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En recuerdo de Francisco Mayoral ex militante de JSU de Guadalajara (1920-2017)
EN RECUERDO DE FRANCISCO MAYORAL, EX MILITANTE DE JSU DE GUADALAJARA. (1920-2017)
FMGU.- Francisco Mayoral Robledo, natural de Guadalajara, y antiguo militante de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) ha fallecido el pasado 29 de marzo en su casa de Barcelona, a la edad de 97 años.
Francisco fue secretario de organización de JSU con apenas 17 años, en plena guerra, Se alistó y combatió en la 44 Brigada Mixta, con la que estuvo en la zona de El Pardo (Madrid). Aunque él sólo venía a Guadalajara durante los permisos, venía todo lo que podía a participar en las actividades de su organización en nuestra provincia. Fue incluso corresponsal del periódico “La Voz del Combatiente” diario de los comisarios de guerra del Ejército Popular. Francisco acompañó, con otros militantes de JSU a varios dirigentes de la Internacional de Jovenes Comunistas IJC que vinieron a visitar los frentes tras la batalla de Guadalajara.

La Voz del Combatiente, periodico en el que colaboró un joven Francisco Mayoral
Al final de la guerra, estuvo primero en un campo de concentración, pero volvió pronto a su casa. En seguida participó en la reorganización clandestina de las JSU y del PCE en Guadalajara, Una tarea difícil sobretodo en una ciudad muy pequeña como Guadalajara y por ello, junto a otros militantes, fue detenido en 1945 por propaganda ilegal, por unos pasquines que se habian repartido. Por ello fue juzgado por el Juzgado E. y O.A. (Espionaje y Otras Actividades) y Comunismo de Zaragoza, cumpliendo un año de cárcel. Sus relatos sobre varias prisiones, incluyendo la prisión central de Guadalajara, han sido muy útiles para reconstruir la memoria democrática y antifascista de nuestra ciudad. Dado que tenía formación como delineante proyectista, trabajó en la Dirección General de Regiones Devastadas, aunque tras la cárcel, se marchó a vivir a Barcelona donde pudo trabajar y seguir su vida junto a su compañera Pepita Gamo Tomico, tambien familia de represaliados. Francisco era un hombre con las ideas claras y se mantuvo fiel a ellas durante toda su vida. En 2008 le entrevistamos y comprobamos su calidad humana, personal y política. En 2013 le entregamos un diploma simbólico en su casa de Barcelona, que fue entregado personalmente por Vicente Relaño, hijo de Vicente Relaño Martinez, secretario del PCE asesinado en 1943 y que era además delineante como él.
Desde el Foro por la Memoria reivindicamos su memoria y enviamos a sus familiares un sentido pésame. No le olvidaremos,

Diploma entregado en 2013 por Vladimiro Relaño, (3d) hijo de Vicente Relaño y los compañeros del Forum per la Memoria a Francisco Mayoral. Foto : FMGU

Propuesta de Medalla de la Libertad entregada por el FMGU a Francisco Mayoral en 2013
El PCE en la resistencia antifranquista de Guadalajara. Heroísmo en la clandestinidad
Quizás por haber resistido hasta el final de la guerra y por ser escenario de la primera derrota militar del fascismo italiano, la provincia de Guadalajara fue especialmente castigada desde el primer momento por la represión franquista y con un alcance que las cifras nos muestran con horror. Entre 1939 y 1944 fueron represaliadas 7269 personas nacidas o residentes en la provincia, lo que representaba un 4.3 % de la población provincial de 1940. De esas 7269 personas, el PCE fue la segunda organización en número de castigados, con 1039 represaliados, siendo la primera UGT con 1904. Al igual que en el resto de España, el Partido Comunista había pasado de ser un pequeño grupo sin apenas presencia militante en nuestra provincia a convertirse en un grupo con miles de afiliados y principal sostén del Quinto Regimiento. Así, en Guadalajara el PCE pasa de tener 90 afiliados en 1935 en toda la provincia, a 8000 carnets entregados en noviembre de 1937. (Hernández Sánchez, 2010).
Desde el primer momento de la represión franquista, en abril de 1939, los principales dirigentes provinciales fueron fueron perseguidos con saña y asesinados o encarcelados; Vicente Relaño, secretario general del PCE de Guadalajara fue prontamente detenido y sometido a un cruel trato, aunque su ejecución se retrasó hasta 1943 porque Relaño tenía más de 10 avales de personas de derechas a las que se había salvado al ponerlas bajo la protección de la Ley republicana en los días difíciles de los primeros meses de la guerra. Otros dirigentes fueron al exilio o fueron encarcelados. Desde Guadalajara se organizó una expedición falangista a Alicante para buscar a todos los republicanos alcarreños allí detenidos. A su regreso, fueron exhibidos por las calles de la ciudad en un recorrido parecido a un auto de fe.
El número de penas de muerte ejecutadas a militantes comunistas en la provincia de Guadalajara, según estadística recogida por el Foro por la Memoria de Guadalajara y basada en las propias sentencias judiciales, fue de 166, de un total de 822 fusilados entre 1939 y 1944 en las tapias del cementerio provincial, siendo la segunda organización con mayor número de asesinados después de la FNTT-UGT.
En estas circunstancias es fácil entender que la mayoria de los militantes comunistas que estaban en condiciones en la posguerra de reorganizar el PCE en Guadalajara eran o bien los más jóvenes, que no habían vivido la guerra, o las mujeres, viudas o compañeras de militantes encarcelados o presos.
La militantes femeninas no fueron sólo las que tuvieron que afrontar las multas, ayudar a sus compañeros presos y sostener a la familia en una situación de persecución y postguerra, sino que fueron en muchos casos las encargadas de intentar la reconstrucción de la organización, cuyo principal objetivo era, como en el resto de España, sobrevivir y auxiliar a los presos.
Es de justicia citar a algunos de los militantes comunistas de Guadalajara que arriesgaron su vida y su libertad para reorganizar el partido y apoyar a sus camaradas presos. Son solamente unos pocos aquellos de los que se guarda memoria, pues cientos de ellos murieron anónimamente bajo un dictado de olvido que algunos desean que persista hasta el día de hoy. Como ejemplo de dignidad y lucha llegan hasta nosotros estos nombres:
Maria Valés Santos, natural de Torre del Burgo, encarcelada el 09/07/1942, acusada de reorganizar clandestinamente el PCE.
Gregoria Pérez Barbero, 23 años de Cendejas de la Torre, militante de JSU, detenida en 1943 junto a 21 personas más, acusada de ser «miembro de la organización clandestina del PCE». Goyi, como era conocida, estuvo varios años en la cárcel y al salir se exilió a Francia y Polonia junto a su compañero Joaquín Pérez Regalado, Al morir el dictador regresó a Guadalajara, militando en el PCE e IU, formando incluso parte de las listas electorales de esta coalición hasta su muerte.
