su hermana Mercedes, habían tenido un compromiso público en defensa de la República y como militantes del PCE y eran muy conocidos en Guadalajara. Tras la entrada de la tropas fascistas fueron detenidos y el padre, Pedro Wandelmer, un hombre ya de edad que no obstante llegó a ser oficial del EPR, fue ejecutado, así como Ángel Waldelmer de 22 años y anarcosindicalista. Otros miembros de la familia, como Nieves, Victoriana, Joaquina o Mercedes también sufrieron cárcel y persecución.
Emiliano Wandelmer, encarcelado en Porlier había sido torturado; el odio a su familia y a su militancia valiente le había convertido en una víctima a la que destruir y aplastar moralmente. Los resistentes sabían que Wandelmer había sobrevivido, pero existía el temor de que se hubiera quebrado moralmente y estuviera, ya en libertad, siendo utilizado por la Brigada Político Social (BPS) para romper la seguridad de la resistencia. No había pruebas de que hubiese traicionado, pero las condiciones de lucha eran tan terribles que la sospecha bastaba para tener que tomar medidas preventivas. Antonio Cañadas Dombríz, militante libertario que había sido detenido en los mismos días que Emiliano, en sus memorias inéditas (Cañadas, FMGU) señala que le vigilaron y gracias a ello: (…)Supimos que Waldelmer [sic] era el traidor porque a los que sí se habían reunido con él, les extrañó que a la reunión que él habia convocado y que fue sorprendida por la policia, no acudió el sujeto y le vieron por la calle con algún policía de la Social (…)
Emiliano Wandelmer, secretario general de las JSU de Guadalajara en 1936
Sospechando que el visitante que decía venir en nombre de Wandelmer era un policía o un infiltrado, Clotilde Ballesteros, quien ya entonces participaba activamente en la actividad clandestina del PCE, se hizo la tonta y mintió al sospechoso asegurándole que ya había abandonado toda actividad política y que estaba ocupada sólo en su hijo y su nuevo marido, también encarcelado. El visitante insistió y se entrevistó con otros militantes en libertad, entre ellos con Francisco Mayoral, ex-secretario de organización de las JSU de Guadalajara, quien acababa de salir de la cárcel. Mayoral avisó de la manera más discreta posible a todos los militantes que pudo, no sin antes poner vigilancia y seguimiento al individuo sospechoso, que desapareció tras varias visitas, al comprobar seguramente el escaso eco de sus propuestas. (García Bilbao, X., 2008)
Pedro Wandelmer, veterano luchador comunista de Guadalajara, fusilado en mayo de 1940.
La lucha en la ciudad estaba muy centrada en recomponer lazos y en apoyar a los encarcelados y sus familias fundamentalmente, pero en las zonas de sierra de la provincia los guerrilleros se mantenían en armas, si bien en situación muy precaria. La capital, una ciudad de 20.000 habitantes donde en 1939-40 llegaron a estar encarcelados simultáneamente 5000 personas, era tan sólo uno de los espacios de lucha, el «llano» y la «montaña» eran los otros. Por el «llano» se entendían las poblaciones rurales y por la «montaña» las zonas agrestes en las que se mantenían los guerrilleros. El llano ayudaba a la montaña. En ese apoyo a la actividad guerrillera el PCE clandestino fue uno de los pilares fundamentales. Guadalajara formaba parte del corredor de la Cordillera Central que permitía conectar el centro y sur con el camino a Francia, pero la principal zona de resistencia fue el Alto Tajo, en las fronteras con Teruel y Cuenca. Entre 1947 y 48 hubo hasta 35 detenciones de vecinos de Ocentejo, Peralejos de las Truchas y otros pueblos de la zona, que fueron acusados de «apoyo a bandoleros» (García Bilbao, X. [et al], 2010) .
La actividad clandestina del PCE siguió a pesar de todas las dificultades. Una, y no poco importante, era la de contactar con la estructura del partido a nivel nacional y de esa forma con la dirección en el exilio. Hay informes en la documentación de Jesús Monzón donde Guadalajara aparece claramente conectada con la dirección del partido en 1945 (AHPCE.Informes-jacq3). Tras la masacre de cientos de militantes en los primeros años de la dictadura, los encarcelamientos masivos y las deportaciones, la represión no cesó. Las multas, el expolio, los despidos, la persecución diaria que llegó a suponer la muerte civil de los que se habían atrevido a plantar cara al golpe y defender la República eran una cruda realidad que aplastaba cualquier intento de resistir; recordemos a comunistas como Antonio Buero Vallejo, luego famoso autor teatral, o a Ramón de Garcíasol, periodista y poeta, quienes tras sobrevivir a la guerra, la cárcel y eludir la muerte, se vieron obligados a un duro exilio interior. Buero Vallejo, en fecha tan tardía como 1980, era discutido por parte de la sociedad bienpensante de la ciudad y se entorpeció el darle su nombre a un Instituto de Bachillerato apelando a su condición de comunista.
