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La presidenta de la diputación de Guadalajara, Ana Guarinos (PP), no solamente disculpa al diputado Parra por su actuación fascista sino que la considera legal y asumible…

Ana Guarinos continúa la escalada fascista del PP en Guadalajara: «El PP se quita definitivamente la máscara»

pp-facha[Foro por la Memoria de Guadalajara. 4 de septiembre, 2013]

No se puede decir que el verano haya sido tranquilo en muchos aspectos. En las últimas semanas estamos asistiendo a un auténtico carrusel de gestos y declaraciones desde las filas del Partido Popular en una clara defensa del golpe de Estado del 18 de julio de 1936 y del régimen franquista. La cuestión comenzó con unas fotos de integrantes de Nuevas Generaciones en Valencia con banderas franquistas y brazos en alto. Siguieron declaraciones a través de las redes sociales de integrantes también de NNGG haciendo apología del 18 de julio. Las completó Rafael Hernando, diputado del PP, haciendo alusión a que la República provocó en España un millon de muertos. Y lo culmina la presidenta de la Diputación de Guadalajara, Ana Guarinos, acusando a la República de llevar a España a la Guerra Civil y saliendo en defensa de su compañero de partido y responsable del área de turismo de la Diputación que tiene fotos en el Valle de los Caídos con bandera franquista.

Todo este cúmulo de despropósitos viene motivado por varias cuestiones. La primera es estructural. De la ilegitimidad del régimen franquista proviene la “legitimidad” de la actual democracia. Las estructuras del franquismo fueron aprovechadas para construir la sociedad actual. Sus instituciones no fueron depuradas tras la muerte de Franco. La Jefatura del Estado es continuación del régimen franquista. Estructuras públicas y políticas son herederas del pasado franquista.

Ese déficit democrático se nota sobremanera en el partido en el gobierno. El origen del Partido Popular se encuentra en los sectores franquistas que intentaron lavar su imagen para poder presentarse al nuevo sistema de partidos. No hay que olvidar que su antecesor, Alianza Popular, fue fundada e impulsada por un antiguo ministro de Franco, como fue Manuel Fraga Iribarne, y el ex presidente del gobierno, Carlos Arias Navarro (conocido como el carnicero de Málaga por su actitividad en la ciudad malacitana durante la Guerra Civil). Esa estructura tiene un origen muy concreto y no va a renegar de él. Lo intentarán ocultar todo lo que puedan y quieran. Pero son deudores y continuadores de la causa que les fundó.

Las declaraciones de Guarinos incurren en inexactitudes históricas, haciendo alarde de ellas, así como en un insulto contra la memoria y los familiares de las víctimas del franquismo. Lo que en otros lugares esta penado en España no tiene penalización. Ni reconocidos derechistas como Angela Merkel o Nicolas Sakorzy, se atreverían a defender la Alemania nazi o la Francia de Petain. Sin embargo en España defender el franquismo no es delito. Todo lo contrario. Amparándose en la libertad de expresión consiguen insultar a las víctimas. Se permiten el lujo de comparar los símbolos democráticos (como la bandera de la Segunda República) y de las organizaciones defensoras de la causa obrera con otros procedentes del fascismo. España es el único páis de su entorno donde muchos se denominan demócratas pero no antifascistas. El hecho es simple. Mientras en Europa las democracias que se generan tras la Segunda Guerra Mundial provienen de la derrota del fascismo, en España esa democracia proviene del maquillaje que el propio franquismo se dio. De ahí que todavía miles de españoles esten sepultados en cunetas, en fosas comunes, en expedientes de depuración fundamentados en una aberración jurídica y que los luchadores de la libertad de todas las tendencias estén condenados al ostracismo.

No sorprende que la señora Ana Guarinos diga lo que dice. Pero si es insultante para las víctimas del franquismo y para sus familiares. Decir que la Guerra Civil fue provocada por la República y exculpar que los militares golpistas como Franco, Mola o Queipo de Llano tenían un plan trazado de exterminio contra los defensores de la República y contra los militantes obreros, es insultante y rídiculo.

Los republicanos, los socialistas, los comunistas o los anarquistas que dejaron su vida por un mundo mejor y más justo merecen un respeto y un reconocimiento. El Partido Popular guarda ese respecto y reconocimiento a sus padres fundadores que no son otros que los franquistas. De ahí que Guarinos haya dicho que la exhibición de símbolos franquistas no es delito mientras atacaba a los símbolos antifascistas. El franquismo, por su actitud y su actividad, es un ejemplo de crímenes contra la humanidad, de la consecución de un genocidio contra la población. Quienes defiendan o justifique estos crímenes esta con el fascismo y no la libertad.