Adoración Retuerta detenida «por actividades clandestinas de carácter comunista.(…)», detenida por el reparto en Guadalajara y Madrid de unos pasquines que decían «Franco os roba el aceite y el pan de vuestros hijos hambrientos, ¿a qué esperáis para manifestaros contra el hambre? Viva la República».
Tomasa Cuevas, de Brihuega, de las JSU, quien tras 12 años de cárcel en durísimas condiciones, regresó a Guadalajara en 1950 y se convertiría en uno de los mayores ejemplos de fortaleza moral, de solidaridad y de humanidad que haya podido haber en el comunismo español, rescatando la memoria de la vida, lucha y sacrificio de las mujeres de su generación.
Muchos de los militantes que lucharon por la reconstrucción del partido habían sido presos de primera hora que ya habían sido excarcelados tras cumplir penas menores, como es el caso de Pedro Martinez Magro, maestro de Jadraque que tras ser sobreseída su causa, fue puesto en libertad, participando en la reconstrucción del PCE en Guadalajara y Alcalá de Henares, hasta que en 1947 fue detenido, acusado de la explosión del polvorín militar de Alcalá de Henares y fusilado.
Un caso que ejemplifica muy bien el de aquellos combatientes que habíando logrado sobrevivir no dudan en volver a comprometerse en la lucha es el de Felix Samper Albarracín, jornalero de Sayatón y teniente del EPR quien tras salir de la carcel en 1943, fue detenido de nuevo en el 45 y acusado de pertenecer a la organización clandestina del PCE fue condenado a un año y seis meses.
Entre las mujeres que habían estado presas destaca Mercedes Wandelmer, de la Asociación de Mujeres Antifascistas (AMA) y del PCE, que pertenecía a una familia de luchadores y militantes comunistas en la que hay dos fusilados. Tras salir en libertad condicional de la prisión de Barbastro en julio de 1943, fue detenida de nuevo en 1945, (“ingresó en la clandestinidad en el PCE para combatir y derrocar al régimen legalmente constituido en España y sus más sanas y tradicionales instituciones”). Fue condenada a cinco años más de prisión.
El Socorro Rojo Internacional (SRI) sirvió como primera estructura de apoyo a los presos y permitió una tímida organización del partido en nuestra ciudad con la entrega de comida, ropa y enlace entre los presos y sus familias y con el partido. Esos fardos de ropa eran precisamente usados para la introducción de mensajes, veamos un ejemplo:
Teodora Segura Muñoz, de 18 años, de Peralejos de las Truchas, fue encarcelada en 1945 por propaganda ilegal, junto a Bonifacia de la Riba Esteras “con motivo de haber llevado clandestinamente para lectura de los presos partes de guerra y revistas, las que pasaba envueltas en legajos de ropa para los presos”.
La reconstrucción del PCE en Guadalajara empezó en la propia cárcel pues los propios presos crearon una célula para repartir las ayudas y apoyarse mutuamente. La proximidad de Madrid facilitaba conseguir propaganda y traerla a Guadalajara en arriesgados viajes en tren. Algunas de las más activas militantes de SRI que sirvieron de enlace con los presos fueron: Cecilia Abad, Tomasa Cuevas y Julia García, entre otras. Gracias al libro “Mujeres en las cárceles” de la briocense Tomasa Cuevas, conocemos el nombre de uno de los militantes que participó como organizador en el interior de la Prisión Central de Guadalajara de una célula clandestina. Se trataba de un militante malagueño llamado Antonio Ramón, que estaba gravemente enfermo de tuberculosis y que falleció al poco de ser liberado en los años 50. Otro de los miembros del PCE que se hallaba preso y que agravó su causa fue Emilio Alda Garcia natural de Chiloeches, tras ser acusado de ser el responsable clandestino del PCE en la cárcel de Guadalajara. Tras él, otro preso, Emilio Esteras Cid, condenado a 30 años, fue el máximo responsable del Partido en la Prisión central entre 1943 y 1945.
Los supervivientes de la represión estaban en el constante objetivo de la policía franquista y eso, en una ciudad pequeña como Guadalajara, hacía más difícil su tarea, siendo necesario extremar las cautelas. Hacia 1946 Clotilde Ballesteros, militante comunista nacida en Mirabueno y viuda de un importante cuadro del PCE, Juan Raposo, que había sido cruelmente asesinado a golpes en la Prisión Provincial y fusilado después de muerto, recibió la visita de un extraño personaje que le propuso hacer negocios y reunir a los militantes dispersos para teóricamente reconstruir el PCE. Clotilde lograría mantenerse con éxito en la clandestinidad y sería clave en mantener el contacto con Madrid en los años más duros. Las resistentes como Clotilde estaban especialmente expuestas porque eran el punto de contacto externo. El personaje traía la supuesta carta de un histórico militante llamado Emiliano Wandelmer quien había sido secretario provincial de las JSU. Wandelmer había sido excarcelado en 1943; tanto Emiliano como su padre Pedro y su hermana Mercedes, habían tenido un compromiso público en defensa de la República y como militantes del PCE y eran muy conocidos en Guadalajara. Tras la entrada de la tropas fascistas fueron detenidos y el padre, Pedro Wandelmer, un hombre ya de edad que no obstante llegó a ser oficial del EPR, fue ejecutado, así como Ángel Waldelmer de 22 años y anarcosindicalista. Otros miembros de la familia, como Nieves, Victoriana, Joaquina o Mercedes también sufrieron cárcel y persecución.
Emiliano Wandelmer, encarcelado en Porlier había sido torturado; el odio a su familia y a su militancia valiente le había convertido en una víctima a la que destruir y aplastar moralmente. Los resistentes sabían que Wandelmer había sobrevivido, pero existía el temor de que se hubiera quebrado moralmente y estuviera, ya en libertad, siendo utilizado por la Brigada Político Social (BPS) para romper la seguridad de la resistencia. No había pruebas de que hubiese traicionado, pero las condiciones de lucha eran tan terribles que la sospecha bastaba para tener que tomar medidas preventivas. Antonio Cañadas Dombríz, militante libertario que había sido detenido en los mismos días que Emiliano, en sus memorias inéditas (Cañadas, FMGU) señala que le vigilaron y gracias a ello: (…)Supimos que Waldelmer [sic] era el traidor porque a los que sí se habían reunido con él, les extrañó que a la reunión que él habia convocado y que fue sorprendida por la policia, no acudió el sujeto y le vieron por la calle con algún policía de la Social (…)
Sospechando que el visitante que decía venir en nombre de Wandelmer era un policía o un infiltrado, Clotilde Ballesteros, quien ya entonces participaba activamente en la actividad clandestina del PCE, se hizo la tonta y mintió al sospechoso asegurándole que ya había abandonado toda actividad política y que estaba ocupada sólo en su hijo y su nuevo marido, también encarcelado. El visitante insistió y se entrevistó con otros militantes en libertad, entre ellos con Francisco Mayoral, ex-secretario de organización de las JSU de Guadalajara, quien acababa de salir de la cárcel. Mayoral avisó de la manera más discreta posible a todos los militantes que pudo, no sin antes poner vigilancia y seguimiento al individuo sospechoso, que desapareció tras varias visitas, al comprobar seguramente el escaso eco de sus propuestas. (García Bilbao, X., 2008)

Pedro Wandelmer, veterano luchador comunista de Guadalajara, fusilado en mayo de 1940.