En medio de este panorama, muchas personas abandonaron la ciudad y fueron a Madrid o a otras provincias. El PCE resistió porque la voluntad de lucha de sus militantes fue absolutamente heroica, pero las condiciones de aislamiento y represión supusieron el desgaste brutal de la generación joven que había conocido la República y luchado en la guerra, siendo los años 40 una época de resistencia que acabó por agotarla.
La salida de la cárcel de los supervivientes de la represión inicial les llevó a encontrar una Guadalajara devastada moralmente y con toda la vida civil en manos de un régimen totalitario donde no había lugar para los que no quisieran rendirse. Las redes de apoyo a presos y familias, una solidaridad antifascista ejemplar, abarcaba a todos, incluidos militantes socialistas y libertarios, aunque las tensiones derivadas del golpe de Casado se hicieron sentir siempre. Tras 1944 y hasta el 49, la actividad guerrillera y con ella el paso por Guadalajara de partidas y cuadros procedentes de Francia en ruta a otras zonas de actividad generó un repunte de la represión y del control. Una nueva oleada de encarcelamientos y juicios se cebó entre los resistentes, llevando de nuevo a la cárcel a muchos de ellos.
A primeros de los cincuenta, la situación era de devastación. Persistían redes de veteranos militantes y el PCE mantenía contacto con la dirección en Madrid y Francia, pero la actividad era sobre todo de resistencia moral, no dejarse vencer, como primer objetivo. Surgieron dos retos: el primero fue la reproducción generacional, los mayores anteriores a la guerra estaban muertos, prisioneros, en el exilio o agotados, sólo un reducido grupo mantenía la red clandestina. Los más jóvenes, sobre todo los antiguos militantes de las JSU, ahora ya en plena madurez, serian de nuevo fundamentales en la lucha, pero era preciso incorporar a las nuevas generaciones a la militancia. El otro reto era la lucha sindical. El PCE orientó su lucha al frente del trabajo y a la lucha en los sindicatos del régimen. Desde los cincuenta hasta los años 70, la historia del PCE sería sobre todo la lucha en el movimiento obrero; la fabrica de VICASA en Azuqueca de Henáres, atrajo obreros de toda España, principalmente de Extremadura y se convertiría en un punto clave de la nueva organización del partido.
Nunca se perdió el contacto con la dirección, pero hemos de esperar a los años 60 para encontrar una red de células del PCE que eran ya nuevas, fruto de la nueva dinámica política y no un eco de la guerra y la primera resistencia. El veterano combatiente Sixto Agudo sería encargado en los 60 de establecer renovadas líneas de comunicación entre la estructura clandestina y la dirección en Francia. El PCE mantiene una red en Guadalajara, con ramificaciones en Molina de Aragón o Sigüenza. Romero Marín, miembro del Comité Central del PCE, acude a Guadalajara en 1962 y mantiene contactos directos con la estructura clandestina gracias a Esteban Hernández Maestre, un joven albañil que había tomado el testigo de los viejos militantes y actuaba como organizador y nudo de la red, junto a su compañero Goyo Muela . Un piso clandestino en la calle Horno de San Gil de Guadalajara pasó a ser un punto clave de la red. En 1968, con jóvenes obreros emigrantes, la actividad clandestina se relanzó. La Brigada Político Social conocía los nombres de todos los represaliados supervivientes y les tenía sometidos a vigilancia periódica, igual que con los cuadros más activos que estaban en los sindicatos. Vigilar para conocer y conocer para neutralizar era la pauta seguida por la Brigada Político Social en ese periodo. En 1969, Antonio Cezón, obrero de la fábrica Bressel, Antonio Rico, un obrero de Segovia, Juan Ignacio Begoña y Francisco Palero, entre otros, tejen ya una amplia red. La policía les vigila y detiene y maltrata cuando les parece conveniente, pero no lograrán impedir su actividad. La represión de la BPS es constante, siendo su afán tener localizados todos los posibles focos de resistencia. Pese a su historial de crímenes y torturas, los policías de la BPS escaparan impunes en la Transición.