Por dignidad la señora Ana Guarinos debería dimitir. Cualquier político en otro lugar lo hubiese hecho de haber defendido a Hitler, a Petain o a Mussolini. Sin embargo lo que hará la gente de su partido es aplaudirla y defenderla. Pero el deber moral del Foro por la Memoria, como garante de defensa de las víctimas del franquismo, es pedir la dimisión de la presidenta de la Diputación de Guadalajara por apología del franquismo.

Foro por la Memoria de Guadalajara

http://memoriaguadalajara.es

 

Ante las declaraciones del portavoz adjunto del PP contra la República

Rafa hernando PPEl PP, el franquismo y el discurso del maltratador.

Pedro A. García Bilbao
Presidente del Foro por la memoria de Guadalajara

Es igual que el discurso del maltratador, del miserable que ha torturado y golpeado a su esposa hasta matarla delante de sus hijos e impuesto durante años el silencio y la desmemoria, para tiempo después, cuando alguien pretende recordar a la víctima, bramar y vomitar todo su odio cuando se pretende recordarla. La verdad no importa, no importa que ella quisiera sencillamente cambiar las cosas, vivir su propia vida y procurar un futuro mejor para sus hijos. Al maltratador impune, la verdad no le interesa. Hemos asistido ya muchas veces a este tipo de reacción pública, mitad autojustificación, mitad ataque: el maltratador actuó hasta matar por culpa de la víctima, porque era una mala mujer y él, que tanto la quería, tuvo que matarla a golpes. Y claro, ahora no le gusta nada que un nieto quiera recordar a la muerta o incluso ponerla como ejemplo. Les molesta a todos los maltratadores y a sus herederos que se les recuerde el pasado, y no digamos ya que se le suelte en su cara que su presente de paz y tranquilidad se basa en un crimen espantoso y en la mentira y la calumnia a sus víctimas. Pero hay una segunda parte que no se debe olvidar, el maltratador al que se le fuerza a enfrentarse a su crimen, no sólo se molesta, también se revuelve y amenaza con volver a hacerlo si se le obliga. El maltrato es un crimen que no prescribe, es continuado y siempre mantiene en alto la amenaza si permanece impune. Les molesta, sí, mucho, que se les obligue a encarar su pasado.

Muy parecida ha sido la reacción de Rafael Hernando, portavoz adjunto del PP, en el transcurso de la polémica de estos días, levantada por los excesos de nostalgia franquista de destacados miembros de ese partido y su organización juvenil. El vomito de odio y desprecio con el que el sr. portavoz adjunto ha pretendido zanjar las cosas y reprender públicamente a unos y otros, ha sobrepasado esta vez su propia marca de barbaridades. Ha responsabilizado a la IIª República del horror del golpe, la guerra y la dictadura posterior, la República «culpable del millón de muertos» y de «la mayor tragedia de nuestra historia»; ha pedido que el PSOE expulse a los militantes que usen la bandera republicana y,se ha extendido en unas curiosas interpretaciones sobre el sacrificio aliado en Normandia para detener a «Hitler y a Stalin», olvidando que los republicanos españoles entregaron sus vidas contra el fascismo en todos los frentes y que nuestra bandera nacional, la tricolor, ondeó el día de la Liberación en París, mientras la bandera franquista unida al uniforme de los verdugos combatía voluntariamente en una monstruosa guerra de agresión. Hernando olvida muchas cosas ciertamente, como por ejemplo que su ciudad natal fue bombardeada 22 veces por unidades de la Luftwaffe bajo mando franquista

Entre la notoria cantidad de estupideces que ha soltado el sr. Hernando, sorprenden los juicios que emite sobre la bandera republicana y sus comparaciones con la actualmente vigente. Estamos ante un caso de ignorancia trufada de odio ciego. Es preciso ser un perfecto ignorante —algo grave siendo diputado— para no reconocer la bandera republicana como constitucional. La Tricolor es una bandera constitucional, no está vigente, cierto, pero representa esos valores. A diferencia de la bandera bicolor que nació para diferenciar las propiedades de la familia Borbón en el Mediterráneo, la bandera Tricolor representa nuestra tradición de lucha por las libertades frente al despotismo real y como tal fue adoptada libremente por nuestro pueblo un día de Abril de 1931 en el que brilló la ilusión y esperanza. La discusión planteada por Hernando es absurda. La actualmente vigente y la Tricolor son constitucionales, una oficial y la otra no, tan sencillo como eso, aunque para alguien capaz de disculpar una dictadura cimentada en un genocidio y en el expolio de sus victimas, estos detalles no deben tener mucha importancia.