La lucha en la ciudad estaba muy centrada en recomponer lazos y en apoyar a los encarcelados y sus familias fundamentalmente, pero en las zonas de sierra de la provincia los guerrilleros se mantenían en armas, si bien en situación muy precaria. La capital, una ciudad de 20.000 habitantes donde en 1939-40 llegaron a estar encarcelados simultáneamente 5000 personas, era tan sólo uno de los espacios de lucha, el «llano» y la «montaña» eran los otros. Por el «llano» se entendían las poblaciones rurales y por la «montaña» las zonas agrestes en las que se mantenían los guerrilleros. El llano ayudaba a la montaña. En ese apoyo a la actividad guerrillera el PCE clandestino fue uno de los pilares fundamentales. Guadalajara formaba parte del corredor de la Cordillera Central que permitía conectar el centro y sur con el camino a Francia, pero la principal zona de resistencia fue el Alto Tajo, en las fronteras con Teruel y Cuenca. Entre 1947 y 48 hubo hasta 35 detenciones de vecinos de Ocentejo, Peralejos de las Truchas y otros pueblos de la zona, que fueron acusados de «apoyo a bandoleros» (García Bilbao, X. [et al], 2010) .
La actividad clandestina del PCE siguió a pesar de todas las dificultades. Una, y no poco importante, era la de contactar con la estructura del partido a nivel nacional y de esa forma con la dirección en el exilio. Hay informes en la documentación de Jesús Monzón donde Guadalajara aparece claramente conectada con la dirección del partido en 1945 (AHPCE.Informes-jacq3). Tras la masacre de cientos de militantes en los primeros años de la dictadura, los encarcelamientos masivos y las deportaciones, la represión no cesó. Las multas, el expolio, los despidos, la persecución diaria que llegó a suponer la muerte civil de los que se habían atrevido a plantar cara al golpe y defender la República eran una cruda realidad que aplastaba cualquier intento de resistir; recordemos a comunistas como Antonio Buero Vallejo, luego famoso autor teatral, o a Ramón de Garcíasol, periodista y poeta, quienes tras sobrevivir a la guerra, la cárcel y eludir la muerte, se vieron obligados a un duro exilio interior. Buero Vallejo, en fecha tan tardía como 1980, era discutido por parte de la sociedad bienpensante de la ciudad y se entorpeció el darle su nombre a un Instituto de Bachillerato apelando a su condición de comunista.
En medio de este panorama, muchas personas abandonaron la ciudad y fueron a Madrid o a otras provincias. El PCE resistió porque la voluntad de lucha de sus militantes fue absolutamente heroica, pero las condiciones de aislamiento y represión supusieron el desgaste brutal de la generación joven que había conocido la República y luchado en la guerra, siendo los años 40 una época de resistencia que acabó por agotarla.
La salida de la cárcel de los supervivientes de la represión inicial les llevó a encontrar una Guadalajara devastada moralmente y con toda la vida civil en manos de un régimen totalitario donde no había lugar para los que no quisieran rendirse. Las redes de apoyo a presos y familias, una solidaridad antifascista ejemplar, abarcaba a todos, incluidos militantes socialistas y libertarios, aunque las tensiones derivadas del golpe de Casado se hicieron sentir siempre. Tras 1944 y hasta el 49, la actividad guerrillera y con ella el paso por Guadalajara de partidas y cuadros procedentes de Francia en ruta a otras zonas de actividad generó un repunte de la represión y del control. Una nueva oleada de encarcelamientos y juicios se cebó entre los resistentes, llevando de nuevo a la cárcel a muchos de ellos.
A primeros de los cincuenta, la situación era de devastación. Persistían redes de veteranos militantes y el PCE mantenía contacto con la dirección en Madrid y Francia, pero la actividad era sobre todo de resistencia moral, no dejarse vencer, como primer objetivo. Surgieron dos retos: el primero fue la reproducción generacional, los mayores anteriores a la guerra estaban muertos, prisioneros, en el exilio o agotados, sólo un reducido grupo mantenía la red clandestina. Los más jóvenes, sobre todo los antiguos militantes de las JSU, ahora ya en plena madurez, serian de nuevo fundamentales en la lucha, pero era preciso incorporar a las nuevas generaciones a la militancia. El otro reto era la lucha sindical. El PCE orientó su lucha al frente del trabajo y a la lucha en los sindicatos del régimen. Desde los cincuenta hasta los años 70, la historia del PCE sería sobre todo la lucha en el movimiento obrero; la fabrica de VICASA en Azuqueca de Henáres, atrajo obreros de toda España, principalmente de Extremadura y se convertiría en un punto clave de la nueva organización del partido.
Nunca se perdió el contacto con la dirección, pero hemos de esperar a los años 60 para encontrar una red de células del PCE que eran ya nuevas, fruto de la nueva dinámica política y no un eco de la guerra y la primera resistencia. El veterano combatiente Sixto Agudo sería encargado en los 60 de establecer renovadas líneas de comunicación entre la estructura clandestina y la dirección en Francia. El PCE mantiene una red en Guadalajara, con ramificaciones en Molina de Aragón o Sigüenza. Romero Marín, miembro del Comité Central del PCE, acude a Guadalajara en 1962 y mantiene contactos directos con la estructura clandestina gracias a Esteban Hernández Maestre, un joven albañil que había tomado el testigo de los viejos militantes y actuaba como organizador y nudo de la red, junto a su compañero Goyo Muela . Un piso clandestino en la calle Horno de San Gil de Guadalajara pasó a ser un punto clave de la red. En 1968, con jóvenes obreros emigrantes, la actividad clandestina se relanzó. La Brigada Político Social conocía los nombres de todos los represaliados supervivientes y les tenía sometidos a vigilancia periódica, igual que con los cuadros más activos que estaban en los sindicatos. Vigilar para conocer y conocer para neutralizar era la pauta seguida por la Brigada Político Social en ese periodo. En 1969, Antonio Cezón, obrero de la fábrica Bressel, Antonio Rico, un obrero de Segovia, Juan Ignacio Begoña y Francisco Palero, entre otros, tejen ya una amplia red. La policía les vigila y detiene y maltrata cuando les parece conveniente, pero no lograrán impedir su actividad. La represión de la BPS es constante, siendo su afán tener localizados todos los posibles focos de resistencia. Pese a su historial de crímenes y torturas, los policías de la BPS escaparan impunes en la Transición.