Entre 1964 y 1976, el Tribunal de Orden Público, el famoso TOP, 32 personas de Guadalajara serán condenadas. El primero de ellos fue Enrique Aguado Marco, natural de Cobeta, con 51 años, condenado (Causa 106/64 TOP) por propaganda ilegal —distribución de Mundo Obrero— a 10.000 ptas. y un año de cárcel; Anastasio García, de Mandayona, fue detenido siéndole incautados ejemplares de Mundo Obrero, Nuestra Bandera, Fraternidad y Metal (revistas del sindicato clandestino), resultando condenado a dos años de prisión y una fuerte multa. Serían los primeros condenados en esta nueva etapa del franquismo que no cesaría hasta las elecciones del 77. Policías y jueces de la dictadura seguirían en sus puestos sin ser cuestionados.
La trayectoria del PCE en nuestra ciudad desde los años 60 hasta la transición será tratada en otro artículo. pero podemos citar como principal determinante desde los años 50, no tanto la actividad represiva del régimen, sino la nueva línea de «Reconciliación Nacional» implantada desde 1956. Como consecuencia de esa línea, la renovación generacional acabaría por producir una fractura moral entre los veteranos de la resistencia y los cuadros jóvenes de orígen católico o de familias del régimen que se encargarían de aplicar las nuevas directrices; en ellas, la memoria de la lucha de la resistencia resultaba inconveniente. La disolución del sistema de células por centro de trabajo o actividad y la adopción de una estructura de agrupaciones territoriales acabó por destruir los lazos comunistas que en difíciles circunstancias habían logrado mantener durante tantos años.
Se puede decir que a pesar de la dura represión y del ensañamiento contra los comunistas alcarreños, en todos los años de dictadura no hubo ni un sólo día en el que no hubiera una célula clandestina comunista en Guadalajara empeñada en su lucha contra la dictadura franquista.
En 1979, Clotilde Ballesteros y Trifón Cañamares García, volvieron al pueblecito de Mirabueno. Clotilde había eludido la cárcel y en 1951 marchó a Viella y luego a Barcelona donde militó en la clandestinidad. Trifón Cañamares, aquel valiente joven militante de las JSU comisario de compañía en la 49 BM, natural de Cendejas de Enmedio (Guadalajara), había mantenido su militancia en el PCE todos aquellos años. En Mirabueno, Trifón y Clotilde defendieron la candidatura al ayuntamiento de su partido, el PCE, y lo hicieron con la sinceridad y fortaleza de corazón que había caracterizado a los militantes de su generación. En 2014, los jóvenes de la UJCE de Guadalajara le dieron el nombre de Trifón Cañamares a su agrupación provincial, y el propio Trifón, emocionado, firme y lúcido a sus 103 años, pudo dirigirse a ellos, evocar a cuantos entregaron sus vidas por un ideal de paz y justicia social y transmitir el hilo rojo de la memoria que se necesita en las batallas del presente y el futuro.
Hernández Sánchez, F., El PCE en la guerra civil, Tesis doctoral, UNED, 2010.
Garcia Bilbao, X., La represión franquista en Guadalajara, Silente 2010-
—, «Entrevista con Francisco Mayoral, militante JSU Guadalajara, 01/10/2008», FMGU)
—, «Entrevista con Jesús Salas, miembro de la resistencia antifranquista Guadalajara, 02/07/2014, FMGU)
Xulio García Bilbao . Foro por la Memoria en Guadalajara
EL CASO DE 157 PRISIONEROS DE SIGÜENZA DESAPARECIDOS DENUNCIADO ANTE LA ONU.
Se trata de 157 republicanos prisioneros de guerra tras la batalla de Sigüenza
FMGU 24/09/2013.- El Foro por la Memoria de Guadalajara ha presentado hoy en Madrid, ante el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas de la ONU (OHCHR), el cual se encuentra en España para recoger información sobre desapariciones forzosas y otros crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura franquista, el caso de 157 prisioneros de guerra republicanos capturados en octubre de 1936 por las tropas franquistas y de los que no se ha tenido conocimiento de su paradero desde entonces. Es la primera vez que se hacen públicos sus nombres y se han hecho llegar a los enviados de la ONU como un caso de crimen de lesa humanidad.