Los militantes de Nuevas Generaciones que en estos días se han hecho fotos con banderas franquistas, haciendo el saludo fascista o mostrado su apoyo al levantamiento faccioso de 1936, parecen inquietar a Rafael Hernando. El motivo parece claro, esas muestras explícitas de apego a la dictadura, resultan «inconvenientes», pues muestran a las claras el verdadero entorno y los referentes morales del Partido Popular.

El Partido Popular es «postfranquista», considera que esa «historia» es algo pasado, del remoto pasado y que no debe ser recordado; olvido y silencio sí, pero condena nunca. Para el PP, el golpe y la dictadura fueron necesarios, dolorosos pero necesarios, como pretende el maltatador que lo son los golpes a su víctima, y los cientos de miles de muertos, presos, deportados, torturados y asesinados, el precio que hubo que pagar para lograr vencer a la «República» y merced a ello, alcanzar la extraordinaria placidez de la que habló Mayor Oreja y poner así las bases de nuestra flamante democracia actual. El discurso del maltratador. «Tuvimos que matarla, no nos obligues a hablar de ello». En este discurso no hay lugar ni para la memoria ni para la verdad, al fín y al cabo, el expolio de las víctimas todavía sigue y está en la base de la situación de privilegio y abuso que las políticas del gobierno Rajoy pretenden afianzar para siempre.

El Partido Popular nació del fango franquista, de la necesidad de cambiarlo todo para que nada cambiase en la transición miserable basada en la impunidad del franquismo. En los años de la primera transición, en ciudades como Guadalajara —un ejemplo como tantos otros—, de la que es oriundo el sr. portavoz adjunto del PP, del magma de Falange y de Fuerza Nueva salieron numerosos cuadros jóvenes, hijos de «distinguidas» familias que encontraron mejor acomodo y un futuro político de éxito en las filas de Alianza Popular, aunque las envidias y resentimientos entre las facciones de la extrema derecha local camuflada bajo las siglas de Alianza Popular obligase a alguno de aquellos señoritos a desarrollar su carrera política en otras provincias. Hoy les molesta que les recuerden la basura de la que proceden y ladran su odio hacia la memoria de la República que no solo se resiste a desaparecer sino que se perfila en el horizonte como la esperanza que necesita nuestro pueblo para ganar el futuro.

¿Cómo hemos podido llegar a esta situación?

Es difícil de comprender, pero debemos hacernos a la idea del hecho de que el franquismo sigue siendo legal, legales sus tribunales y sentencias, impunes sus crimenes y que los señoritos fascistas del PP pueden darnos a todos lecciones de democracia porque ellos son los herederos de la finca. Esa es la cruda realidad. Una realidad en la que el sr. alcalde de Guadalajara, del PP, por supuesto, se niega a autorizar una placa que recoja los mil doscientos nombres de personas asesinadas por la dictadura entre 1939 y 1944, en la fosa común del cementerio de la capital. Mala conciencia, odio y nulos valores democráticos definen las políticas públicas del PP hacia las víctimas del terrorismo franquista. Pero por muy despreciable que sea esta conducta del PP, ¿qué podriamos decir de los que se lo han consentido desde la izquierda todos estos años y han sido sus cómplices?

Se trata, a fin de cuentas, del problema de la impunidad del franquismo. Por ella, Hernando se permite decir lo que dice, el alcalde de Baralla justificar los cientos de miles de asesinatos o Mayor Oreja, la placidez de aquellos años. Si lo logran es por la complicidad del PSOE y de cuantos votaron a favor de la Ley de Memoria que no cuestionaba la legalidad franquista. Declaraciones como las de Rafael Hernando demuestran el fracaso de la reinserción de franquistas en el sistema democrático.
Hay una conexión directa entre todo este horror que Hernando pretende ocultar y las medidas de gobierno que se aplican cada día, condenando a la miseria a millones de personas y arruinando el futuro del país. Hay odio y desprecio, darwinismo social y un clasismo atroz en las acciones del gobierno del PP. Sabemos cual es su origen. Y para vencerles habrá que sacar la basura de una vez y declarar ilegal el franquismo y anular la Ley de Amnistía y situar a todos estos defensores de los crimenes de la dictadura ante la justicia.

http://memoriaguadalajara.es