Entre 1964 y 1976, el Tribunal de Orden Público, el famoso TOP, 32 personas de Guadalajara serán condenadas. El primero de ellos fue Enrique Aguado Marco, natural de Cobeta, con 51 años, condenado (Causa 106/64 TOP) por propaganda ilegal —distribución de Mundo Obrero— a 10.000 ptas. y un año de cárcel; Anastasio García, de Mandayona, fue detenido siéndole incautados ejemplares de Mundo Obrero, Nuestra Bandera, Fraternidad y Metal (revistas del sindicato clandestino), resultando condenado a dos años de prisión y una fuerte multa. Serían los primeros condenados en esta nueva etapa del franquismo que no cesaría hasta las elecciones del 77. Policías y jueces de la dictadura seguirían en sus puestos sin ser cuestionados.
La trayectoria del PCE en nuestra ciudad desde los años 60 hasta la transición será tratada en otro artículo. pero podemos citar como principal determinante desde los años 50, no tanto la actividad represiva del régimen, sino la nueva línea de «Reconciliación Nacional» implantada desde 1956. Como consecuencia de esa línea, la renovación generacional acabaría por producir una fractura moral entre los veteranos de la resistencia y los cuadros jóvenes de orígen católico o de familias del régimen que se encargarían de aplicar las nuevas directrices; en ellas, la memoria de la lucha de la resistencia resultaba inconveniente. La disolución del sistema de células por centro de trabajo o actividad y la adopción de una estructura de agrupaciones territoriales acabó por destruir los lazos comunistas que en difíciles circunstancias habían logrado mantener durante tantos años.
Se puede decir que a pesar de la dura represión y del ensañamiento contra los comunistas alcarreños, en todos los años de dictadura no hubo ni un sólo día en el que no hubiera una célula clandestina comunista en Guadalajara empeñada en su lucha contra la dictadura franquista.
En 1979, Clotilde Ballesteros y Trifón Cañamares García, volvieron al pueblecito de Mirabueno. Clotilde había eludido la cárcel y en 1951 marchó a Viella y luego a Barcelona donde militó en la clandestinidad. Trifón Cañamares, aquel valiente joven militante de las JSU comisario de compañía en la 49 BM, natural de Cendejas de Enmedio (Guadalajara), había mantenido su militancia en el PCE todos aquellos años. En Mirabueno, Trifón y Clotilde defendieron la candidatura al ayuntamiento de su partido, el PCE, y lo hicieron con la sinceridad y fortaleza de corazón que había caracterizado a los militantes de su generación. En 2014, los jóvenes de la UJCE de Guadalajara le dieron el nombre de Trifón Cañamares a su agrupación provincial, y el propio Trifón, emocionado, firme y lúcido a sus 103 años, pudo dirigirse a ellos, evocar a cuantos entregaron sus vidas por un ideal de paz y justicia social y transmitir el hilo rojo de la memoria que se necesita en las batallas del presente y el futuro.
Hernández Sánchez, F., El PCE en la guerra civil, Tesis doctoral, UNED, 2010.
Garcia Bilbao, X., La represión franquista en Guadalajara, Silente 2010-
—, «Entrevista con Francisco Mayoral, militante JSU Guadalajara, 01/10/2008», FMGU)
—, «Entrevista con Jesús Salas, miembro de la resistencia antifranquista Guadalajara, 02/07/2014, FMGU)
Xulio García Bilbao . Foro por la Memoria en Guadalajara
@memoriaguada
http://www.memoriaguadalajara.es
JORNADAS “MUJER Y MEMORIA” Azuqueca 9-3-2013 Galeria fotográfica
Homenaje a Canuto Pedro Marcos Centenera
Homenaje a los veteranos alcarreños luchadores por la libertad
“Medalla de la Libertad. (Reglamento general de recompensas de 16 de mayo de 1937 DO nº 122). El Foro por la Memoria de Guadalajara, en homenaje a los que lucharon por la libertad y la justicia social, propone la Medalla de la Libertad (a título póstumo) al compañero Canuto Pedro Marcos Centenera (1920-2012), sargento, jefe de carro de las fuerzas blindadas del EPR, militante de la CNT, en reconocimiento a los excepcionales méritos de entrega, sacrifico, y abnegación que demostró durante toda una vida de lucha. En ausencia de las autoridades legítimas de la República Española, la Federación Estatal de Foros por la Memoria, Guadalajara, a 19 de enero de 2013” (fecha que hubiera sido de su cumpleaños).
100 Años de Pedro Mateo Merino.
El pasado día 4 de diciembre, se cumplieron 100 años del nacimiento de nuestro paisano Pedro Mateo Merino, teniente coronel del Ejército Popular de la República Española, y uno de los principales luchadores antifascistas nacidos en nuestra provincia, la cual, como ya sabemos, tiene por costumbre olvidar a sus hijos ilustres, especialmente a los que lucharon por las libertades de todos.
Merino nació en la localidad campiñera de Humanes de Mohernando, (Guadalajara), el 4 de diciembre de 1912. Hubiera cumplido, por tanto, 100 años el pasado día 4. Sirva esta breve biografía como testigo y recordatorio de su fecunda vida.
Pedro Mateo Merino era hijo de unos sencillos campesinos de Humanes. Desde joven mostró inquietud e inteligencia para el estudio, y gracias a su tenacidad logró sacar el bachillerato en Madrid y posteriormente estudiar Ciencias Exactas en la Universidad Central de Madrid, aunque, como veremos, el inicio de la contienda le impidió su finalización. Desde muy joven militó en las filas republicanas y comunistas; y fue muy activo en el movimiento estudiantil (FUE y FUHA) donde luchó en pro del derrocamiento de la dictadura de Primo de Rivera y de la Monarquía. Durante ese periodo, al igual que muchos otros luchadores, sufrió persecuciones y torturas que le llevaron a la prisión en Madrid, Zaragoza y Barcelona. La sublevación fascista de 1936 le sorprendió cuando apenas le faltaba un curso para terminar la carrera de Ciencias Exactas. Decidió desde el primer momento incorporarse como voluntario a las milicias antifascistas, siendo nombrado inmediatamente capitán al mando de una compañía de milicias con la que acudió al frente de Somosierra para frenar las columnas rebeldes que venían de Burgos. Tras Somosierra, conoció los frentes de Madrid, Brunete, Teruel, Lérida, Ebro, Cataluña y de nuevo Madrid. Reconocido su valor y capacidad por los mandos, poco a poco recorrió toda la gama de cargos y empleos desde simple miliciano hasta jefe de la 101 Brigada Mixta, cuya creación le fue encomendada en mayo de 1937. Un año después, en mayo de 1938 asciendió a teniente coronel y obtiene el mando de la 35ª División del Ejército Popular de la República, con la que se batió en la batalla del Ebro, en la venta de Camposines. Obtuvo por su valentía las medallas republicanas del Valor y de la Libertad por méritos de guerra.