Como documentación anexa, se han aportado dos documentos elaborados por el Estado Mayor del ejército franquista, uno fechado en Sigüenza el 16 de octubre de 1936, con una lista exhaustiva de 591 prisioneros hechos por los franquistas tras la ocupación de la ciudad del Doncel. De esos 591 presos, 490 eran hombres, 47 mujeres y 54 niños. El otro documento aportado es una lista realizada igualmente por el ejército golpista, pero fechado al día siguiente, 17 de octubre, en Soria, lugar al que fueron trasladados los prisioneros. La segunda lista incluye solamente a 333 prisioneros, de los cuales, 14 fueron capturados en otros lugares diferentes a Sigüenza. La diferencia entre ambas listas realizadas por el propio ejército franquista es de 157 prisioneros. El Foro por la Memoria de Guadalajara denuncia este hecho como un presunto delito de Lesa Humanidad y pide su investigación. Así mismo se puso en conocimiento de los enviados de la ONU la negación a los investigadores y colectivos memorialistas del acceso a los archivos, como es el caso del Registro Civil de Sigüenza.
Guadalajara estuvo presente en varias de las intervenciones ante los enviados de la ONU, pues familiares de víctimas de la fosa común del Cementerio Municipal expresaron la indefensión y desprecio público que las víctimas guadalajareñas del franquismo reciben de las instituciones locales y provinciales y la negativa a realizar un monumento conmemorativo en el lugar de su fusilamiento e inhumación. También expuso su caso Gregorio Rodrigálvarez, hijo de un “paseado” de Sigüenza, que expuso el caso de su padre como el de una víctima de “desaparición forzosa”.
La jueza de Sigüenza archiva la causa de “lesa humanidad” de La Toba
Foro por la Memoria de Guadalajara, – 13 agosto 2011
El Foro por la Memoria recurrirá la decisión judicial
La jueza de Sigüenza ha archivado la causa concerniente a la denuncia interpuesta por la Federación de Foros por la Memoria por un supuesto delito de asesinato y de “lesa humanidad” en el marco del hallazgo de los supuestos restos de Severiano Clemente, el panadero de Medranda, fusilado el 17 de noviembre de 1936 en un paraje de la Toba.
Tal y como explica el abogado de la federación, Miguel Ángel Muga, la jueza ha dictado un auto de archivo en el que no alega la prescripción de la causa sino que se limita a manifestar que “es de aplicación la Ley de Memoria, que es un proceso administrativo y que corresponde al Gobierno la organización y exhumación de las fosas”. Sin embargo, según el abogado, el texto de la Ley simplemente se limita a decir “que se facilitará por el Gobierno, pero no se dice en ningún caso que tenga competencias para realizar esas labores, que deja en manos de la familia”.
Muga apunta que “ni siquiera se han iniciado unas diligencias previas, que es lo que corresponde para investigar un crimen” sino unas diligencias indeterminadas que es la fórmula que se utiliza cuando se trata de una tramitación legal que no tiene detrás un delito.
Al mismo tiempo señala que existe un apartado dentro de la Ley de Memoria que permite a las víctimas iniciar cualquier tipo de acción judicial “artículo que se salta a la torera y no valora”.
Con todo ello, la Federación de Foros por la Memoria presentará el próximo martes por la mañana un recurso de reforma subsidiaria de apelación, es decir, “ un recurso de reforma que se presenta ante el juez que ha dictado el auto previamente y en el mismo sentido se le da traslado a la Audiencia Provincial para que lo resuelva”. La jueza del Juzgado de Primera Instancia de Instrucción de Sigüenza tendrá que resolver este recurso para lo que, según la Ley, tiene diez días, “aunque pueden ser más”, aclara Muga. Con el fallo de la juez la federación tiene cinco días para presentar alegaciones y después se le da traslado a la Audiencia Provincial, “que puede tardar entre tres o cuatro meses”.
La Ley de Memoria
La Ley de Memoria más que lanzar un salvavidas a las familias, según el abogado, supone “el cierre del modelo español de impunidad”, que señala que la única ocasión en la que los jueces han fallado a favor de la causa fue mediante una estimación parcial del recurso después de encontrar los restos en un pueblo de Cáceres en el que la Audiencia Provincial reconocía “que la juez tenía que haber abordado las diligencias mínimas, pero que correspondía el archivo por prescripción”.