Al producirse la derrota republicana marcha al exilio en febrero de 1939, primero a Francia y después a la URSS, donde cursó estudios militares superiores en la Academia Militar Frunze. También se gradúa en Ciencias Económicas.

Merino (4º izda) en la Academia Frunze de Moscú, acompañado de varios españoles: Juan Modesto, Francisco Romero Marín, Enrique Líster, Manuel Tagüeña,, Artemio Precioso, Sixto Agudo. etc.
Al comenzar la II Guerra Mundial participó en la guerra contra el nazismo, luchando en la defensa de Moscú y desarrollando, como otros españoles, actividades militares docentes en la propia academia Frunze, dada su experiencia en combate y en el mando. En los años de postguerra desempeñó funciones técnicas en el Ejército Yugoslavo y fue ascendido a coronel; más tarde enseñó español y estudió ingeniería en Praga (Checoslovaquia).
Merino ejerció diez años como técnico en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, donde además revalidó su título en Ciencias Económicas. Después de treinta y tres años de exilio, regresó a España en 1970, donde vivió hasta su muerte, falleciendo en la madrileña localidad de Móstoles el 19 de noviembre de 2000. Una muerte que pasó casi totalmente desapercibida , excepto por una breves reseñas en el diario El País y en Mundo Obrero. Nunca, que sepamos, ha sido Merino honrado con ningún homenaje ni reconocimiento. Algunos militantes militantes de Izquierda Unida le recuerdan en las asambleas locales de IU o del PCE, o sentado en un banco de la Concordia, tomando tranquilamente el sol.
Sirvan estas líneas como reconocimiento a uno de los jefes del Ejército Popular que más altas puso las cotas del valor, del sentido del deber y de la capacidad técnica militar que logró alcanzar el Ejército Popular Regular (EPR) de la República española., creando un ejército de la nada, sin apenas medios, y en tiempo record. Todo un ejemplo de una vida consagrada a defender la libertad y los intereses de la clase trabajadora.. No en vano, sus memorias, publicadas en 1986, se titulan “Por vuestra libertad, y por la nuestra”.
“Colectivizaciones Guadalajara (1936-1939)” Sueños Colectivos.
“Colectivizaciones Guadalajara (1936-1939)” Sueños Colectivos
Galería fotográfica de las Jornadas celebradas en Azuqueca de Henares (Guadalajara) el 20 de Octubre
Clotilde Ballesteros Pardo, aquella joven de Mirabueno.
Clotilde Ballesteros Pardo (Mirabueno, Guadalajara, 1918 – Barcelona 2011)
Entrevista a esta luchadora antifascista alcarreña, publicada en el diario “Mundo Flash”, el 5 de marzo de 1978, con motivo de su homenaje, junto a otras veteranas del PSUC, en el Palau de Congressos de Barcelona (19/03/78):
Cómo es una militante de base.
Clara Zetkin, marxista y feminista en una edición de tapas duras. Un piso corriente y moliente en el Baix Llobregat, que no participa de la estética habitual de los progres, y sí de la clase media española. Todo es convencional. Bueno, todo no, sobre el papel de flores que decora las paredes de la sala de estar hay fotos de Marx, Lenin y Engels. Debajo, “Pasionaria”, una de las primeras fotos que se publicaron en la prensa después del paréntesis de silencio. Un poco más lejos un póster del “Che”, aquel que los de mi generación teníamos en el piso compartido de estudiantes y que habíamos comprado en Londres, como si fuera una reliquia, en primer viaje escaso de dinero y lleno de ilusiones.
-¿Dónde naciste?
Nací en un pequeño pueblo de la provincia de Guadalajara, en Mirabueno, en el año 1918. Hasta los diecisiete años pasé mi vida en el campo, trabajando en todas las épocas del año, Eso sí, fui a la escuela hasta los catorce años, y siempre era la primera o la segunda. Me gustaba mucho leer, pero en los pueblos no había nada para niños, así que leía libros de historia e instructivos.
La guerra.
– ¿Qué hacías en julio de 1936?
– Yo vivía en Madrid, en casa de unos señores justo enfrente del cuartel de la Montaña. El 18 salí a la calle y la gente comentaba que las tropas se habían sublevado en Marruecos. Me asusté mucho. Escribí una carta a mi familia y creí que no los volvería a ver. Aquella noche acuartelaron las tropas, y a la mañana siguiente, cuando fui a echar la carta empezó el tiroteo. Estaba la calle desierta y desde algunos balcones se oía “Arriba España” y me vi entre dos fuegos, con la muerte cerca. Fue horrible. Allí quedaron tirados los cadáveres. El lunes las calles estaban acordonadas por la Guardia Nacional Republicana y Guardias de Asalto, y empezaron los bombardeos. Yo estaba temerosa. Pesaba, si ganan estos matarán a mi familia, pero en aquel momento no fue así. Las fuerzas de la República salieron victoriosas. Yo no podía volver al pueblo, pero aunque era muy joven no quise permanecer inactiva y me alisté en un cuartel cercano para ir de enfermera al frente. No sé si me llamaron, porque unos días después mis padres vinieron a buscarme. Las fuerzas franquistas estaban muy cerca. A los pocos días de tomar la catedral de Sigüenza, tuvimos que evacuar el pueblo. Ahí empezaron nuestros sufrimientos. Mi familia compuesta por mi madre, mis seis hermanos, la tía con dos niños pequeños la abuela de 73 años y un hermano de mi madre que le faltaba una pierna. Con dos caballerías hicimos 19 kilómetros en medio de la oscuridad. Estuvimos en Gajanejos, en un establo, pero pocos días, porque mi madre estaba a punto de tener otro hijo, así que nos fuimos a Guadalajara. A los pocos días nació mi hermano.
El partido.
– ¿Cuándo tomaste conciencia de la necesidad de afiliarte? - En Guadalajara. Entré muy pronto en el Partido Comunista de España, avalada por unas amigas mías. Me agregaron a la secretaría femenina y estuve en el Comité de Mujeres Antifascistas. Mi trabajo fue a más en el partido hasta que ocupé el puesto de Secretaria del Comité Provincial. Trabajamos mucho, ayudando a cubrir las necesidades de la gente que estaba en el frente. El 8 de marzo se organizó la Jornada Internacional de la Mujer, que fue un éxito. Manifestaciones, pancartas, diarios, mítines, etc. Pero mi mayor ilusión fue cuando la camarada Dolores Ibárruri, “Pasionaria”, me llamó a la Secretaría para felicitarnos por el trabajo realizado en aquella jornada. Salimos en la primera página de “Mundo Obrero” abrazadas. Después, fui durante dos meses a un curso de formación para cuadros del partido, en régimen de internado, con resultados brillantes. Hacía reportajes en “Hoz y Martillo”, a veces con Concha Santalla y Mayo, periodistas de “Mundo Obrero”. Ibamos al frente que estaba en Humanes.

Portada de Hoz y Martillo (1938), periódico del PCE de Guadalajara, donde Clotilde ejerció como redactora. Coleccion Foro por la Memoria de Guadalajara
El 5 de marzo de 1938 me casé con Juan Raposo. Camarada del partido que había sido uno de los fundadores en la provincia de Guadalajara, y que en 1932 había ido a la Unión Soviética como delegado. Él trabajo, dentro y fuera del partido, fue muy duro. La guerra ya había tomado un camino muy malo. La gente se estaba desmoralizando. Otros partidos y sectores políticos estaban en desacuerdo con nosotros, que queríamos terminar la guerra ordenadamente, mientras que ellos hablaban de rendición sin condiciones. La situación se agravó a primeros de marzo de 1939, cuando comenzaron a detener camaradas en el frente.
Citaron a nuestro secretario y a otros compañeros destacados que se presentaran en el Cuartel General del IV Cuerpo de Ejército, del que era comandante en jefe Cipriano Mera (CNT). Aquella noche, reunidos en sesión de urgencia el Comité Provincial del Partido, los locales fueron asaltados durante la reunión. Lo destrozaron, pero aún alcanzamos a quemar los papeles antes de que derribaran las puertas. Nos llevaron detenidos. A mí me soltaron a las pocas horas porque estaba criando a mi hija de cinco meses y tenía que darle de mamar. Les pedí que me la trajeran o me dejaran salir, y me dejaron. Aquel día terminó la guerra para nosotros. Cada día que pasaba los fascistas estaban más cerca. Yo tenía la maleta hecha para cuando soltaran a mi marido podernos marchar a algún lado, pero no fue así. Cuando entraron los franquistas ya los tenían a todos detenidos en la cárcel. Tuve vigilancia en la puerta de casa y no podía salir. No sabía nada de mi marido ni de nadie. El 12 de julio vinieron las hermanas de Juan a decirme que lo habían trasladado a Mahón, pero comprendí que lo habían matado. Me mandaron sus cosas personales. La ropa estaba rota y ensangrentada, con trozos de piel pegados. Fue algo terrible. Parece que lo mataron a golpes, aunque en el certificado de defunción que todavía conservo dice que se intentó fugar y le dispararon. ¿Y qué podía hacer yo? Sin dinero ni trabajo, y sin poder ser vista para que no me cogieran.
Después del desastre.
– ¿Cómo conseguiste sobrevivir?
– La situación era muy seria. Comenzamos a reorganizarnos con algunos camaradas, para tratar de ayudar a los que estaban dentro, (en la cárcel). Entonces conocí a mi segundo marido, pero se tuvo que marchar enseguida. Volví a casarme con él en 1944, y al poco tiempo lo detuvieron, acusado de propaganda ilegal. De los compañeros que cogieron esa vez salieron todos menos cinco. En esa temporada volví a pasarlas moradas. Embarazada de mi segunda hija, y con la otra todavía pequeña. “ Si se salva es por su estado”, me dijeron cuando allanaron mi casa. Estuvo mi marido en dos prisiones y salió bajo fianza, Cuando se celebró el juicio, lo condenaron a más pena de la que había cumplido, y tuvo que volver.
¿Cual era tu trabajo político?
– Conseguir la propaganda. Había que ir a Madrid a buscarla, en tren, y volver a Guadalajara con los paquetes. Allí se entraba en contacto con alguien de manera muy clandestina, se le seguía sin hablar, en fin, ya sabes cosas de esas. En aquellos años, la cuestión fundamental era sobrevivir y tratar de mantener un lazo con el partido para romper el aislamiento. Por eso era tan importante la propaganda. De ahí conseguíamos saber lo que estaba pasando en el país y fuera de él, aunque con muchas limitaciones. Sabíamos lo que la dirección del partido opinaba, y de algún modo el resto de los camaradas que estaban encarcelados, aislados o dispersos.
Después de la cárcel todas las puertas se cerraron para nosotros, no había modo de encontrar trabajo. Yo cosía y mi marido también que es sastre de profesión. Perdió un par de trabajos y decidimos irnos muy lejos, a Pont de Suert, cerca de Viella, en el 51. Tuvimos que construir una barraca, y para pagar el viaje en tren, vendimos la bicicleta. Había muchos trabajadores allí. Once años vivimos en la barraca. Mi marido consiguió entrar a trabajar en la ENHER, donde aún continúa. Fue duro. Perdimos un hijo en trágicas circunstancias. Teníamos ya cinco, uno enfermo del corazón. Al principio fue muy aburrido, porque no había nadie de los nuestros, y no podiamos hablar. Después, poco a poco, empezamos a relacionarnos con gente, y compramos un aparato de radio y algunos trabajadores acudían a casa a escuchar “España Independiente”, que por cierto me daba mucha alegría escuchar a Sebastián Zapirain, que había sido comisario en el frente de Guadalajara y muy amigo… Por fín conocimos a Antonio Ruiz, un minero que trabajaba en Malpás que conectó con alguien y comenzaron a organizarse. Yo hacía de correo… Pero lo despidieron en seguida y no he vuelto a saber de él.
– Y luego, ¿Qué pasó después?
– Los hijos fueron creciendo, se independizaron. Vinimos a Barcelona, aquí el partido sí estaba organizado, que trabajo nos costó encontrarlo. Empezamos a hacer vida normal. Todo bien. Después de la legalización, las elecciones… hacemos lo que podemos. Soy responsable de Mujeres y Dionisio de Finanzas … y continuamos la lucha.
CARMEN UMBRÓN (Mundo Flash 05/03/1978)
Trifón Cañamares, 100 años de un comunista guadalajareño.
Foro por la Memoria de Guadalajara, – 01/07/11

Trifón Cañamares, durante el homenaje que recibió en el Pozo. (julio 2011) Copyright Foro por la Memoria de Guadalajara
“Os Deseo que me paséis en años y en salud, pero con las ideas claras”, estas han sido las palabras con las que el veterano comunista guadalajareño Trifón Cañamares, agradeció puño en alto, el homenaje dispensado en el madrileño barrio de El Pozo del Tío Raimundo por sus vecinos y camaradas de partido, con motivo de su centenario, que alcanzó en julio de 2011.