Cabe recordar que una vez encontrados los restos, ni el juez, ni las Guardia Civil se personaron en el lugar para proceder al levantamiento del cadáver, unas labores que tuvieron que realizar el equipo de voluntarios de la Federación de Foros por la Memoria. Muga incide en que al tratarse de una desaparición “el delito no ha prescrito” y añade, que dadas las circunstancias, entienden que es una causa de “lesa humanidad” que “nunca prescriben” y critica que las instituciones “ni siquiera realicen las actuaciones mínimas que acrediten la verdad”.
Los restos están en la Universidad de Barcelona para ser identificados
Los supuestos restos de Severiano Clemente, encontrados tras las labores arqueológicas realizadas en el paraje conocido como “La viña del tío Morillas”el pasado fin de semana, han sido trasladados a la Universidad Autónoma de Barcelona. Tal y como explica Xulio García desde el Foro por la Memoria de Guadalajara, en estos momentos “se están limpiando los huesos y se procede a la extracción de material genético válido para comprobar el ADN”. Para que se pueda realizar la identificación, aclara el representante del foro, “hay que buscar ADN mitocondrial que se trasmite únicamente por el lado materno, para comparar el ADN de la familia con el de los huesos”.
La prueba de ADN, comenta, será la definitiva, por lo que “una entrevistadora, una antropóloga social, está estudiando a cada miembro de la familia y realizando el árbol genealógico para ver quién es el familiar más idóneo para la prueba. Para ello preguntamos a los familiares sobre algunos rasgos antropomórficos de la víctima: Esos detalles físicos, como la edad o enfermedades o lesiones previas sufridas por la víctima, pueden ayudar a identificar los restos”.
Este tipo de investigaciones tienen una duración de entre seis meses y un año.
En relación a las labores arqueológicas desarrolladas sobre el terreno, indica que “aseguramos el levantamiento para que no se perdiera nada, así lo retiramos con tierra porque podía haber restos interesantes”. Se trata de un trabajo voluntario y la única fase que tiene un coste económico, afirma García, “es el laboratorio para pagar la identificación. Y para eso, todavía falta”.
Recuperamos éste articulo de 2008, que por desgracia, sigue teniendo actualidad.
Xulio García Bilbao (Foro por la Memoria de Guadalajara, 26/10/2008)
Don Ángel Jiménez (2008)
Desde los últimas semanas, en el Foro por la Memoria de Guadalajara estamos, me imagino que como en todas las asociaciones de memoria democrática, literalmente abrumados por las peticiones de ayuda, sobretodo desde el comienzo de las diligencias de Garzón.
El otro día me llama un señor y me dice algo parecido a lo siguiente: “es que he oído hablar de esto de la Memoria Histórica, y me enterado que mi abuelo era carabinero. Es para saber si puedo sacar algo“. Por supuesto, le dí referencia de la base de datos del Archivo de la Memoria Histórica, donde le indiqué que podría hallar algún dato. Cuando le pregunté los apellidos de su abuelo, me dijo que “no sé el segundo apellido“. Tras oír esto me di cuenta de que es la típica persona que no tiene ni idea de quien era su abuelo, ni mucho menos de aquello por lo que murió, pero que ahora de repente, se ha despertado en él un “súbito interés” por él, quizás al oír hablar de dinero. Allá cada uno. Lo siento pero tuve esa sensación.
Entonces le dije que nosotros somos una asociación de memoria histórica democrática, y que para pedir ayudas estaba la administración, que por supuesto tenía derecho a ello y le facilité algunos contactos para hacerlo si deseaba. Que nosotros no somos exactamente una asociación de familiares, aunque entre nosotros haya familiares, que nosotros luchamos también por la justicia y los derechos humanos y por honrar aquello por lo que lucharon. No estoy seguro de que este familiar entendiera lo que le dije. Quería haberle hablado de que la 65 Brigada Mixta del IV Cuerpo de Ejercito Republicano estaba compuesta por carabineros, que tuvo un papel heroico en la batalla de Guadalajara, que unos 20 carabineros fueron fusilados en Brihuega por los fascistas durante la ocupación italiana, y muchas más cosas, pero nada de eso le interesó. No le culpo.
Está bien dar respuesta humanitaria a los familiares, pero no podemos quedarnos en eso. El “miabuelismo” aleja a muchos de entender que las víctimas del terror franquista, murieron por defender unos ideales.
Este caso es por supuesto una excepción, porque afortunadamente la totalidad de personas lo que quieren es honrar a sus familiares asesinados.