Trifón Cañamares García nació en el pueblo de Cendejas de Enmedio, en el seno de una familia de campesinos el día 3 de julio de 1911. Su padre, además de las labores del campo, tenía una pequeña carnicería. Desde pequeño vió y sufrió lo que era la injusticia y ello le motivó a rebelarse contra ella. Al inicio de la guerra civil, se afilió al Partido Comunista y en él ha seguido militante ininterrumpidamente durante 75 años. Alistándose en Jadraque como muchos jóvenes antifascistas de la zona, muy pronto fue nombrado Comisario Delegado en la 49ª Brigada Mixta del Ejército republicano, que había sido creada en Guadalajara y tenía en sus filas a un numeroso grupo de guadalajareños. Cañamares resultó dos veces herido en combate y estuvo prisionero en varias cárceles y campos de concentración. Fue condenado a muerte, conmutada a 30 años de prisión (causa 1741/39 Guadalajara).
Durante el franquismo trabajó activamente en la clandestinidad, organizando junto al padre Llanos y otros, la lucha vecinal en el Pozo del Tío Raimundo. Durante la transición colaboró en la reconstrucción del PCE en Guadalajara, así como en la elaboración de listas y candidaturas en varios pueblos, sobre todo del norte de la provincia.
Con una salud y lucidez sorprendentes, acude todavía a numerosas manifestaciones y actos políticos, acreditando fehacientemente con su vitalidad que la edad no necesariamente está reñida con el entusiasmo. Un pequeño video biográfico fue proyectado en el acto de homenaje donde además de mostrar parte de su trayectoria de muchos años de lucha militancia, el público asistente pudo observar su todavía capacidad de autonomía personal, cocinando o haciendo la compra, a pesar de su avanzada edad.
El acto, convocado por el PCE, IU y el Ateneo republicano de Vallecas, contó con numeroso público perteneciente a la asociación de vecinos del barrio y con la presencia de una representación de IU y la UJCE de Guadalajara, encabezada por el coordinador provincial de IU, José Luis Maximiliano. Asimismo, en el mismo fue leído un comunicado de adhesión del Foro por la Memoria de Guadalajara sumándose al acto de reconocimiento “a quien ha dedicado más de 80 años de su vida a la lucha por la libertad y la democracia”. Como colofón, fue cantado el himno de las JSU, “Joven Guardia”, por todos los asistentes. El día de su cumpleaños, día 3 de julio, Trifón celebró con sus familiares su centenario, en un acto privado.
Tomasa Cuevas, una alcarreña contra el olvido
Tomasa Cuevas, una alcarreña contra el olvido
El trabajo de Tomasa Cuevas arranca en 1974, cuando pone en práctica una idea que a nadie se le había ocurrido: recorrer España e ir grabando los testimonios de mujeres que estuvieron con ella en diversas cárceles. Lo hizo por su cuenta, sin apenas medios económicos y con un magnetófono. Logró completar una trilogía de libros. El primero, “Mujeres en las Cárceles Franquistas”, fue editado por la editorial Casa de Campo en Madrid en 1982. Los otros dos volúmenes aparecieron en la editorial barcelonesa Siroco, con el apoyo de Manuel Vázquez Montalbán y Teresa Pàmies. Este año ha podido reeditarse gracias al servicio de Publicaciones de la UNED, el Instituto de Estudios Altoaragoneses y el escritor Jorge Montes Salguero, subdirector de la Biblioteca Nacional. La obra era “un librito con errores de paginación y ortográficos, pero me llamó la atención por el conjunto de testimonios que incluía y porque nadaba contracorriente del pacto de silencio de la Transición”, declara Montes a Nueva Alcarria.
El libro de Tomasa, tal como escribió el crítico de El País, rebosa “solidaridad y naturalidad”. Se trata de una mujer sin estudios pero que pasó por las prisiones de Guadalajara, Durango, Santander, Ventas, Amorebieta, Segovia y Barcelona. En 2004, el presidente de la Generalitat de Cataluña, Pascual Maragall, le otorgó la Creu [Cruz] de Sant Jordi, una de las máximas distinciones que designa esta institución. Y el pasado viernes, el Consejo de Ministros le concedió la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo.
Comunista en Guadalajara
El reconocimiento, aunque valioso, le llega tarde. Tomasa vive en una residencia de Barcelona, donde reposa de su azarosa vida y de las lesiones físicas que le han dejado en una silla de ruedas. No recibe a periodistas y sólo habla con sus familiares. Su hija, Estrella Núñez Cuevas, asegura a este diario que su madre “ya no está para entrevistas ni para homenajes, lo único que quiere es descansar tranquilamente porque bastante ha hecho ya”. En la época de Blanca Calvo como directora, la Biblioteca de Guadalajara intentó organizar un homenaje, pero al final no pudo hacerse por el delicado estado de salud de la protagonista. “Antes iba mucho a Guadalajara y guardaba cierta relación con Brihuega”, apostilla Estrella de su madre.
Tomasa nace en la villa briocense el 7 de marzo de 1917. Hija de un obrero y nieta de un albañil y de un hornero, pronto tuvo que trasladarse a Guadalajara porque su padre sufrió un periodo largo de hospitalización. A pesar de que no pudo ir a la escuela hasta los seis años, organizó con apenas 14 años las juventudes del Partido Comunista en Guadalajara. Jorge Montes, director del documental “Del olvido a la memoria. Presas de Franco”, recientemente emitido por La Sexta, facilitó hace un mes y medio una copia a Nueva Alcarria. En esta producción, Tomasa Cuevas detalla aspectos de su vida y muestra su fuerte personalidad. “Yo sin estar afiliada al partido –declara- ya hacía trabajos de partido, porque camaradas de la Dirección me conocían y sabían de mi trayectoria de juventud en Brihuega”.
Torturas y exilio
La sublevación del 18 de julio de 1936 le sorprende en la capital alcarreña formando parte de las Juventudes Socialistas Unificadas, agrupación desde la que defiende a la República durante la Guerra Civil. Al acabar la contienda, es detenida y encarcelada en la prisión de Guadalajara. Condenada a 30 años de prisión, cumplió cinco. Después de cumplir su condena, es desterrada a Barcelona, donde se incorporará al Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC). En 1945 vuelve a ser detenida, salvajemente torturada y trasladada a la prisión de Les Corts, en la ciudad Condal. Tomasa relata: “El comisario de la dirección de la cárcel se llamaba Polo y había dos policías hermanos. Daban muchos palos, leña a base de bien hasta desnudarme para que los palos fueran no con tela sino a la sisa, a la piel”.