Acabo de venir de casa de uno de ellos. Se trata de un señor de 81 años, don Ángel Jiménez Loriente, hijo de Wenceslao Jiménez, un concejal socialista fusilado, natural de Mondéjar (Guadalajara). Su madre, Carmen Loriente, también sufrió represión y fue condenada a 30 años. Después de la cárcel fue desterrada a Zaragoza.
Don Ángel ha gastado casi hasta el último céntimo que tiene en intentar cumplir la promesa que le hizo a su padre en la cárcel de Guadalajara, la víspera de su fusilamiento: “Defiende el buen nombre de la familia“, le dijo. Don Ángel tenía 11 años.
La colección de cartas, peticiones oficiales, oficios judiciales y otros, que don Ángel ha usado para intentar cumplir la promesa hecha a su padre, alcanza la cifra de 116 documentos, que don Ángel, ya cansado, ha donado al Foro por la Memoria de Guadalajara, y al Archivo Histórico Provincial. Hay cartas al rey, a Aznar, a todos los ministerios y archivos imaginables desde el año 82 aproximadamente, cuando este gran luchador comenzó su solitaria cruzada.
Como éxito a todos sus requerimientos, lo único que ha conseguido es una respuesta del Ministerio de Justicia, donde ante la petición de la ANULACION de las sentencias de sus padres, le dicen, que “sus delitos ya han sido amnistiados por la Ley 46/1977“, es decir la Ley de Amnistía del 77. Esto fue hace unos diez años. La Constitución derogó las leyes franquistas, pero no es lo mismo DEROGAR que ANULAR. Para las leyes actuales, los padres de don Ángel fueron culpables y los tribunales que les juzgaron, legales. Pero en el 77 “se les perdonó“. La verdad es que no hacia falta, pues la Comisión liquidadora de Responsabilidades Políticas, esa que dirigía en 1947 el ex ministro monárquico Eduardo Aunós, ya les habia “perdonado”. La ley de Amnistía del 77 hizo lo mismo, lo mismito que Franco en el 47.
También ha escrito don Ángel a la Asociación de Derechos Humanos, y al Ministerio de Exteriores, pidiendo que el asesinato de su padre sea considerado “crimen de lesa humanidad” (sin respuesta).
Finalmente, intentando demostrar la ilegitimidad del Tribunal que condenó a su padre, escribió en 1994 al entonces ministro de Defensa, García Vargas, y luego a su sucesor Suárez Pertierra, pidiendo información sobre los conocimientos jurídicos de los miembros del tribunal que juzgó a su padre, intentando demostrar que los jueces no eran tales y no estaban capacitados ni legitimados para juzgar o condenar a nadie. Ante todo esto lo que obtuvo es una carta del Ministerio de Defensa, indicándole que “los componentes de los tribunales que dictaron la sentencia, eran militares“. También pidió que se modificara la acusación de “adhesión a la rebelión” diciendo que su padre no se rebeló contra nadie, sino todo lo contrario. Los que se rebelaron fueron los golpistas que le mataron. Todo ello para intentar conseguir la nulidad de la sentencia. Ha intentando dar respuesta a todas y cada una de las falsas acusaciones (once) que aparecen en la sentencia de su padre, sin conseguirlo. Está agotado y totalmente arruinado.
El padre de don Ángel, Wenceslao Jiménez, concejal socialista de Mondéjar, unos días antes de ser fusilado en las tapias del cementerio de Guadalajara, el 07/08/1940, con otros ¡42 compañeros!, decidió cortarse el pelo, para “estar presentable ante la muerte“. El peluquero de la cárcel, también preso, de nombre Eusebio Ambite, natural de Hontoba (Guadalajara), se quedó tan impresionado por su entereza, que cuando salió de la cárcel en los años 40, fue a visitar a don Ángel, y le devolvió los treinta céntimos que su padre le había pagado por cortarle el pelo aquel día. Los tenía guardados desde entonces. Hoy don Ángel me enseñó esas tres monedas. Es casi lo único que le queda. Espero que algún día pueda cumplir la promesa que hizo a su padre y veamos verdad, dignidad y justicia para todas las víctimas del franquismo.
Xulio García Bilbao
Foro por la Memoria de Guadalajara (2008)
Nota: Le hemos cambiado el título original, “los tres céntimos de don Ángel” aunque como el propio protagonista nos corrigió luego, las tres monedas eran de 10 céntimos, por tanto, fueron 30 céntimos.