En 1951 se exilia en Francia durante diez años y luego pasa nuevamente a la clandestinidad. “Si te cogían, también te sacudían allí”, recuerda Tomasa. Actualmente sigue siendo miembro de la Asociación Catalana de Expresos Políticos. “Estuve un tiempo en que trabajando con la guerrilla del partido fui a un pueblecito de Francia y llevaba una bolsa vacía pero con papeles para que abultara, allí metíamos las armas, la cerrábamos y la llave la tirábamos por si nos registraban, los policías me dijeron siéntese y cállese, me senté y a callar y llegamos a Guadalajara, tocaron el bolso para ayudarme y me dicen ‘¡uy, cuanto pesa esto!’, pues es papel lo que lleva y me dejaron marchar”.
Los primeros testimonios que recogió Tomasa Cuevas fueron en Brihuega. “Todavía existía aún el franquismo –evoca- pero de los primeros que cogí fue a la gente mía que yo conocía y ellos me conocían de Brihuega” [en la transcripción de las palabras de Tomasa en el documental aparece equivocado el nombre del pueblo ‘Brihuela’]. Aprovechó las vacaciones de una Semana Santa, posiblemente en 1974, para acercarse hasta La Alcarria y comenzar de esta forma su ingente trabajo testimonial. “Algunas cintas fueron a Francia y otras en Guadalajara, bien guardadas con gente que no había estado en la cárcel, que no tenía relación con el partido”.
El carácter luchador de Tomasa se observa en sus palabras y gestos, en su rotundidad a la hora de hablar. “Para nosotras –cuenta- la cárcel de Ventas fue como un colegio político, entrabas y te encontrabas con políticas que militaban en la juventud, en el partido [Comunista]. Ahora las cosas han cambiado políticamente, ha muerto pero existen muchos cabrones”. Tomasa explica en el documental el origen de su compromiso: “nadie me dijo tienes que luchar por esto, yo fui allá porque lo sentía dentro de mí, porque había vivido miserablemente, entre miseria no por piojos, por hambre, y eso ya jovencita me indignaba, y yo diría seguid luchando si queréis que cambie esto pero tenéis que luchar, tenéis que hacer algo”.
Castigo y represión
En opinión de Tomasa, existen muchas mujeres todavía con vida que merecen un homenaje, “sobre todo de Castilla y Andalucía”, por el sufrimiento que tuvieron que soportar tanto en su vida diaria como el tiempo que permanecieron recluidas en las prisiones. Algunos de los testimonios reunidos por la propia Tomasa son la base del documental ‘Del olvido a la memoria’. “Cuando se oía decir: te llevamos a diligencias, suponía comenzar la tortura de nuevo”, asegura en el documental Maria Salvo, una catalana, nacida en Sabadell, militante en las Juventudes Socialista Unificadas, que pasó 16 años en prisión, donde fue torturada y, como consecuencia de las palizas, no ha podido tener hijos. Otra de las participantes es Carmen Rodríguez, viuda del histórico dirigente comunista Simón Sánchez Montero, detenida en múltiples ocasiones: “recuerdo que, en Alcalá de Henares, a Simón lo pusieron en una celda solo y le pagaron. Tanto lo pegaron que, cuando salió destinado de Madrid a Burgos, llevaba las gafas atadas”.
Julia Manzanal pasó cinco años en prisión, donde murió su hija de pocos meses. Ahora, a los 91 años, recuerda con profunda emoción la despedida, en la cárcel de Ventas, de 13 mujeres menores de edad, que fueron fusiladas la madrugada del 5 de agosto del 39, en las tapias del cementerio del Este de Madrid. “Me tocó vivirlo; yo besé a las niñas, las niñas me besaron a mi, besaron a la niña y yo no pude dormir en toda la noche porque quería oír los tiros”. Concha Carretero, una de las condenadas a muerte que escapó del fusilamiento de las 13 rosas, como se denominó ese expediente de la cárcel de Ventas, una prisión con capacidad para 500 mujeres y que en esos años llegó a tener 12.000 reclusas, sentencia: “Yo hubiera preferido que me siguieran dando palos antes que ver a una compañera salir para no volver. Eso lo digo con el corazón y no encuentro palabras para describir eso porque es muy duro”.
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DETALLE
“Corrientes en los dedos, pena de muerte y violaciones”
La reedición del libro de Tomasa Cuevas “Testimonio de mujeres en las cárceles franquistas” ha propiciado la grabación de un documental “Del olvido a la memoria. Presas de Franco”, dirigido por Jorge Montes, subdirector de la Biblioteca Nacional y vicerrector de la UNED. Esta cinta recoge los testimonios de diez mujeres republicanas que sufrieron las cárceles de Franco: Tomasa Cuevas, Trinidad Gallego, María Salvo, Concha Carretero, Nieves Torres, Soledad Díaz, Angustias Martínez, Julia Manzanal, Carmen Rodríguez y Maria Cuesta, ancianas que actualmente rondan los 90 años y otras los superan. “Algunas le pusieron cuñas en las uñas; a mi cuñada corrientes en los dedos y en los pezones; a algunas las han violado”; “como primero pegan y después preguntan, me pegaron”. “Peque, nos han puesto pena de muerte. Yo le dije: pero, Virtudes, ¡te conmutarán!”. Así empieza el documental, en el que participa también la escritora Teresa Pàmies quien, en el exilio, ayudó a Tomasa Cuevas a recopilar y editar, en la trilogía “Testimonio de mujeres en las cárceles franquistas”, las experiencias de mujeres que padecieron en sus carnes la represión franquista. La escritora catalana destaca, en el documental, la importancia de la labor de Tomasa, una mujer sin estudios, nacida Brihuega (Guadalajara) que como consecuencia de las torturas que padeció durante los más de seis años que estuvo en prisión, hoy es una anciana de 89 años, con lesiones medulares que le obligan a estar en una silla de ruedas, hospitalizada en una residencia.
Ahora, la productora Lua Multimedia ha trasladado a imágenes esos testimonios en un documental en el que estas diez mujeres, que dejaron en las galerías su juventud, reflejan su lucha contra el olvido por aquellas otras mujeres que nunca volverán a ver porque fueron fusiladas y piden que se escuche su voz para que no vuelva a suceder lo que ellas padecieron. El documental recrea, en la cárcel de Segovia, imágenes de aquellos años posteriores a la Guerra Civil, cuando muchas mujeres eran llevadas por la Policía Político-Social de Franco a la Dirección General de Seguridad. En los sótanos eran sometidas a brutales interrogatorios que les han dejado secuelas para toda la vida. Durante su estancia en prisión eran continuas las visitas a estos calabozos. El documental está disponible en la Biblioteca Nacional.